Editorial

Preocupación de Hacienda ante caída de natalidad

Es valioso que esta repartición ya esté anticipando los efectos que tendrá para la economía del país la caída en los nacimientos y el envejecimiento de la población, lo que obliga a tomar medidas desde ya.

Foto: AP

La caída en la tasa de fecundidad y el envejecimiento de la población son fenómenos que se acentúan cada vez más a nivel global, pero que en el caso de Chile se han hecho particularmente intensos. El último Censo ya reveló que el porcentaje de personas de 65 años o más pasó de representar el 6,6% de la población en 1992 al 14% en 2024, en tanto que el porcentaje de personas de 14 años o menos pasó de representar el 29% en 1992 a solo el 17,7%.

Por su parte, las cifras de nacimientos en el primer semestre del año -datos preliminares del INE indican que estos habrían llegado a poco más de 73 mil, 8% menos de lo registrado en igual período del año anterior- no hacen más que ratificar las tendencias observadas. Algunas investigaciones ya estiman que hacia 2044 cerca del 30% de la población del país tendrá 65 años o más, de modo que lo que cabría esperar es que este tema adquiera especial relevancia en materia de políticas públicas, porque sin tomar medidas desde ya en solo algunos años se comenzarán a advertir considerables impactos en distintos ámbitos.

Es en ese contexto que el informe encargado por el Ministerio de Hacienda a dos economistas de esta repartición para que cuantificaran el impacto que la caída en la fecundidad podría tener en el crecimiento y empleo -cuyas principales conclusiones fueron adelantadas por este medio- constituyen un insumo relevante, porque confirma que en el país, a raíz de la caída en los nacimientos y el envejecimiento poblacional, se está incubando una serie de problemas.

Entre los antecedentes que contiene esta investigación, figura que la Tasa Global de Fertilidad (TGF) ha disminuido de 5,4 hijos por mujer en 1960, a 1,16 hijos por mujer en 2023 y a 0,9 hijos por mujer en 2024, según estimaciones preliminares, cifra muy distante del 2,1 que se requeriría para el reemplazo generacional. Esta tendencia, se lee en el informe, plantea desafíos de gran magnitud en diversos frentes, tanto en el económico, como el social, político y fiscal, con el potencial de generar una transformación de la estructura del país y reducir el crecimiento del PIB tendencial.

Hay alertas muy precisas que de continuar las actuales tendencias habrá impactos en el consumo y la inversión -particularmente en materia de vivienda-, así como efectos sobre el ahorro, considerando que las poblaciones envejecidas tienen menos capacidad para ahorrar, donde también cabe preguntarse por la sostenibilidad del sistema de pensiones. Hay un dato que resulta particularmente revelador: la población alcanzaría un máximo de 20,5 millones de habitantes en 2041, para luego comenzar a disminuir.

Revertir a tiempo estas tendencias se torna un asunto de primer orden, pero es allí donde la experiencia comparada muestra que las fórmulas pueden ser muy complejas. La tentación natural es destinar una mayor fracción de gasto público a fomentar las políticas de natalidad, pero como lo prueban los casos de Hungría -que pese a destinar más del 5% del PIB a ello, su tasa de fecundidad apenas se ubica en 1,6- es algo que debe examinarse muy en detalle. El trabajo de Hacienda recuerda que, entre otras medidas, los países exitosos en contener la disminución de la fecundidad han implementado sistemas de cuidado infantil accesibles y de calidad, licencias paternales extendidas y medidas como jornadas laborales flexibles, con horarios de entrada y salida adaptables, además de proporcionar servicios de apoyo a la maternidad y al cuidado infantil en las empresas, como salas cuna y salas de lactancia.

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