Editorial

El segundo tiempo de Milei

Al cabo de dos años de mandato, el Presidente de Argentina logró en esta primera etapa cumplir con el enorme reto de estabilizar la economía. Ahora el desafío es consolidar el programa de reformas, lo que será igualmente exigente.

El segundo tiempo de Milei REUTERS.

Cuando el libertario Javier Milei asumió la presidencia de Argentina, el 10 de diciembre de 2023, muchos pronosticaban que su mandato sería caótico -algunos incluso aventuraban que duraría solo meses-, tanto por el radical programa de reformas económicas que contemplaba su programa, como por la controvertida personalidad del Mandatario, que previsiblemente haría muy difícil la gestión política.

Ayer se cumplieron dos años de mandato -completando la mitad de su período-, y contra todo pronóstico el balance se presenta ampliamente favorable para sus pretensiones: pese a no tener mayoría en el Congreso, ha logrado impulsar una serie de cambios estructurales; en las elecciones legislativas de octubre pasado su partido, La Libertad Avanza, conquistó el 40% de los votos -logrando 95 legisladores en la Cámara de Diputados, sobre un total de 257 bancas-, lo que le ha dado un nuevo impulso al gobierno, y sus niveles de aprobación se ubican en torno al 50%, superando los registros que a igual período mostraban los expresidentes Mauricio Macri y Alberto Fernández.

Era fundamental que en esta primera etapa la gestión de Milei mostrara resultados concretos, especialmente en materia inflacionaria, lo que se ha logrado con creces. El Mandatario asumió el poder en la antesala de un cuadro hiperinflacionario, con registros mensuales superiores al 20%, y que en términos anualizados se empinaban al 200%. Las últimas mediciones muestran que el indicador ronda el 2% mensual, un éxito que ha sido posible gracias a una estricta política de ajuste, cuya contracara es el endurecimiento en las condiciones de vida para la población, producto del término de una serie de subsidios, y un aumento en la tasa de desempleo. Aun así, es un hecho que una parte relevante de los argentinos parece dispuesta a soportar estos costos, como ha quedado reflejado en los recientes comicios. A su vez, la economía mostrará este año un crecimiento que rondará el 5%, y por primera vez en mucho tiempo será posible exhibir un superávit fiscal.

Si en esta primera etapa del gobierno se logró desplegar el programa de reformas y estabilizar la economía, el segundo tiempo debería ser el tiempo para terminar de consolidar estos cambios estructurales, sin los cuales hay un riesgo de que la economía vuelva a retroceder, poniendo en riesgo su reelección. El desafío será particularmente exigente, tomando en cuenta que el nivel de desaprobación que exhibe la gestión de Milei es considerable -lo que muestra que la sociedad sigue dividida-, en tanto que el kirchnerismo continúa siendo una fuerza con peso político y dispuesta a defender las banderas que hundieron a la economía argentina. Es previsible que los choques con los gremios puedan intensificarse, ahora que el gobierno acaba de presentar su reforma laboral, la que si bien no es maximalista sí supone cambios necesarios pero que generarán fricciones. Pendiente sigue una reforma tributaria que racionalice uno de los esquemas impositivos más enrevesados del mundo.

Una señal favorable es que la voluntad de Milei por profundizar las transformaciones sigue en pie, y de hecho ha dado interesantes pasos para profundizar las inversiones en Argentina. Milei aspira a que el país, al igual que Chile, se transforme en uno de los principales productores de cobre en el mundo, donde la luz verde que se acaba de dar al proyecto PSJ Cobre Mendocino es un primer paso en esa dirección.

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