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“Su vocalista actuaba como si estuviera deprimido”: cuando Talking Heads conoció a Dire Straits

En 1978, ambas bandas -tan distantes en sus estilos y en sus formas de concebir la música- compartieron un tour en conjunto por Inglaterra. Las dos recién despegaban y esa gira fue clave. Eso sí, a Talking Heads le llamó la atención la actitud del cantante Mark Knopfler, quien este 12 de agosto cumple 76 años.

“Su vocalista actuaba como si estuviera deprimido”: cuando Talking Heads conoció a Dire Straits

Hacia la primera parte de 1978, Talking Heads era un nombre ya aplaudido y con prestigio acumulado en la escena anglo, gracias a una mirada más aguda, sofisticada y versátil del punk y la new wave, con un sonido único donde también cabían el funk y otras variantes de la música negra. Su debut, Talking Heads: 77 (1977), y en particular su sencillo Psycho killer, los había precipitado a un creciente impacto creativo y comercial, el que se volvería incontrarrestable, consolidándolos después como una coordenada ineludible del pop de todos los tiempos.

Por lo mismo, cuando en enero de 1978 alistaban su nuevo tour por Inglaterra, tenían pleno derecho a elegir qué banda abriría sus conciertos. Con tal éxito paulatino, ser telonero de la agrupación de David Byrne significaba un espaldarazo significativo, una vitrina relevante en que te vinculabas a la banda del momento.

Antes de partir, su agente de giras, Ed Bicknell, le envío una cinta al baterista, Chris Frantz, para que conociera a un grupo que estaba pensando sumar al tour con Talking Heads. “Escuché aquella casete: la banda sonaba como J.J. Cale, con influencias de Bob Dylan y Eric Clapton. Le comenté que no sabía nada de Reino Unido, pero que en Estados Unidos podrían tener un éxito considerable en la radio FM. Le puse la cinta a Tina, David y Jerry (los otros miembros de Talking Heads) y ellos aprobaron que la banda nos teloneara en la gira por Reino Unido”, recuerda Frantz en su libro de memorias, Amor crónico.

Ese grupo escogido era Dire Straits. La banda británica aún no editaba su primer disco, pero ya eran conocidos en el circuito en vivo de Londres por la canción Sultans of swing, su primer éxito; efectivamente se trataba de un maridaje de viejo rock, pinceladas de country y blues, la voz áspera de su cantante Mark Knopfler y cierta reminiscencia al eco tosco de Bob Dylan, en una fórmula que a primera vista se emparentaba poco y nada con el afán vanguardista de Talking Heads. Mientras ellos apuntaban hacia el futuro, sus nuevos teloneros levantaban el espejo retrovisor en dirección a las raíces profundas del cancionero estadounidense.

Cómo fue la gira de Dire Straits y Talking Heads

Pero el match resultó. Dire Straits abrió los 16 conciertos de los neoyorquinos, ganándose los aplausos de sus fanáticos y las reseñas favorables de la prensa, lo que los estimuló para grabar su primer álbum en ese mismo año 1978.

Eso sí, los propio Talking Heads advirtieron las diferencias con sus colegas al compartir con ellos más allá de los escenarios. Frantz lo detalla así en su libro: “Dire Straits eran cuatro músicos curtidos que sabían tocar. No eran punks. Tenían talento. Todavía estaban perfeccionando el directo, pero su sonido estaba completamente formado. David Knopfler, a la guitarra, y John Illsley, al bajo, eran los más guapos del grupo y los más sociables. David había fundado la banda. A la batería estaba Pick Withers, un excelente músico, aunque con el vicio de llevar sus baquetas consigo en todo momento. Practicaba constantemente, incluso en la parte trasera del reposacabezas de la persona sentada delante de él en la furgoneta, que normalmente era yo. Eso nos enloquecía a todos y cuando se lo decíamos paraba un rato, para volver a empezar (…) El más callado era Mark Knopfler. Era un líder inusual, pero también se podría haber dicho lo mismo de David Byrne. Uno pensaría que se le vería emocionado por ir de gira por primera vez, pero no. Estaba claro que no era un tipo efusivo; de hecho, la mayor parte del tiempo actuaba como si estuviera deprimido”.

La gira fue un éxito y tuvo escalas estelares, como en el Roundhouse de Londres, donde Dire Straits deleitó con temas que no tocarían demasiado en el futuro -Real girl y Me and my Friends-, mientras que un fan entre el público los grabó: fue la primera vez que una cinta registró un espectáculo en vivo de los británicos.

Casi como una suerte de celebración, Mark Knopfler -pese a lo huraño que les había parecido- se sumó al show de Talking Heads para interpretar con ellos I’m not in love y el suceso Psycho killer. Hermandad y camaradería pura. Esa era una de las características de Talking Heads, según recuerda el percusionista en su texto: empujar siempre al otro que recién estaba partiendo y que necesitaba una mano.

El abrazo en escena se repitió días después en el último concierto del periplo, en el Greyhound, en Croydon. “La euforia del final de gira se nos había contagiado del todo. Invitamos a los Dire Straits a unirse a nosotros para el bis. Tocamos Psycho killer y Gloria. Creo que nunca habíamos tocado Gloria en un escenario antes y estoy seguro de que no lo hemos hecho desde entonces, pero no nos quedó nada mal”, describe Frantz.

A partir de ahí, ambos grupos sólo crecieron, como cohetes que despegan sin punto de retorno. Dire Straits, por ejemplo, en base al impacto que generaron esos shows, consiguió su primer contrato discográfico en Estados Unidos, el mercado donde gozarían de un éxito mayúsculo. Talking Heads, por su lado, ya alistaba su segundo título, More songs about buildings and food, el que los situaría como una cría única en su especie. Ese momento de juventud en que se trasladaban en camionetas y tocaban en pequeños espacios de Inglaterra, finalmente, había servido para algo.

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