Cuatro historias de personas comunes que luchan contra el Covid-19 en China

Ambulancia Wuhan
Personal médico del hospital de Hospital Huoshenshan (Montaña del dios del Fuego), construido en 10 días.

La periodista china Zhu Jingmeng, del Grupo de Medios de China, relata cómo algunos de sus compatriotas, personas comunes, hacen frente al coronavirus en la primera línea, incluyendo los sentimientos que los embargan. Su estilo de escritura refleja la cultura china ante la adversidad.


La neumonía causada por el nuevo coronavirus (COVID-19) en China ha dado por resultado este invierno extremadamente frío y ha hecho que la sociedad china experimente dificultades sin precedentes. Gracias a los valientes luchadores que están en la primera línea, tenemos la plena confianza de ganar la lucha de prevención y control del nuevo coronavirus; muchos ciudadanos comunes también hacen actos extraordinarios y de buena voluntad para irradiar amor en medio de la contingencia por el virus. La infinita solidaridad está logrando disipar el frío convirtiéndolo en la esperanza de que cuando pase el invierno, nos recibirá la primavera.

Ella es Yang Faxu, de 27 años, es policía civil. Él se llama Luo Yingqian, de 28 años, es médico ortopédico. Son esposos. La epidemia es la prioridad, y la prevención y el control son responsabilidad de todos. Después del brote de la epidemia, los dos regresaron rápidamente a sus puestos de trabajo para estar en la primera línea de batalla contra el virus. Su niño de un año solo puede ser cuidado por sus abuelos; ellos solo pueden ver a su hijo por llamada video teniendo en cuenta la posible e imprevista transmisión del virus.

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La policía civil Yang Faxu, a la izquierda.[/caption]

Ante la situación epidémica actual, Yang dijo: "Como un matrimonio compuesto por un médico y una policía, pasamos más tiempo separados que juntos. Tenemos menos tiempo para cuidar nuestra familia, pero nunca nos arrepentimos de haber elegido nuestra profesión. Ante la epidemia, trabajamos codo con codo para contribuir y ganar esta batalla."

Wang Li es una enfermera que trabaja en el centro de salud del municipio de Hefei, provincia de Anhui. Después del brote de la epidemia, decidió ir a Hubei para apoyar en la primera línea determinadamente. Originalmente, Wang y su novio querían casarse en el próximo mayo, pero esta vez por motivos de trabajo, tuvieron que postergar la boda.

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La enfermera Wang Li antes de partir a la primera línea en Wuhan.[/caption]

Sus colegas le cortaron el cabello largo y le afeitaron el flequillo de la frente para evitar convertirse en una fuente de infección. Ella les dijo: "Estoy determinada a ir a Wuhan. Hay algunas colegas en el equipo de enfermería que están embarazadas o con licencia de maternidad. Algunas tienen niños pequeños y yo no estoy casada. ¡Soy la persona más adecuada!, Cuando termine la epidemia nos casaremos".

Antes de la partida a Wuhan, su prometido le dio un fuerte abrazo y le dijo: "Lili, debes estar sana y salva. Serás la novia más hermosa".

En esta lucha silenciosa, el personal médico que trabaja en primera línea se ha convertido en el grupo de personas más valientes que marcha en una dirección definitiva contra la epidemia. Y algunos otros, aunque no son ángeles de blanco (se refiere a los trabajadores médicos que siempre llevan bata), todavía están en la batalla, corriendo por todos los rincones de la ciudad y aportando desde lo más mínimo.

Para luchar contra la nueva cepa del coronavirus en Wuhan, China construyó el Hospital Huoshenshan (Montaña del Dios del Fuego) en 10 días. Una misión imposible se hizo posible gracias al esfuerzo y determinación de los obreros.

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El obrero Luo Mingliang, el segundo de izquierda a derecha. A sus espaldas la urgencia del nuevo hospital de Wuhan.[/caption]

Luo Mingliang es uno de ellos. Se encargó de la instalación de las particiones entre los cuartos de los enfermos, además del sellado y pegado de las habitaciones. Debido a la premura de tiempo, él y sus compañeros acudían al sitio de construcción a las 7 de la mañana y trabajaban hasta las 23 horas.

Comían tres comidas al día en el sitio de construcción, e incluso iban corriendo al baño. En seis días de trabajo, ganó 7.500 yuanes. En lugar de ahorrarlo en el banco, decidió comprar 144 packs de leche y se los dio al personal médico local. Luo Mingliang dijo: "Primero el país, y luego el hogar. Nuestro país tiene dificultades, cada persona debe hacer algo. La clave para el ser humano es la actitud. De hecho, no creo que haga lo suficiente".

El 31 de enero, un abuelo llegó a la comisaría local de policía en Donggang del municipio de Rizhao, provincia de Shandong. Allí dejó un envoltorio y se fue con mucha prisa. El policía lo abrió y adentro estaban 12.000 yuanes. Además, había una nota en la que decía: "Enviar con rapidez al Centro para la Prevención y Control de Enfermedades de Wuhan para dar ánimos a los ángeles de blanco. Un trocito mío, y de los operarios de Donggang."

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Yuan Zhaowen, operario de limpieza que donó sus ahorros para combatir el coronavirus.[/caption]

Tras una investigación, descubrieron que este abuelo se llamaba Yuan Zhaowen, un operario de limpieza cuyo salario mensual es de solo 600 yuanes. No solo limpia nuestro medio ambiente, sino que también limpia nuestra alma.

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La nota y el dinero que dejó Yuan Zhaowen.[/caption]

Él dijo: "El país está en situación difícil y la gente común está obligada moralmente a hacer contribuciones tanto pequeñas como grandes. ¿Por qué no dejé mi nombre? Algunas personas dedicaron sus propias vidas y no vale la pena mencionar mi pequeña contribución". Cuando decían estas palabras, se podía notar la luz y la bondad que fluía en sus ojos.

De hecho, ahora en China hay incontables historias como éstas; personas que abandonan sus propios intereses y casas para luchar por todo el pueblo y el país. Hay héroes anónimos en todos los sectores de la sociedad. Además, hay numerosas personas comunes que hacen su propio esfuerzo para apoyar en la prevención y el control de la epidemia en el país.

Gracias a sus calladas labores y contribuciones, conocemos realmente la velocidad y el espíritu chino. El virus es despiadado y nos trae temor y miedo, pero no puede quitarnos la confianza y la fe; la ciudad está en cuarentena, pero no se puede aislar el amor y la bondad en la tierra. ¡Estamos convencidos de que por fin la primavera llegará y China ganará!

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