Culto

Crítica de discos: la historia juega a favor de The Beatles, pero no tanto para The Rolling Stones

Los Fab Four vuelven a la vida con una nueva entrega del proyecto Anthology, esta vez con material que no había visto nunca la luz. The Rolling Stones hace lo propio, pero con uno de sus álbumes más regulares, Black and blue. En lo más reciente, FKA Twigs invita a una fiesta hermética.

Crítica de discos: la historia juega a favor de The Beatles, pero no tanto para The Rolling Stones

*The Beatles - Anthology 4

Los datos duros de esta antología se resumen en 36 cortes alternativos, la mitad inéditos, que abarcan sesiones del cuarteto entre 1963 y 1969. Conocedores y reseñas acusan escasas novedades considerando la existencia de numerosas versiones en el cancionero de la banda de Liverpool -Youtube es una cantera generosa-, señal inequívoca de que habrá nuevos empaques y selecciones de su catálogo.

El tiempo sigue jugando a favor de los Beatles en la medida que la tecnología permite progresivas mejoras en el sonido -Giles Martin ha hecho un trabajo extraordinario como sucesor de su padre- que transportan a la intimidad del estudio y su ambiente: la energía desbordante de Paul sugiriendo acordes y arreglos, las risas a destajo ensayando el esqueleto de Octopus garden, Lennon opinando críticamente sobre su performance en Julia, las excelentes primeras tomas de In my life y I need you, y las armonías más contenidas en If I fell, entre infinidad de detalles reveladores de la creatividad, la artesanía, lo laboriosos que eran, y lo increíblemente bien que sonaban desde un principio. Los registros también son un acceso a las trivialidades -a Mal Evans le piden esto y aquello-, a esa existencia que registraron día a día gracias a un management consciente de que esos cuatro jóvenes estaban cambiando el curso de la historia, sin otra arma que un talento descomunal.

*The Rolling Stones - Black and blue (Super deluxe)

Hacia 1974 los Stones iban a la deriva. Tras discos flojos como Goats head soup (1973) y It ‘s only rock ‘n roll (1974), Mick Taylor cerró por fuera desatando una búsqueda entre la flor y nata de la guitarra. Jeff Beck y Rory Gallagher despuntaban en las candidaturas pero Keith Richards -viejo zorro- no estaba dispuesto a un compañero más dotado.

Finalmente Ron Wood, un todo terreno con trayectoria en los Faces, tan encantador como inocuo, fue el elegido. Si en los 60 el maná provenía del blues y el rock & roll ennegrecido, hacia mediados de los 70 el funk, el reggae y el disco era un magneto para los británicos. Pero la frescura estaba marchita y este décimo tercer álbum, publicado en abril de 1976, lo retrata cruelmente.

El arranque con Hot stuff ofrece el aspecto de una jam irresoluta, un ejercicio sin fondo, mientras los escarceos reggae de Cherry oh baby y Hey negrita no lo hacen mucho mejor. Los puntos altos son escasos y rotundos, el caso de Hand of fate. El encanto de esta edición se concentra en el material en vivo grabado en el Earls court en 1976, donde mezclan clásicos con lo nuevo en un formato que perdura hasta hoy, con numerosos músicos de acompañamiento, incluyendo a Billy Preston en teclados. Las versiones son feroces, Mick Jagger está en plena ebullición vocal, y Ron Wood como seda asumiendo numerosos solos pero sin hacer sombra a Richards.

*FKA Twigs - EUSEXUA Afterglow

Hace once años el primer álbum de la inglesa Tahliah Debrett Barnett (37) -FKA Twigs- fue promocionado y analizado como el mañana del pop electrónico, una muestra de material audaz rebosante de maquinaria, filtros, capas y atmósferas cósmicas.

Las siguientes entregas confirmaron que FKA Twigs no está para complacencias, hasta llegar a este cuarto título -la continuación de Eusexua-, publicado en enero último. El término es una invención de la artista para referirse a “la sensación de vacío y concentración” camino al orgasmo, en tanto el disco pretende representar la “banda sonora para las horas posteriores a la fiesta y extendiendo esa euforia hasta el día siguiente”.

Entre las intenciones y los resultados queda claro que FKA Twigs sigue empecinada en una narrativa musical sofisticada de producción futurista y a la vez con extrema confianza en las formas, para decantar en la difícil retención de sus piezas. No hay nada parecido a un estribillo, a un gancho para estirar la celebración y el placer según las declaraciones promocionales, sino la edificación de ambientes con tecnología de punta. Como material incidental, el disco eventualmente funciona y solo hacia el final con Stereo boy asoma un trabajo de mayor encanto inmediato. Lo de FKA Twigs es una fiesta de características herméticas con invitación restringida.

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