Amanda Labarca: historia de la infatigable feminista y educadora

Oriunda de Santiago, fue la primera mujer en dictar una cátedra universitaria en América Latina. Educadora y feminista, abogó por la mayor participación de las mujeres en la actividad política.


Al costado de La Moneda, entre Teatinos y Amunátegui, existe una calle ubicada cerca del Ministerio de Educación. Antaño su nombre era Almirante Gotuzzo, hoy, se llama Amanda Labarca. La destacada educadora, escritora y feminista chilena, que desarrolló su actividad durante la primera mitad del siglo XX.

Nacida en Santiago, el 5 de diciembre de 1886, con el nombre de Amanda Crispina del Carmen Pinto Sepúlveda, desde niña se enfocó en la actividad humanista. Tras realizar sus estudios en el Liceo Isabel Le Brun de Pinochet, a los 15 años se graduó de Bachiller en Humanidades. Gracias a esto, comenzó a trabajar como profesora.

Fue en esa labor, en el Santiago College, donde conoció a su marido, el escritor Guillermo Labarca Hubertson. Debido a que su familia se opuso al enlace, y como una provocación, la joven Pinto Sepúlveda cambió sus apellidos por los de su esposo. Eso daba cuenta de su carácter decidido.

Porque su ruta estaba enfocada en el conocimiento. Con 18 años, en 1905, se tituló de profesora de Estado en Castellano por la Universidad de Chile. Luego, en 1906, fue nombrada subdirectora de la escuela Normal Nº 3. Al año siguiente, publicó su primer libro, Impresiones de Juventud, un estudio de la “Generación del 1898″, el grupo literario que reunió a autores españoles, que escribían bajo el influjo de la derrota de su país en la Guerra Hispano-Estadounidense, que le significó a la Madre Patria perder sus últimas colonias (incluida Cuba).

Es que el Chile de inicios del XX también era bastante movido. La llamada “Cuestión Social” comenzaba a generar debate en la sociedad ante un modelo oligárquico del poder (la República Parlamentaria) que hacía oídos sordos a las necesidades de los sectores más vulnerables. Pasaron incluso, protestas reprimidas duramente, como la Huelga de la carne, en 1905; o la Matanza de la escuela Santa María de Iquique, en 1907.

Retrato de Amanda Labarca a los 40 años de edad. Archivo del Escritor; Biblioteca Nacional.

La constituyente Labarca

Pero también las ideas se movían, y en ese sentido, el feminismo estaba surgiendo con fuerza, sobre todo en el extranjero. Labarca pudo viajar a Estados Unidos, para estudiar en la Universidad de Columbia, luego a La Sorbonne de París. No solo para seguir estudiando pedagogía, también feminismo. A su vuelta, comenzó a impulsar la difusión del ideario feminista rescatando el concepto de que la mujer debe tener de su propia historia. Para ello, creía en la educación como un medio fundamental. De hecho, organizó un Círculo de lectura con otras mujeres. En 1922, siendo militante del Partido Radical, presentó un proyecto para mejorar los derechos civiles de las mujeres, dentro del Código Civil.

Y prueba de esta participación fue en 1925, en la llamada Asamblea Constituyente de Asalariados e Intelectuales, o la “Constituyente Chica”, donde un grupo de personas de los sectores medios y populares se juntaron a trazar las lineas de una nueva Constitución. Por entonces, Labarca contaba 38 años, y ya tenía una importante trayectoria. Solo pocos años antes, en 1922, se le nombró profesora extraordinaria de psicología en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, de ese modo, hizo historia al convertirse en la primera mujer en dictar una cátedra universitaria en América Latina. Había estudiado en ese misma escuela.

Para 1925, había publicado los libros Impresiones de juventud (1907), Actividades femeninas en Estados Unidos (1914), En tierras extrañas (1914), Las escuelas secundarias en los Estados Unidos (1918), La lámpara maravillosa (1921), Lecciones de Filosofía (1923).

En la Asamblea, Labarca abogó porque las mujeres tuvieran más acceso a participación política. “Aún cuando actualmente a la mujer no la creían capaz de obrar libremente en igualdad de condiciones con el hombre, la asamblea debía mirar hacia el futuro”, dijo en la Asamblea (según cita el historiador Sergio Grez en su artículo La asamblea constituyente de asalariados e intelectuales Chile, 1925: Entre el olvido y la mitificación).

Tras su paso por la Constituyente Chica, Labarca defendió el derecho al divorcio, organizó las Escuelas de Verano en la Universidad de Chile; fue directora del Departamento de Extensión Cultural de la casa de Bello entre 1949 y 1955; asimismo, estuvo entre las fundadoras del Comité Nacional pro Derechos de la Mujer (junto a Elena Caffarena) y además fue embajadora de Chile ante la ONU.

Incansable, incluso en sus últimos años escribió numerosos estudios relativos a la educación y la mujer, artículos de opinión en periódicos y revistas. Falleció en Santiago el día 2 de enero de 1975.

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