Por Pablo Retamal N.La potencia de la ternura en tiempos difíciles: las claves del ensayo chileno que iluminó 2025
Pánico y ternura, de la filósofa Paz López, fue el libro chileno más mencionado en el listado de los Mejores Libros de 2025 de Culto y ensaya una escritura que, sin prometer consuelo, abre un espacio para pensar la fragilidad, el cuidado y la vida en común en un mundo atravesado por el miedo, el dolor y la intolerancia.

Es el libro chileno que tuvo más menciones en el listado de los Mejores libros del 2025, publicado el pasado fin de semana en Culto. Se trata del ensayo Pánico y Ternura (Lumen), de la filósofa Paz López.
Este volumen no es solo un éxito de crítica, sino también un fenómeno de repercusión en librerías y redes sociales, donde su tesis central ha calado hondo. López propone una reflexión profunda y sensible sobre un dilema fundamental de nuestro tiempo: cómo es posible enfrentar un mundo caracterizado por el dolor, la violencia y la intolerancia a partir de un sentimiento aparentemente simple, como la ternura.
Tal como lo expresa su autora, “La vida no puede no doler, y quizás la ternura sea entonces un refinamiento de los sentidos que nos permite estar cerca de los asuntos de la vida”. Al liberarse de la cursilería o el optimismo vacío, Paz López ofrece una nueva ética del cuidado. Este ensayo sensible y agudo, tal como lo describen los especialistas, ilumina la oscuridad de estos tiempos y se establece como una lectura esencial para entender las nuevas geometrías de la fragilidad y la vida en común.

¿Qué comentaron los especialistas?, ¿cuáles son las claves del libro? Evelyn Erlij, editora de la revista Palabra Pública (U. de Chile) señaló: “Es un ensayo sensible y agudo que ilumina la oscuridad de estos tiempos al convertir a la ternura en un espacio desde donde pensar el mundo”.
Por su lado, Gerardo Jara, de Inquieta Librería, indicó: “Las ideas o pensamientos no sólo necesitan ser dichos sino que también explicados para adquirir la potencia y energía para volverse populares, llamar la atención y poder generar cambios. A mi parecer, Pánico y ternura es un libro que no solo ilumina los gestos y actos sensibles que tanta falta nos hacen sino que también abre una puerta o ventana amable para estos tiempos tan crueles y violentos. En forma y contenido, es un libro espectacular”.
Antonella Estévez, directora de la radio Uniacc, argumentó: "Pánico y ternura es una hermosa colección de ensayos que oscilan entre el temblor y el abrazo. La filósofa Paz López construye relatos donde lo cotidiano nos ayuda a reflexionar respecto a la vulnerabilidad de ser humano y las posibilidades de encuentro con otros, a través del arte y la empatía. Con un lenguaje accesible y preciso, la autora explora materialidades, cuerpos cruzados por la experiencia y la emoción, vínculos familiares y esa mezcla tan humana de miedo a exponerse al otro y deseo de cuidado. Cada capítulo abre ventanas hacia la posibilidad de sentirnos acompañados en nuestra fragilidad y asombro, en donde queda en evidencia que el peligro de estar vivo se cruza con la potencia de la ternura. Una lectura para sentir y pensar, y hacer comunidad".
Desde el barrio Bellas Artes, el librero Sergio Parra, de Metales Pesados, opina: “Creo que es un libro muy bueno. Es un ensayo sensible y agudo de la filósofa Paz López, que se revela como un libro espectacular en forma y contenido. Con un lenguaje accesible y preciso, López construye relatos donde lo cotidiano nos ayuda a reflexionar sobre la vulnerabilidad de ser humano y las posibilidades de encuentro con otros a través del arte y la empatía. El libro explora materialidades, cuerpos cruzados por la experiencia y la emoción, y vínculos familiares, analizando esa mezcla tan humana de miedo a exponerse al otro y deseo de cuidado. La autora logra iluminar los gestos y actos sensibles que tanta falta nos hacen, abriendo una ventana amable en la actualidad”.

López habló con Culto sobre el volumen. “No diría que la ternura cura ni que promete la felicidad, sino más bien que abre un espacio, un pequeño agujero, por donde se cuela la sensación de estar vivos. Y estar vivos no es solo estar alegre, imagínate qué aburrido sería un mundo que machaca una sola tecla afectiva. Anne Dufourmantelle ha sido clave para pensar la ternura de otra manera, sin el azúcar ni la cursilería que muchas veces se pegotea a esa palabra. La pensó como una fuerza afectiva, simbólica y carnal capaz de abrir una ética del cuidado en un tiempo que celebra la autosuperación, la autonomía, la explotación, pero sin dejar de señalar lo cerca que está la hospitalidad de la hostilidad, lo dulce de lo amargo. Por eso no hay idilio en la ternura, no está allí para ser buenos”.
“Me gusta esa frase de Tom Waits, que dice que la mala escritura está afectando la calidad de nuestros sufrimientos. No se trata de no sufrir, sino de sufrir mejor, de volver a estar adentro de la vida”, añade.
En el ensayo, López también habla de la fragilidad de la vida, de la dependencia con los otros. “En los últimos años muchas escritoras han venido pensado la fragilidad y la dependencia como formas de ensayar otras geometrías de los cuerpos y los afectos. Pienso en Adriana Cavarero, Marcela Rivera, Juan Evaristo Valls, por mencionar autores que leo con alegría. Se trata allí de imaginar un humanismo distinto, uno que privilegie la inclinación más que la verticalidad, los vínculos más que la autonomía. De todas formas el libro que escribí está lejos de ser una teoría sobre los afectos o una teoría de cualquier tipo, porque lo que me interesaba era precisamente liberarme de esa protección y enfrentarme a lo que sucede cuando uno escribe merodeando las grietas, las incertidumbres, los deseos”, dijo a Culto.
“Dicho eso, me gusta pensar esas dependencias que no son hacia alguien o algo sino hacia el propio movimiento de la vida, sobre todo porque estamos rodeados de discursos que hablan del fin: el fin de la historia, el fin de la naturaleza, el fin del mundo. Son discursos pesimistas, mortíferos, depresivos, que cierran el mundo por fuera. Prefiero pensar en los comienzos, los nacimientos. Quizás de ahí que en el libro aparezca con tanta fuerza la figura de la madre, no como destino biológico, tampoco como ser de carne y hueso, sino como hecho asombroso: ese cuerpo que conocimos por dentro de pronto se vuelve un enigma que además de perseguirnos para siempre, nos convierte en semiólogos salvajes intentando descifrar ese misterio que es el misterio de la propia vida”.

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