La Pequeña Gigante: Santiago se rinde a sus pies
<P>Derrotó al calor e hipnotizó al mar humano que la siguió. Según Carabineros, 110 mil personas la acompañaron en el Parque O'Higgins y en su trayecto arriba de un barco hacia el Palacio de la Moneda. La maquinaria humana responsable del fenómeno: 18 "liliputienses", liderados por un chileno, que manejaron la marioneta. </P>
A las 10.45 horas de ayer, La Pequeña Gigante abrió los ojos. El estruendo que se escuchó fue como si la selección chilena metiera un gol. Las 60 mil personas que muy temprano repletaban, según Carabineros, la elipse del Parque O'Higgins, gritaron al unísono impresionadas y cargadas de merchandising: chapitas, banderas, cintillos, fotos, credenciales y muñecas en miniatura. Luego la gigante tomó una ducha, se puso un vestido verde, calcetines y zapatos (con la ayuda de seis "liliputienses"), fue saludada por la Presidenta Bachelet, realizó ejercicios y partió a la laguna y la zona de picnic del parque, donde balanceó a niños en sus brazos.
Según Carabineros, 110 mil personas presenciaron ayer la puesta en escena de Royal de Luxe en toda su extensión, pero los entusiastas organizadores del Festival Santiago a Mil llegaron a contabilizar un millón de personas durante toda la presentación.
En el trayecto del Parque O'Higgins, hasta 29 operadores de la compañía Royal de Luxe dirigieron a la muñeca gracias a una grúa. Nada menos que un chileno, Nikolás Bottinelli, fue quien movió la cabeza de la gigante de arriba a abajo y maniobró la pierna derecha. Este músico del grupo Pata'e Cumbia, acróbata y actor de La Gran Reyneta, la compañía chilena creada por Royal de Luxe, fue reclutado en la visita de 2007 por hablar francés y ya ha acompañado al director Jean-Luc Courcoult a sus presentaciones en Islandia y Berlín. "Ayer me impactó la energía de los chilenos. Cómo reaccionan y interactúan con la muñeca. Han creado un culto hacia ella", dice Bottinelli.
Sus compañeros, encumbrados en la megaestructura de metal y madera, maniobraron el resto de los miembros articulados. Otras tres personas más deben interactuar para que la cabeza gire en 180 grados, mediante un sistema de cuerdas y poleas. Sólo los ojos se mueven a control temoto. Los 100 liliputienses que conforman Royal de Luxe, al igual que Bottinelli, trabajan 12 horas al día, para luego comer y dormir en el Instituto Nacional, la sede local de este batallón de soldados enfundados en calurosos trajes rojos de terciopelo.
"Tenía las patitas cochinas de tanto caminar", dijo una niña al ver a la gigante meter sus pies en la laguna del Parque O'Higgins a las 12.25 horas. "¡Qué floja la muñeca! Ya se puso a dormir siesta", gritó otro niño, quejándose porque a las 13 horas la gigante cerrara sus ojos y roncaba de nuevo. Media hora después, decenas de niños no aguantaron más y se lanzaron a la laguna del Parque O'Higgins para bañarse con La Pequeña Gigante, a pesar de sus verdosas y malolientes aguas estancadas ¿La temperatura? 30 grados. "Yo traje huevo duro, sándwiches, galletas, jugo y hasta una parrilla", comentó, por su parte, una dueña de casa, quien se aprestaba a colocar trozos de pollos en una asadera, cumpliendo al pie de la letra la invitación de la muñeca a organizar un picnic en familia.
Barco recala en La Moneda
A las 16.30 horas, la pequeña despertó en la laguna del Parque O'Higgins, subió a un carro y pedaleó hasta llegar a su bote. A las 17.10, dio un salto y subió al barco, colocándose un impermeable amarillo y un gorro. El bote, impulsado por tres sistemas hidráulicos, se movió a 5 kilómetros por hora a través de calle Ejército hasta llegar a la Alameda, donde comenzaron los efectos especiales: una tormenta generada con chorros de agua por los liliputienses que refrescó a los atentos espectadores e hizo tambalear al bote y su tripulante, simulando el vaivén de las olas. El bote iba arriba de un camión que también albergaba a Balayeurs du Désert, una banda de música afro en vivo. En calle Ejército, el público que acompañó a la pequeña pidió agua para paliar el calor y algunos de los habitantes de los departamentos del sector lanzaron líquido. A su vez, los liliputienses, con el pretexto de lavar el barco, también mojaron a las espectadores. El recorrido siguió por Brasil y Moneda hasta llegar, a las 19.30 horas, a la Plaza de la Constitución, donde bailó. Luego fue desvestida, peinada y ataviada con un pijama rosado, antes de un reparador sueño que comenzó a las 19.45 horas.
Según Carabineros, cerca de 50 mil personas vieron a La Pequeña Gigante en la Plaza de la Constitución, donde ella pasaría la noche.
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