
Crítica de discos: los triunfos de Swans, Ty Segall y Flor de Rap
Swans y Ty Segall demuestran esta semana que se mueven en sus términos para lograr resultados redondos; algo similar sucede con la artista chilena, en un título lleno de invitados estelares.

*Swans - Birthing
Los neoyorquinos Swans llegaron a un límite. Birthing, asegura el líder Michael Gira (71), es la despedida de las largas composiciones y se pronostica un cambio de curso. Así, este décimo séptimo álbum de siete títulos en una hora y 55 minutos, sería un canto de cisne del formato y un nuevo desafío a la paciencia de sus seguidores.
Swans funciona en torno a la alteración de las estructuras tradicionales. Domina el drone -una nota, una línea sostenida con los instrumentos superpuestos- hasta la configuración de una sinfonía temperamental entre el desquiciamiento y la belleza, el fulgor de la vida o un caos apocalíptico rumbo a infiernos colectivos y personales. Lidiar con esta pesada carga existencial mediante un lenguaje artístico que profundiza la esencia del rock como una expresión descomprometida, visceral y auténtica, puede inquietar y agotar.
Si se hace clic con la experiencia, Birthing propone un viaje magnífico de pasajes caleidoscópicos y exóticos, aullidos siderales, voces angelicales, baterías estruendosas marcando golpes orquestales, en medio de guitarras decididas a levantar murallas como formaciones geológicas, que se alzan violentamente en medio del mar. En Swans todo resulta monumental, litúrgico, demencial y trascendente, hasta decantar en un triunfo sin más compromiso que el arte en sí.
*Ty Segall - Possession
En la misma órbita hiper productiva de Guided By Voices y King Gizzard & The Lizard Wizard, el californiano Ty Segall (37) publica su decimoséptimo álbum a diez meses de Love rudiments, un relato romántico construido en cuatro ingeniosos movimientos en torno a la batería y la percusión.
Possession, en cuyas letras sobre la fama y la mortalidad colabora el cineasta Matt Yoka, retrotrae a un rock autoral, reverberante y tripeado de los 70, como si Los Beatles hubieran seguido en actividad tras Abbey Road (1969), bajo ligera hegemonía de George Harrison. En Shoplifter y la espléndida canción homónima, Sygall canta y solea como el fallecido beatle.
Shining filtra glam rock de guitarras chirriantes, mientras Skirts of heaven incluye fanfarrias y violines que realzan el canto melódico, que persiste sigilosamente en un sonsonete que recuerda a Marc Bolan de T-Rex. Una cuota de Cheap Trick en las voces y The Who en las guitarras eléctricas y acústicas maridado en soul da vida a Fantastic bomb, un corte de categoría superior, como en The Big day y Hotel regresa la sensación de que los fab four continuaron en triunfal carrera en los 70. Ty Segall es un caso aparte no solo por lo prolífico, sino la alta calidad del material que reverencia, explorando caminos eventualmente agotados. Se las ingenia para no tropezar en el revivalismo literal, sino convertir el pasado en un brillante presente.
*Flor de Rap - Adicción
El imaginario de Flor de Rap (35) es a prueba de balas en cuanto a lugares comunes del género más callejero que existe: el orgullo barrial envuelto es una ambivalencia de bendición y maldición, las adversidades por el origen, cantarle a la mamá, las rimas como salvación ante un destino de pésimo pronóstico, reivindicaciones sociales, y enemigos que nunca queda muy claro quiénes son, pero que claramente encarnan lo peor.
Esta construcción de blancos y negros, de ellos versus nosotros, de personajes bien intencionados y sabios -la voz de José Mujica acompaña un corte- y otros nefastos, propicia chatura y reduccionismos. Pero es ahí donde Ángela Lucero Areyte, su verdadero nombre, marca la diferencia. Los primeros cortes de su cuarto álbum se enfundan en sonidos, beats y marcos estilísticos clásicos de los 90, pero en la medida que Adicción avanza se desvía favorablemente hacia el urbano y el pop sin dobleces, abriendo sus posibilidades y timbrando matices, pero con la fiereza rapera como eje.
Adicción cumple con la normativa imperante que obliga a numerosas colaboraciones que, en este caso, benefician la variedad y la frescura. Ana Tijoux, Myriam Hernández, Américo, Pailita y Pablo Chill-E, son los nombres más rutilantes en una extensa convocatoria que cubre toda la obra, al punto que no hay ninguna canción sin invitados.
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