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El regreso a Chile de Katy Perry: una cátedra de pop en vivo

La figura del pop se presentó en Chile con The Lifetimes Tour, una gira que reúne sus mayores éxitos. Configurado como un videojuego, la artista mostró su versatilidad musical y visual, mezclando aquellos vestuarios y bailes que la consolidan como una de las grandes del pop clásico.

El regreso a Chile de Katy Perry: una cátedra de pop en vivo. FOTO: Pedro Rodríguez

En la pantalla aparecen dos manos sujetando un par de lentes. Son de realidad virtual. El personaje se los coloca y comienza el juego: todo está destruido, el planeta está en crisis y una fuerza malvada mantiene cautivas a las mariposas.

Un mundo distópico donde perros y gatos son aliados; se necesita una heroína, una cantante-cyborg que con su destreza logre salvar a la humanidad y qué mejor que un poco de pop para recuperar la paz.

Eso es lo que presenta Katy Perry en Chile en el The Lifetimes Tour, una gira que reúne los grandes clásicos a más de 15 años de su primer disco. Son las 21:15 del sábado 6 de septiembre cuando se apagan las luces del Estadio Bicentenario La Florida. Un grito que llevaba siete años contenido por fin se suelta. Es el regreso de una de las figuras más significativas del pop de este siglo al país, una leyenda que sigue dando cátedra sobre cómo dar un concierto de calibre mundial.

A estadio lleno, minutos antes de comenzar, aparecen decenas de pantallas en las visuales. Con ritmos electrónicos de fondo se muestran extractos de los videoclips de la amplia trayectoria que ha conseguido la estadounidense en la industria musical. Ella es cuna de innovaciones sonoras del género y también inspiración para muchas artistas que se formaron en las últimas dos décadas; resalta también su última presentación en los premios VMAS´s, donde presentó un adelanto de lo que sería este tour.

Katy Perry en los VMA´s 2024

Katy Perry está de vuelta

Del suelo aparece una cápsula circular que se eleva por los aires y al centro está ella. La diva demuestra cómo los años no han tenido efecto alguno.

Toma el micrófono y abre con Artificial, tema de 143, su álbum más reciente, el que no generó reacciones entusiastas de la crítica. El público, mayoritariamente masculino, se enciende e inicia un vaivén rítmico que se mantendrá durante todo el show.

“Esperaron mucho. Estamos muy felices de estar aquí, todos nosotros”, abre el espacio desde el escenario. “Se ven muy bien, estoy muy orgullosa de ustedes. Estoy muy orgullosa de llamarlos mi familia. Ustedes pueden llamarme reina”, aleona, con esta última palabra en español.

La nueva visita tiene varios puntos que destacar: se trata del primer concierto de la gira del tramo latinoamericano y es el recinto más grande en el que se ha presentado en Chile. Desde el escenario, la cantante es clara: quiere mucho a sus fans chilenos y aprovecha cada silencio para agradecerles por el apoyo a lo largo de los años.Este soporte ha sido necesario, pues su carrera, a pesar de ser mundialmente exitosa, no estuvo exenta de polémicas. Desde divorcios públicos hasta comentarios desafortunados, es foco de críticas constantes que, en cierto modo, responden a la obligación de mostrarse como una mujer compuesta y perfecta; a través de su proyecto deja sus límites claros y su mirada frente al mundo.

Una de sus canciones recientes lo explicita: “Este es el mundo de las mujeres y tienes suerte de vivir en él”. A la fecha ha lanzado seis discos, un número menor considerando su cantidad de años en la industria y la tendencia de las nuevas generaciones a producir al ritmo del mercado; sin embargo, Katy Perry con sus 40 años recién cumplidos es el ejemplo de que a veces calidad es mejor que cantidad.

El The Lifetimes Tour es la tercera instancia en la que Perry se presenta en el país –antes ocurrió en 2015 y 2018–. Esta gira se plantea como un recorrido por los hits de sus álbumes de estudio; al estilo de Taylor Swift con el Eras Tour. La intérprete repasa desde Last friday night, Dark Horse hasta el icónico I kissed a girl. “Les daremos todas las canciones, el show completo y más”, asegura. “Son mi familia, y me refiero, por supuesto, a la comunidad gay”, cierra para cantar este último himno de la comunidad LGBT.

Videojuegos y mariposas: la apuesta visual del concierto

Así como también lo hacen Nathy Peluso, C. Tangana y Sabrina Carpenter, Katy Perry muestra sobre el escenario más que canciones, se trata de una instancia narrativa, un espacio para contarle a los fans una historia.

En realidad pasan un par de horas, pero para quienes disfrutan, es una noche completa, así lo mostró por ejemplo Morat en su última gira, Ya es mañana.La visualidad para el pop es muy importante.

Desde las primeras exponentes partió la tendencia a convertir la tarima en un juego: cambios de vestuarios, escenografías pomposas e interacción con el público, sin dejar de lado la actitud de diva que remece con la mirada.

Perry no se queda atrás y, a pesar de no traer todo lo planeado originalmente para la gira, da un show que deslumbra.En esta ocasión el escenario en forma de infinito característico del tour no está, en su lugar, hay una estructura en “T”, clásica pero funcional. Ocho bailarines dan movimiento a la escena, funcionando como eje central, ya que para mantener la calidad vocal que requieren la mayoría de temas la cantante tiende a no moverse mucho.

Sus outfits brillan y la hacen resaltar, aunque hay cierta presencia escénica que falta; se visualiza difícil abarcar tanto espacio y algunos silencios entre canciones provocan desconexión. Este problema va de la mano con algunas canciones alejadas de las mejores del repertorio. Si bien en todas hay cientos de personas coreando, es claro cuáles son las favoritas. En esos momentos no se establecen diferencias: adultos y jóvenes, fanáticos o acompañantes conocen los éxitos que marcaron la mitad de la primera década de los 2000.

Esto es evidente en el primer cuarto de canciones. Partiendo con Artificial, Chained to the rythm y Teary eyes, se crea una atmósfera, se sabe que viene algo grande pero aún falta para que estalle. Esta bomba se materializa en Dark horse, single de 2013 que se mantiene en la memoria colectiva, en parte, por el video al estilo egipcio.

Cada cuatro o cinco canciones hay una pausa. La cantante recopila temas que tienen conceptos similares y con eso se constituyen los niveles del videojuego. Antes de partir la siguiente era aparece en las visuales un video original que muestra a la estadounidense como un personaje de ficción; se le asignan misiones, va obteniendo medallas en forma de corazón y, por supuesto, cada desafío significa un aumento de dificultad.

El segundo tramo es con distancia uno de los más aplaudidos. Se combinan los éxitos Woman´s world, California Gurls, Teenage Dream, Hot N Cold, Last friday night y I kissed a girl. Un repertorio escogido con pinzas que presenta con esplendor la variedad de ritmos y propuestas.Al finalizar Teenage Dream ocurre un momento importante: es la primera vez que Perry se dedica a hablar más tendido con el público, apreciando los ingeniosos outfits de la primera fila. “¿Entonces aún me aman? Tengo 40 años. 40 años malditamente fabulosos”, grita a través del micrófono.

Vestuario y bailarines: un combo imbatible

Katy Perry pasa por cinco cambios de vestuario durante las dos horas de concierto. Inicia con un traje metálico –que recuerda al utilizado por Zendaya en la premiere de Dune: Parte 2–, seguido de un vestido amarillo, un conjunto de dos piezas blanco, una traje que mezcla superhéroes y payasos anunciado previamente por redes sociales, una armadura para luchar contra el enemigo y un bikini metálico de bronce que destaca por unas joyas brillantes que le entregan movimiento.

Ninguno es simple, todo está calculado, excepto un elemento: unas alas gigantes de los colores de la bandera chilena que, según comentó desde el escenario, se las dio un fan en el meet & greet previo. “Las amo porque representan a Chile”, aseguró.

El grupo de bailarines está compuesto por ocho hombres. Se encargan de dar vida a las interpretaciones y, en algunos casos, incluso arman la escenografía en vivo: tarimas, zancos y extremidades monstruosas. Un vistazo al profesionalismo.

La adaptación y el cierre en Chile

Avanzando en el show van quedando atrás éxitos recientes como Nirvana, Crush, I´m his, he’s mine y Wide awake. Llega entonces uno de los momentos interactivos: Choose your own adventure.

En las pantallas aparece el álbum seleccionado para la noche –Smile (2020)– y una serie de canciones que el público puede elegir a través de un QR. La decisión está tomada: Harleys in Hawaii y Never really over. Asegura que estas dos canciones son especiales y que Latinoamérica las merece; hace incluso referencia a la playa que evoca el primer tema, pidiendo a los miles de asistentes que se imaginen en la arena y no en el frío que inunda el estadio ya entrada la noche.

Llega otro episodio icónico del show: de entre el público la cantante escoge a un afortunado para subir a la tarima, argumentando su elección a viva voz diciendo que su outfit es increíble. Acá ocurre un momento tenso; cuando Perry le pregunta cómo decir algunas palabras en español, él responde que no sabe porque viene de Brasil. Un abucheo empieza a escucharse desde las graderías, sin embargo, la cantante lo termina tajantemente al sumar a otro fan desde las primeras filas. Esta vez se trató de Santiago, un joven que se mostró muy emocionado y pudo conversar con la cantante en un fluido inglés. Ambos fueron parte de la banda para la interpretación de Never really over.

Acercándose al final sigue con All the love, E.T., Part of me y Rise; todas con amplia y ruidosa recepción por parte del público.

El Estadio Bicentenario ya es una fiesta, para las girls y los gays, como dice la propia cantante. Llega el momento de Roar, uno de los éxitos innegables. Había curiosidad respecto a cómo se iba a resolver el tema de la mariposa gigante que vuela sobre el público en las cúpulas y, en realidad, se solucionó de manera destacada. Cada bailarín ingresó al escenario con una mariposa de tela que ondeaba como bandera –similar a los utilizados por Swift al inicio del set de Lover–, coordinando una coreografía que le entregó un matiz etéreo a la potente letra.

Daisies y Lifetime marcan los últimos ritmos para cerrar en lo alto con Firework; un mensaje de resiliencia y amor propio que comparte con todos aquellos fans que la han apoyado durante casi veinte años de trayectoria. La canción termina, la cantante llega al fondo del escenario y desaparece cuando una plataforma la baja. Las mariposas son liberadas.

Queda solo el humo de los fuegos artificiales y miles de confetis se mantienen en el aire. Es el final del concierto, una puesta en escena creada para las cámaras, con guiños a las eras que componen el pop originario, ese que buscaba por sobre todo entretener: Katy Perry, en eso, es experta.

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