Juan Marsé: muere el gran retratista literario de Barcelona

El escritor español y Premio Cervantes que murió este sábado a los 87 años fue un cronista magistral de la vida urbana en la posguerra civil y jamás comulgó con el nacionalismo catalán.


Había nacido bajo el nombre de Juan Faneca Roca, hijo de un joven viudo que lo dio en adopción, aunque ya en 1959 se cambió el apellido biológico por el de la familia que lo acogió. Pasó a ser entonces Juan Marsé Carbó. O simplemente Juan Marsé para sus fieles lectores en España y Latinoamérica.

Esa fue la firma que encabezó las 15 novelas que publicó en sus cinco décadas de incansable vida literaria. Fue el nombre tras las obras que describían la Barcelona de posguerra, la de los barrios y la de los personajes de la calle, no precisamente ilustrados y universitarios, sino que muchas veces hechos a sí mismos, llenos de vida y de experiencia. Eran como el propio Marsé, que nunca fue a la universidad, pero que aprendió a ser estricto y autoexigente consigo mismo cuando a los 13 años dejó el colegio para trabajar en una joyería.

Esa misma disciplina lo llevó a escribir hasta el final y ya con 83 años publicó Esa puta tan distinguida (2016), su última novela. Este sábado finalmente y debido a complicaciones de una persistente enfermedad renal Juan Marsé murió a los 87 años en el hospital Sant Pau, en Barcelona. Según informaba ayer el diario español El País, el escritor catalán dejó al menos una narración inédita: se trata de Viaje al sur, que describe sus experiencias en un viaje por las ciudades andaluzas de Sevilla, Málaga y Cádiz en 1962.

La obra se lanzará el próximo 23 de septiembre bajo el sello de Lumen. A los 29 años ya daba cuenta ahí de su enorme don para captar el ritmo, el tono y las costumbres del barrio, la calle y la vida algo gris de la posguerra civil, en este caso del sur de España. Esas mismas cualidades emergieron con propiedad absoluta en Últimas tardes con Teresa (1966), la obra que lo hizo conocido y que le significó el premio Biblioteca Breve.

De la Escuela de Barcelona

El autor de Si te dicen que caí (1990) era uno de los últimos autores vivos de la llamada Generación del 50 en España: hace sólo tres meses había muerto el madrileño Rafael Sánchez Ferlosio y dos años atrás falleció Juan Goytisolo, catalán como Marsé. Su estilo era realista y para muchos su auténtica patria era la infancia y el barrio, situando gran parte de sus narraciones en el sector de El Guinardó, zona de Barcelona de clase trabajadora y media, con muchos inmigrantes de otras regiones de España, llamados “charnegos”.

Fueron esos personajes los que poblaron sus obras, en las que se respira por lo demás una desazón antifranquista propia de muchos escritores españoles coetáneos, desde el autor y editor Carlos Barral hasta el mencionado Juan Goytisolo, todos ellos amigos de Marsé, comunistas o socialistas, y pertenecientes a la Escuela la Barcelona.

Las diferencias de clases sociales, la ética de los los vencidos (hijos de republicanos que perdieron la Guerra Civil), la idealización de su infancia y la propia ciudad de Barcelona fueron tópicos caros a Marsé. El escritor solía decir que tenía una imaginación más bien visual y no verbal y tal vez por eso mismo sus novelas fueron alimento de una gran cantidad de películas, que generalmente no disfrutó. Su coterráneo catalán Vicente Aranda fue el que más veces lo adaptó (cuatro en total) en cintas como Si te dicen que caí (1989), con Antonio Banderas y Victoria Abril, o El amante bilingüe (1993), con Imanol Arias y Ornella Muti.

A pesar del apego a la tierra patria, Marsé fue enemigo de los nacionalismos y jamás comulgó con el independentismo catalán: siempre, además, prefirió el castellano como lengua narrativa. En el año 2009, ganó el Premio Cervantes, el más importante de la lengua castellana y el mismo que nueve años antes había obtenido el autor chileno Jorge Edwards, que lo conoció.

“Era un escritor que tenía una gran destreza narrativa, capaz de contar y describir muy bien historias que generalmente tenían que ver con la pobreza o con personajes humildes de la Barcelona de posguerra”, dice Edwards contactado por Culto. “Cuando llegué a España después de 1973, me tocó vivir muy cerca de él en el pueblo de Calafell, cerca de Barcelona. Me consta que no era un nacionalista y que eso le trajo dificultades”, agrega el narrador chileno.

Las reacciones por la muerte de Juan Marsé fueron amplias. Una de las primeras vino del Premio Nobel Mario Vargas Llosa. “Se muere Juanito Marsé, se ha quedado vacía Barcelona”, reaccionaba el escritor peruano en el diario El País.

Luego lo recordaba: “Marsé era muy buena persona, buena gente, tan simpático. Había sido aprendiz de joyero y Carlos Barral lo atrajo a su círculo y nos lo fue presentando, hasta que un día me dijo: “Tienes que leer su novela Encerrados con un solo juguete. Era un gran libro, como Últimas tardes con Teresa, que leí en manuscrito y dio lugar a una riña en el jurado del Premio Biblioteca Breve. Era una novela formidable de un escritor que venía de una familia humilde y estaba allí, tímido, entre nosotros, siempre generoso, siempre en la buena línea”.

Desde mucho más cerca el también barcelonés Enrique Vila Matas (Bartleby & Co.) lo describía en términos humanos de esta manera: “A veces Marsé me recordaba a Gatsby: había algo brillante en torno a él, una exquisita sensibilidad para captar las promesas de la vida, como si estuviera vinculado a una de esas complicadas máquinas que registran los terremotos a mil millas de distancia”.

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