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“Háganla corta porque les va a ir como las h...”: la historia del traumático show de Upa! en el Festival de Viña

El nuevo libro Upa! Quiere decir... revela en detalle el duro paso de la banda por el Festival de Viña 1987: desde lo que les dijo el director Eduardo Ravani hasta la canción que surgió de aquella experiencia. Aquí la historia.

“Háganla corta porque les va a ir como las h...”: la historia del traumático show de Upa! en el Festival de Viña

Deberían haber ido Los Prisioneros. Pero el destino quiso que los elegidos fueran Upa!

Esa fue la posta del rock chileno que marcó el Festival de Viña de 1987, cuando el trío sanmiguelino estaba en la cúspide de su fama con dos álbumes rebosantes en éxitos y un amplio arrastre popular, por lo que se alzaban como el número idóneo para aterrizar en la Quinta Vergara durante ese verano.

Pero los recelos que provocaban en los militares, al control del canal que emitía el espectáculo, TVN, dictaminó lo contrario: Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia no pasarían por el escenario más convocante del país.

Debido a compromisos propios de la industria, la lista del sello EMI -donde pertenecía el grupo- debía correr y los siguientes escogidos fueron el conjunto Upa!, también de consistente suceso por esos días gracias a un título debut homónimo aferrado a la new wave y donde desfilaban canciones como Sueldos, Fotonovelas y La bamba.

Así al menos lo recuerda Mario Planet, guitarrista y fundador de los propios Upa! en el libro Upa! Quiere decir..., recién aparecido vía Santiago Ander Editorial, donde él mismo funciona como autor y en el que dedica un capítulo completo a detallar el turbulento salto de la agrupación del Festival de Viña 1987.

“Íbamos como quien va a una expedición científica, al máximo de lugares posibles, fueran programas de televisión, radio, gimnasios, cafeterías o estadios. Partíamos siempre con la curiosidad de ir a explorar una vivencia, no solo interesados en dónde, cómo o cuánto íbamos a ganar. Fue esa filosofía la que nos llevó al Festival de Viña del Mar y que evidentemente erró en los cálculos desde un punto de vista ‘plan de carrera’. La intensidad de la experiencia fue lo que nos movilizó en ese momento”, admite Planet en el texto, deslizando cierta dicotomía en el ADN del grupo.

Pese a que integraron en un principio la escena underground capitalina, y a que muchas de sus presentaciones se realizaban en universidades o teatros de menor aforo, también estaban dispuestos a ocupar vitrinas de masividad aplastante, donde posiblemente la audiencia no sólo los buscaba a ellos.

Ahora en conversación con Culto, Planet dice que no ve esa convivencia con ambos mundos como una contradicción: “Puede ser desde lo histórico, pero no lo es para nosotros. Queríamos ocupar el máximo de tribunas posible. Que nuestra música llegara a muchos lados. No sacábamos nada con hablarle sólo a los conversos o a quienes nos seguían”.

Un “caballero motivador”

Pero para mover el cerco y dialogar con quienes están más allá, Upa! debió sortear un campo pedregoso. Según recuerda Planet en el libro, en las semanas previas a Viña 87 debieron reunirse con Eduardo Ravani, en ese entonces director del certamen y hombre todopoderoso de la TV local, parte también del Japenning con Ja.

“Ravani, quien no andaba muy bien de ánimo, nos recibió lanzándonos lapidarias palabras”, rememora el músico en el título. Después continúa: “(Nos dijo) ‘No sé por qué van a Viña, lo único que les recomiendo es tocar dos temas e irse’... ¡Súper motivador el caballero!“.

Planet también reconoce que el grupo que debería haberse presentado ese año eran Los Prisioneros. “Los segundos en la lista éramos nosotros, que, pese a tener textos que afirmaban una posición, como Sueldos y Quizás 2000, a los censores de turno les parecía menos graves o no entendían lo que queríamos decir y, como seguramente había cuotas por ello, nos tocó a nosotros ir por la EMI”.

No era una contradicción estar en Viña, pero sí se sentían contrariados. Planet reconoce que transitar por la intensidad de los pasillos y camarines de la Quinta Vergara en plena era festivalera era oscilar “entre la maravilla y el ridículo”. Tan así que mientras caminaba por las fauces del recinto, se topó con Raphael, quien al igual que los chilenos se presentaba esa noche del sábado 14 de febrero. Los otros comensales eran Luis Dimas, Ernesto Ruiz “El Tufo”, Manoella Torres, y Pachuco y la Cubanacán.

En el fragor de los nervios y la previa, Planet se nubló y cuando vio a Raphael -“el ídolo español de mi madre”, califica- no se acercó a pedirle una firma ni hablarle. Lo vio muy concentrado y no quiso distraerlo. “Pero estuve cerca y eso me bastó”, se consuela según cuenta en el libro.

Justo después de ver a Raphael, a Upa! lo empujaron al escenario y el asunto fue literal: fueron arrojados de modo casi virulento a cantar bajo los focos de la Quinta Vergara.

“Nuestros equipos estaban montados en una rampa móvil que debía avanzar hacia el medio del escenario mientras tocábamos la primera canción. Lo supimos, o más bien nos dimos cuenta, sólo cuando la huevá empezó a moverse y los ineptos que o se tomaron ni vinco minutos para advertirnos, nos gritaban: ‘¡Ya toquen!, ¡toquen!’“.

El guitarrista narra en el libro que tales tropiezos en la producción los obligó a salir dos veces, generando un ambiente confuso y caótico, propicio para las pifias del “Monstruo”. En el resumen, igual califica el hecho de “hito” en la carrera de la banda, aunque también como “traumático”.

Para apoyar su tesis, se sirve de la opinión en el texto de su compañero Sebastián Piga, saxofonista y también fundador de Upa!, quien cuenta: “Había gente que nos conocía, pero fuimos siendo bien desconocidos por el gran público que asistía al evento y el que lo veía por la tele”.

“Eduardo Ravani nos citó a su oficina a una reunión para decirnos: cabros, háganla corta porque les va a ir como las huevas. No con esas palabras, pero el mensaje era ese: toquen pocas canciones. Mi sensación era: ¿para qué nos están llamando entonces? (...) no éramos conscientes de que nos estaban mandando al sacrificio".

En ese “sacrificio”, Upa! cantó Sueldos, Cuando vuelvas, Fotonovelas y La bamba, entre otras: sus mayores hits. Al final, el “Monstruo” no los comió, pero la reacción fue apenas tibia.

Son rumores

En el ambiente, entre los pasillos de hoteles y entre la prensa, en la clásica rumorología que hasta hoy acecha todo Festival de Viña, circulaba la versión de que Augusto Pinochet llegaría esa noche a la Quinta Vergara para encararlos por su nombre (la leyenda decía que era Augusto Pinochet Ugarte al revés). También corría la versión de que el propio cantante Pablo Ugarte era sobrino del dictador.

En ese escenario caldeado, Hernán Rojas, ingeniero de sonido de Upa! esos años y presente con ellos en Viña, confirma que la situación fue traumática.

Así lo describe en Upa! quiere decir...: “Entonces, estábamos tocando la segunda canción, se corta la luz y nos sacan para atrás en mala. Vuelve la luz y de nuevo nos empujan para adelante continuando la pifiadera que le tocó recibir injustamente a Upa! El sonido fue muy malo, no me dejaron estar en la mesa de sonido y por eso la banda me pidió acompañarlos en el escenario haciendo los sonidos de Drum Machine. Ellos estaban muy nerviosos e inseguros. Fue un bautizo de fuego”.

Aunque hasta hoy los músicos reclaman que no recibieron un peso por el show, no todo fue tan áspero. Cuando la agrupación se retiraba de la Quinta Vergara en dirección al hotel O’Higgins, donde alojaban, vieron a una niña en un costado del camino llorando desconsoladamente. Era una fanática de Upa! de toda la vida. Pararon para preguntarle qué le pasaba. “Es que no los entendieron”, respondió ella.

Fue el origen de Ella llora, uno de los grandes éxitos del conjunto. En rigor, tras esa noche de verano en la Ciudad Jardín, no se fueron con las manos vacías.

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