El Deportivo

Ahora sí, Dembélé tiene el control: la revancha del astro del PSG que arriesgó su carrera por la adicción a los videojuegos

El delantero celebra. El sábado, fue una de las figuras del equipo parisino en la histórica goleada sobre el Inter de Milán que les dio la primera Champions League a los parisinos. Europa se rinde a sus pies.

Dembélé, con la Champions. (Foto: @o.dembele7, Instagram).

Uno de los lugares comunes más recurridos a la hora de hablar de fútbol es que este deporte ofrece revanchas, como si ninguno de los otros diera esa posibilidad de redimirse. La expresión alude a la oportunidad de resurgir, aunque la enfatización probablemente responda a que la periodicidad brinda la ocasión para hacerlo en el fin de semana siguiente.

Ousamane Dembélé despierta en estas horas con la sensación de haber aprovechado esa opción. La UEFA lo designó como el jugador de la temporada 2024-25, una valoración que, en principio, responde a la brillante consagración del PSG en la Champions League, con una histórica goleada sobre el Inter de Milán, en Múnich. Aunque no marcó, su presencia se hizo notar. Vital en la franja derecha, aportó dos asistencias para la victoria de la escuadra de Luis Enrique. El reconocimiento, eso sí, obedece a un análisis mucho más amplio.

Ahora sí, Dembélé tiene el control: la revancha del astro del PSG que arriesgó su carrera por la adicción a los videojuegos

A los 28 años, el oriundo de Vernon parece haber encontrado el equilibrio mental para administrar un talento que nunca tuvo objeciones. Tan cierta es la afirmación que ocho años antes el Barcelona realizó una millonaria inversión para asegurarlo entre sus filas: le pagó 135 millones de euros al Borussia Dortmund para fichar a una auténtica perla. Los alemanes alcanzaron a disfrutarlo apenas una temporada, después de haberlo descubierto en el Stade Rennais.

Sin embargo, las seis temporadas que pasó en el equipo catalán no fueron todo lo fructíferas que imaginaron las partes. En 185 partidos, marcó 40 goles y aportó 42 asistencias, pero los números brutos pueden conducir a alterar la percepción. Dembélé prefiere ver el lado amable. En el momento de su consagración, de hecho, evitó responderles a quienes lo fulminaron con sus críticas. “Llegué al Barça con 20 años. Era el club de mis sueños. Nunca ofenderé ni faltaré al respeto al Barcelona, de ninguna manera. Es el club con el que siempre soñé”, declaró, consultado por una mención a los azulgranas.

Game over

En 2018, Dembélé fue puesto en la mira por el Barça por indisciplina. A mediados de noviembre, no llegaba a un entrenamiento, pese a los insistentes llamados para dar con su paradero. El club le tenía chofer y chef, entre otras comodidades. A nadie le calzaba el contratiempo.

Se llegó a temer, incluso, por alguna situación grave. El jugador, incluso, recurrió a la coartada de un problema de salud. Adujo un intenso dolor de estómago, sin contar con que el club le enviaría un equipo médico al domicilio que tardó poco en descartarlo.

La explicación resultó bastante menos compleja y, en algún sentido, hasta peculiar: el alero se había quedado dormido después de una larga sesión de videojuegos. Compartía la afición con compañeros, pero en su caso se llegó a teorizar que pasaba largas horas del día junto a un grupo de amigos y frente al televisor, disfrutando de intensos partidas.

Por esos días, se llegó a escalar la definición hasta el plano de la adicción, según una definición que planteó la OMS, que ya la categorizaba en ese plano. El club catalán, a su vez, intentó explicarse desde esa perspectiva un desorden sicológico que, según diagnosticó, estaba generándole al futbolista líos con sus compañeros de camarín.

“Con Ousmane no tuvimos la paciencia necesaria. Pero nadie. Ni vosotros, la prensa, ni nosotros tampoco. Sinceramente, creo que maltratamos mucho a este jugador. Desgraciadamente, tengo que decirlo de esta manera. Él no entendía muchas cosas. Vino muy joven y fíjate que lo quería incluso dos años antes. Tenía unas condiciones extraordinarias”, admite, ahora, Robert Fernández, exdirector deportivo blaugrana, a Sport.

“No hubo paciencia y sobre todo tuvo dos lesiones. Y es una contradicción, porque me decían personalmente que no era muy profesional y eso no era verdad. Era un magnífico profesional. No bebía y decían que bebía. Decían que llevaba mala vida y era mentira. Le hizo mucho daño, yo creo que lo desequilibró. Es un tío con mucha personalidad, porque después de lo que pasó, fue capaz de triunfar en el Barça. Su final fue bueno, con el apoyo de Xavi”, complementó.

Dembélé, en los festejos por la Champions (Foto: @PSG_inside, X).

La explosión

Al PSG, Dembélé llegó como un jugador devaluado. En 2023, los galos pagaron 50 millones de la moneda comunitaria para quedarse con sus servicios. La primera temporada no fue todo lo exitosa que imaginaban en la Ciudad Luz: seis goles en 42 encuentros resumen un aporte más bien escaso.

El siguiente período, el que acaba de concluir con la consagración continental, terminó siendo el de la explosión: 33 goles y 13 asistencias en 49 encuentros lo convirtieron en una pieza clave para una escuadra de Luis Enrique que en el momento histórico en que más lo necesitaba mostró su mejor versión.

En otras palabras, prácticamente no hubo partido en que el extremo no realizara una presentación influyente, por más que Jorge Sampaoli le lanzara un discutible dardo. “Cuando todo se desborda, los demás jugadores son como espectadores que observan cómo terminará la acción. Saben que juega como un autista: empieza la acción y la termina solo. No tiene la capacidad de hacer brillar a un compañero, solo sabe cómo brillar él mismo. Mbappé es un poco igual”, disparó el casildense, aunque luego se retractó. Hoy, Dembélé es un firme candidato al Balón de Oro. El control está en sus manos.

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