Roots, una mirada artistica y retro

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La obra en cartelera en sala CorpArtes es un conjunto de relatos folclóricos insertos en una ingeniosa creación que van sucediéndose en cuadros aislados, pero unidos por una estética original, por dibujos meticulosos, por una mirada artística retro entrelazada con la modernidad tecnológica.


Pueden ser historias lúgubres, pero ni ello les quita el encanto. Porque Roots, la nueva apuesta que la compañía británica 1927 acaba de estrenar en la sala CorpArtes, es un conjunto de relatos folclóricos insertos en una ingeniosa creación que, por medio de la animación, el video, la actuación y la música, remueve fibras.

Así como no siempre los cuentos de nuestra infancia son "tan de hadas" como nos han sido pintados, la colección de la que el grupo hace uso -recogida del índice Aarne de la Biblioteca Británica y adaptada por su directora Suzanne Andrade- tiene también su gran cuota tétrica. Sin embargo, es en el tratamiento escénico, en ese olor al cine expresionista alemán y en sus geniales efectos -de los que ya dieron cuenta el año pasado con The animals and children took the streets en este mismo escenario- donde las historias suelen aligerarse y sorprender. Porque aunque su estética apele al blanco y negro, pero también con otros momentos más coloridos que igualmente retraen a tiempos de antaño, su sorprendente uso de la animación digital, el video y el teatro, conduce las distintas narraciones por aspectos lúdicos, imaginativos, fantasiosos.

Las historias no son parte del acervo más popular de las fábulas infantiles, pero cada uno de los cuentos remite a temas universales, ya sea la codicia, la muerte, el destino e, incluso, tocando de alguna manera el concepto de la alteridad. Algunos con moralejas claras, otros no tanto y varios, los menos, sin lecciones mayores, pero con clara ironía ante temas sociales sin fronteras y en boga hoy.

Con una pantalla central en la que se van sucediendo imágenes y se abren pequeñas compuertas donde aparecen los rostros de los actores, y con músicos apostados en los costados ejecutando instrumentos incluso no tradicionales que remontan a las bandas sonoras de principios de la cinematografía y al vaudevil -muy bien sincronizados con la escena-, Roots inicia fuertemente con la historia de un gato gordo que consume a la humanidad, que saca sonrisas a pesar de lo infausto de la narración. Es uno de los platos fuertes de la propuesta junto a la encarnación física de la Pobreza, la del hombre desafortunado o la de una parisina hormiga. Hay otros que hacen decaer momentáneamente el ritmo, pero sólo por instantes.

De distinta duración cada una, y que van sucediéndose en cuadros aislados pero unidos por una estética original, por dibujos meticulosos, por una mirada artística retro entrelazada con la modernidad tecnológica, Roots, una obra familiar, apela a la ilusión, la fantasía y trae a colación el mundo real e inquietante.

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