El barrio Bellavista se rearma y hace un positivo balance del verano

El bar Tamango House of Beer se instaló hace un año en el Barrio Bellavista, en plena pandemia. Luis De Urruticoechea (en la foto) explica que la idea siempre fue instalar la casa de la cervecería, en un barrio cervecero. Fotos: Sergio López Isla.

Luego del estallido social y más de dos años de pandemia, decenas de locales bajaron sus cortinas y otros se han adaptado para seguir en pie tras un período de incertidumbre. Locatarios del sector celebran el progresivo regreso del público, sobre todo en restaurantes y bares, pero subrayan que falta mejorar el factor de seguridad para quitar el estigma de la zona.


El sol empieza a esconderse y la gente comienza a aumentar en cantidad por las calles del barrio Bellavista. En el bar Tamango House of Beer los clientes se acomodan y rápidamente copan la veintena de mesas que se distribuyen en la terraza ubicada en la calle y el segundo piso. El desfile de cervezas aumenta y cada un par de minutos salen vasos de “Corta Corriente” o “Easy Tiger”, entre otras variedades únicas de la cervecería, además de platos coloridos y seductores que van desde alitas de pollo en salsa de maracuyá, hamburguesas y papas fritas hasta tacos de pescado frito y tortillas de papas.

El bar, ubicado en la esquina de las calles Dardignac y Mallinkrodt, se instaló en enero de 2021, cuando Providencia se encontraba en la fase de Transición del plan Paso a Paso. En ese entonces, las medidas solo permitían atención en terrazas o espacios abiertos con un 25% de capacidad, y una estadía máxima de dos horas. En ese escenario apareció la “casa” de la cervecería Tamango Brebajes, como la llama Luis de Urruticoechea, uno de los socios y director comercial.

“Elegimos el barrio Bellavista porque somos una cervecería y en general esta zona es muy cervecera; hay otros bares, mucha oferta. Es un lugar donde la gente comúnmente viene a tomarse una cerveza, a diferencia del sector oriente, donde las personas son más de trago largo, piscola, vino”, analiza.

El bar Tamango es uno de los casi veinte locales que abrió sus puertas tras el estallido social y entremedio de la pandemia. Según cifras de Sercotec, antes de ambas crisis el comercio en el barrio Bellavista estaba compuesto por casi 300 locales; de ellos, alrededor de 30 cerraron definitivamente. Los estragos quedan a la vista: hay varios carteles de “se arrienda” en algunas fachadas en la esquina de Pío Nono con Bellavista; hay otros locales que, al cruzar Dardignac, están cerrados y solo exhiben los vestigios de los letreros; pero también hay espacios en completa remodelación.

Cristóbal Vial, uno de los socios del Teatro Mori -que tiene dos de sus sedes en el sector-, asegura que “en los casi veinte años que llevamos acá, estos han sido los momentos más duros y difíciles para nosotros. Durante muchos fines de semana de 2019 no pudimos funcionar, y durante otro tiempo en 2020 tuvimos que cerrar definitivamente”. Según comenta, “no era posible hacer teatro. No solo por una decisión nuestra, sino en conjunto con las compañías de teatro y la seguridad pública”.

Pese a ello, con la disminución de las restricciones y la menor intensidad de las manifestaciones en la plaza Baquedano, el sector retomó fuerza y hoy hacen un balance positivo en casi todos los rubros.

Desde las siete de la tarde en adelante de un día jueves, las mesas disponibles comienzan a disminuir. La cantidad de autos en las calles aumenta, el volumen de la música crece y las cervezas, tragos y platos se multiplican. No es el día ni la hora punta para el barrio, como sí lo es durante los fines de semana, pero el flujo de público que recorre las arterias del barrio buscando un lugar donde instalarse aumenta con el correr de las horas. Sobre todo, porque hay gustos para regodearse: lugares dedicados por completo a las cervezas, sangucherías, bares, restaurantes, parrilladas, comida chilena, comida rápida.

El bar Jardín Mallinkrodt optó por no explotar el delivery, pero sí apostaron por adaptarse inmediatamente a las distintas fases del plan Paso a Paso, sobre aforos y horarios. "El regreso fue automático", dice Tomás González, uno de sus dueños.

Tomás González, del bar Jardín Mallinkrodt, detalla que se esforzaron por reaccionar rápido ante las aperturas, cambios de fase y horario, con tal de acomodarse al público. Este bar se encuentra en el ala este de Pío Nono, que corresponde a Providencia, y que tuvo menos restricciones que el lado oeste, que pertenece a Recoleta. “El regreso fue automático. Para nosotros ha sido muy positivo, recuperamos nuestros niveles de flujo de clientes, y aunque estamos en un trabajo constante para mejorar el tema de limpieza o seguridad, el barrio está funcionando”, dice.

El sector de la gastronomía ha sido el que mejores cuentas saca. Según Álvaro Jadue, presidente de la Asociación Gremial del Barrio Bellavista, las ventas estarían sobre el 20% en comparación a los tiempos previos al estallido social. Eso sí, otros sectores como el turismo y la artesanía han tenido más dificultades para reponerse, pues las restricciones que produjo la pandemia impidieron la llegada de turistas.

Cristóbal Vial, del teatro Mori, señala que tanto el estallido social como la pandemia afectaron mucho el área cultural, pero con la vuelta a la presencialidad, a pesar de los aforos, han podido retomar un poco la normalidad. “Aunque sigue siendo un poco de subsistencia, tanto para las compañías como para los teatros, de todas formas se ve más gente en el barrio, y viendo el vaso medio lleno en comparación a los últimos veranos, ha sido bueno, aunque falta para que sea realmente muy bueno”, señala.

Su vecino, el hotel boutique Castillo Rojo, está en una sintonía similar. Tomás Fache, general manager, explica que para ellos ha sido un desafío, porque las opciones de reinventarse son escasas. “Nuestro hotel está enfocado en un 95% a extranjeros, pero hoy le hablamos al chileno. En nuestras redes sociales les tratamos de mostrar lo rico que se come, la variedad que ofrece el barrio. Los meses de noviembre y diciembre fueron de más actividad, pero enero y febrero son meses más suaves”, argumenta.

El trabajo para potenciar el barrio

El barrio Bellavista tuvo algunas semanas de penumbra. Las manifestaciones de los viernes, que significaban oleadas de gente corriendo por las calles y mucho olor a lacrimógena, generaron incertidumbre. Sin embargo, la cantidad que se mueve por el barrio se ha normalizado con el tiempo, pese a que las manifestaciones no han cesado y significan el cierre de algunas arterias, como parte de la Alameda. Al mediodía se ven más familias caminando por Pío Nono, posiblemente entre el cerro San Cristóbal y la plaza Baquedano, mientras en las noches se distribuyen entre pubs, restaurantes y clubes nocturnos de la zona.

Durante los períodos más restrictivos de la pandemia, la municipalidad de Providencia ayudó a cerrar las calles con vallas para que los locatarios se instalaran al aire libre, algo que se replicó en Recoleta, pero con menos recurrencia. También se adornaron y pintaron paredes con murales artísticos.

En varias cuadras, además, se instalaron vallas para delimitar las terrazas de los locales y así recibir a la gente al aire libre. Muchos tienen el nombre “Bella Vista Bella”, un proyecto impulsado por Sercotec para repotenciar el sector a través de canales digitales: el organismo ha destinado fondos para mostrar, a través de la página web y las redes sociales, los atractivos del barrio, las carteleras y las ofertas gastronómicas. En 2019 se gastaron más de $16 millones en los proyectos del programa Barrios Comerciales, en 2020 fueron $30 millones y en 2021 fueron destinados casi $22 millones.

Más de 30 locales, de casi 300, tuvieron que cerrar las puertas definitivamente producto del estallido social, y luego de la pandemia.

La directora regional metropolitana de Sercotec, Olga Catenacci, explica que “hemos efectuado proyectos como una campaña de marketing digital para el barrio, otra campaña para posicionar la marca Bellavista; se han realizado campañas comunicacionales y se ha buscado difundir y promover la oferta comercial de Bellavista”. Además, enfatiza en el esfuerzo para reactivar la economía local del barrio y que “potenciar la asociatividad es una de las tareas más importantes que nos propusimos como institución”.

La Asociación Gremial Barrio Bellavista, además, ayudó a gestionar créditos para sus asociados con el objetivo de subsistir a los embates de la pandemia.

El factor seguridad

La sensación de inseguridad sigue latente en la zona. No solo por la presencia de manifestantes, carabineros y lacrimógenas, sino también porque peleas y robos en algunas cuadras durante las noches se agudizaron. El bar La Nona está ubicado justo en la esquina de Pío Nono con Dardignac, un lugar estratégico por estar muy cerca del metro. Pero post estallido se transformó en la peor ubicación, aunque con el tiempo ya no sufre tanto con las manifestaciones. Eso sí, otros problemas de seguridad están a la vista.

“Durante las noches acá se ha puesto muy complicado, ha habido situaciones de delincuencia que te roban los teléfonos, te quitan cosas. Sentimos que no hay apoyo y que falta seguridad, porque los carabineros llegan a las cuatro de la tarde a sacar partes a los vehículos, pero no en las noches cuando hacen falta”, acusa su dueño, Jorge Figueroa, quien además detalla que han pensado poner guardias privados.

Por otro lado, Tomás Fache, del hotel Castillo Rojo, indica que “no es distinto a lo que pasa en el resto de la ciudad”. Además, subraya que otra de las aristas que genera problemas de seguridad son los estacionamientos, que muchas veces son irregulares a través de estacionadores informales, los que, según él, “son parte del foco de delincuencia”.

El presidente de la Asociación Gremial, Álvaro Jadue, asegura que es un tema central, y que existe desde siempre. Por lo mismo, ahora se han enfocado en trabajar con la Subsecretaría de Prevención del Delito, las municipalidades, Carabineros, e incluso las juntas de vecinos para tratar de mitigar los focos de delincuencia.

Por otro lado, las manifestaciones de los viernes han disminuido, aunque persisten algunos focos que se posicionan en la intersección de Vicuña Mackenna y la Alameda, y que son rodeados por los carros lanza agua de Carabineros.

“Necesitamos trabajar fuertemente entre las dos comunas”, dice Jadue, refiriéndose a Providencia y Recoleta, que dividen el barrio Bellavista. “Generar una política que nos dé mayor seguridad, que los gobiernos locales y el gobernador trabajen junto a nosotros”, afirma el dirigente gremial. “Falta que vuelva el turismo para consolidar nuevamente el barrio. Queremos generar calles más peatonales, mejorar los estacionamientos, darle más seguridad al barrio. Pero con un trabajo en conjunto con las autoridades, el barrio va a recuperar todo su potencial”, reflexiona.

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