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Javier Barría lanza álbum tras nueve años y se inscribe entre los mejores del año: “Es mi examen de grado de productor”

El músico chileno volvió a publicar un disco tras casi una década de silencio. Un trabajo en que reunió material que fue componiendo durante los últimos años, bajo la influencia de la música del pasado. En charla con Culto, detalla el proceso, la influencia de su trabajo como productor y cómo volvió a activar la maquinaria de la escritura de canciones.

Javier Barría Foto por Juan Maturana.

Aunque desde sus primeros años destacó por una producción prolífica, Javier Barría (Santiago, 1979) pasó los últimos nueve años sin publicar discos. Una situación a contrapelo de su actividad, que lo situó desde los principios de los 2000 en la escena de cantautores que aprovecharon las bondades de las incipientes plataformas como MySpace.

En realidad fueron varias las situaciones que mantuvieron a Barría ocupado; la principal, su trabajo como productor musical. Sus servicios han sido requeridos por un variopinto de artistas, desde Dulce y Agraz, pasando por Benjamín Walker, y más recientemente, hasta Leo Quinteros.

“Me dediqué a la producción musical -dice al teléfono con Culto-. En estos últimos 10 años, es mi trabajo full time, por así decirlo. Entonces hubo una baja de tiempo para dedicarle a mi proyecto. En realidad me dedicaba a tocar cuando había un show".

Javier Barría. Foto por Juan Maturana.

Pero lo principal, fue que la labor de productor lo alejó del ejercicio habitual de escribir canciones. Raro en alguien que comenzó a publicar en 2002, y luce una extensa discografía de casi una decena de discos y otros tantos EP. “Nunca dejé de hacer música o inventar fragmentos o ideas, pero la escritura, el terminar canciones fue lo que no se me fue dando y así pasaron los años, hasta el año que inicié esto en el 2023″.

En ese año logró terminar un par de canciones. Una fue la elocuente Mi nueva canción a la que le siguió Una clase de amor. Dos canciones muy similares, en su sonoridad cálida y evocación retro. Estas le dieron el pie para avanzar, por fin, a un nuevo disco, Un cariño antiguo, ya disponible en las plataformas digitales y que ya se ubica entre los lanzamientos destacados de la temporada. “Ambas comparten el mismo espíritu, casi el mismo tempo también, criterios muy similares y evocan también a una vibra, una época similar -explica Barría-. Esas fueron con las que dije: acá hay un disco y lo quiero hacer. Fue como el puntapié inicial”.

Barría comenzó a trabajar en el material que fue escribiendo en los últimos años y tenía sin terminar. Así acabó 12 temas, de los cuales descartó dos para el disco. “La escritura no es totalmente nueva, hay muchas palabras, frases que se arrastran por años” detalla.

Javier Barría. Foto por Juan Maturana.

Un cariño antiguo tiene una sonoridad muy definida. Es notoria la calidez de los instrumentos, suena a un disco tocado y de una marcada influencia de los 70, entre la fina factura del Motown y la música británica. Un universo que trazó desde las primeras canciones. “Fue mutando en el camino, pero es como una especie de mezcla entre los años 70 y 90. Eso fue como el marco temporal. Ocupé muchas referencias, sampleé algunas cosas de discos antiguos que están muy camufladas. Escuché mucha música también, como para hacerme un mapa. Hice una playlist con ideas. Fue un escenario que rápidamente se armó, pero en el camino hay cosas que igual se escapan. También porque hay canciones que vienen de épocas muy distintas, entonces es inevitable que por ahí algo del espíritu original de esa canción quede”.

Al ser material que recogió de los últimos años, hubo temas que se transformaron para entrar en el campo sonoro del disco. Barría lo explica con un ejemplo. “La canción que abre, Tesoro, originalmente era cercana al electropop, un poquito como Pet Shop Boys, como esa onda. La hice el año 2018. Pero gracias a una canción que escuché en un evento, como música de fondo, un tema soul de los años 70, fue que encontró este lugar en el disco. Tiene una cosa medio Marvin Gaye, Temptations, no sé. Estuve muy atento a escuchar ideas mientras trabajaba el disco".

Tal como en otros momentos de su carrera, Barría grabó el disco trabajando en estudios móviles, habitaciones, cuartos propios o ajenos en que fue registrando voces, instrumentos, guitarras. Lo único que se registró en estudio, fue la batería, grabada en Argentina por el músico rosarino Álvaro Manzanero. También los bronces, registrados en un estudio en Santiago. “Todo lo demás se grabó en mi estudio propio, habitaciones donde estaba -apunta-. Hay unas voces y guitarras que se grabaron en medio de una gira en el sur, en una cabaña en Puerto Varas. En realidad, no es tan distinto a como siempre he trabajado”.

Javier Barría. Foto por Juan Maturana.

-¿Cuán difícil fue volver a la escritura de canciones tras ese tiempo sin hacerlo?

-Fue lo más difícil que me tocó, porque también es una especie de atrevimiento, fue como vencer un bloqueo. Y ocupé un montón de material escrito que tenía de estos 10 años. Apliqué algunas técnicas como para forzar la cosa, por ejemplo, randomización de palabras, inspirado en David Bowie, que hacía eso en los años 70, él recortaba los papelitos con palabras. Yo lo hice con un software online. Empecé a randomizar y así aparecieron frases un poquito surreales, un poco extrañas, pero las mejores las fui acomodando. Casi todas las canciones tienen material de todas las épocas. Es una cosa medio collage, que en realidad es lo que siempre he hecho, no es muy distinto a lo que hacía antes, pero reconozco palabras nuevas, situaciones nuevas, algunas cosas como cambiar de narrador. Y también, obviamente, la mirada de mi edad; tengo 45 años, que no es lo mismo que cuando tenía 30, y así.

-¿Cuánto de tu trabajo de productor para otros repercutió en este disco?

-Un montón. Este disco no habría sido posible sin mi trabajo. Yo lo pienso como mi examen de grado de productor. Así lo veo, por lo menos, porque está todo lo que aprendí. Sobre todo, me sirvió mucho en la rapidez, la fluidez con que trabajé la música. Este disco se demoró más en la parte letra, en composición, de grabación, pero todo lo que fue arreglar, registrar, editar, fue algo muy fluido, muy rápido. Y eso lo debo en gran parte a todo este training que llevo hace diez años. Por ahí heredé algunas cosas, por ejemplo, presets de algún disco, algún sonido que me gustó de alguien, hay puntos de partida que están heredados de otras producciones. Pero obviamente la distancia al tiempo hace que este sea un trabajo aparte.

-¿Cómo salió el nombre del disco, Un cariño antiguo?

-Este es un disco que me costó mucho nombrar. Cuando lo empecé, tuvo dos o tres nombres tentativos, pero pésimos nombres. Entonces llegó un momento en que me empezó a entrar el pánico de cómo se iba a llamar esto, tenía que ponerle el nombre. Y recientemente había aparecido esta frase en una de las canciones, está metido en una de las letras, en la canción que cierra el disco. La probé y al tiro me cerró. Aparte por las dos palabras; es un disco que, así como en resumen, es un cariño hacia la música. Es un disco hecho con mucho cariño y respeto por la música que me formó, la música que me gusta, el cariño por hacer música, cariño por los instrumentos, por el sonido. Fue importante. Y la palabra antiguo, porque la estética sonora evoca como un lugar de antes en la música, la época dorada de la radio AM. Entonces, si sumaba las dos palabras, me parece que resumía bien el espíritu de lo que suena.

Portada Un cariño antiguo de Javier Barría.

-Este disco tiene 10 canciones que fuiste trabajando en el último tiempo. ¿Cuándo decidiste hacer el corte final?

-Este disco se hizo con plazos. Fue algo súper bueno, que lo propuso mi equipo de trabajo. O sea, era un disco que tenía que salir sí o sí el año 25. Entonces, yo me esforcé al máximo para tener 10 canciones antes de que terminara el 2024. Y fue súper bueno, me disciplinó bastante y terminé 12 canciones. Hubo dos que quedaron fuera por distintas razones. De hecho, una quedó para un disco próximo, ojalá lo pueda hacer. Y la otra, probablemente no tenga mayor futuro.

La portada del disco muestra a Barría sosteniendo a su gata, Ramona, que lanza una mirada curiosa directa a la cámara. Desde el principio quiso que la felina apareciera en el disco “pero la encontraba una idea difícil de realizar”, detalla. Miró varias ideas en que aparecen gatos, como la clásica portada de Tapestry (1971) de Carole King o la del álbum London Symphony Orchestra vol. 2 (1987), de Frank Zappa. Es decir, al subgénero de portadas de gatos.

Barría cuenta que concretar la imagen fue todo un desafío. “Fotografiar a un animal es bien impredecible, es difícil lograr ese nivel de relajo e intimidad -recuerda-. Con el fotógrafo hicimos la prueba. Los primeros dos días fueron un desastre, la gata se escondía, no llegamos a nada. Al tercer día ya empezamos a lograr algo. A todo esto fue en invierno, entonces la luz era bien mala en el departamento. El diseñador, el Ariel Altamirano, eligió esa foto”.

Un cariño antiguo ya tuvo una presentación a banda completa en Sala Master, en un ejercicio en que también revisó parte de su material anterior. “Es un grupo nuevo, hay gente con las que no había tocado antes, y no la conocía. Han estado adaptando música de mis discos anteriores también, con mucho respeto y valga la redundancia, mucho cariño por lo que ya hice”. Hay más presentaciones en agenda, como en la Sala SCD Bellavista el próximo 21 de noviembre y alista una serie de presentaciones en regiones para el próximo año. El cariño permanece y se expande.

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