Lowry deja atrás los fantasmas

LOWRY

A diferencia del US Open 2016, el irlandés aprovechó la ventaja y logra su primer major, con seis golpes de distancia.



El British Open volvía a tierras irlandesas por primera vez en 65 años. Y tuvo los ingredientes necesarios para que fuera un fin de semana memorable. Precisamente, un oriundo de la isla, Shane Lowry, se hizo poseedor de la jarra Claret.

El vencedor logró su primer grande y puso fin a una racha de 11 años sin un campeón irlandés en el Open, siendo el segundo en lograrlo después de Padraig Harrington.

Una discreta ronda dominical de +1, relegó a Tommy Fleetwood, quien no pudo con la presión y las condiciones climáticas adversas.

La primera parte fue como una montaña rusa para el campeón, pues con tres birdies y tres bogeys cerraba los nueve hoyos iniciales sin descontarle palos a la cancha del Royal Portrush. Dos bogeys, en los hoyos 11 y 14, hacían recordar la ronda final del US Open de 2016, en la que desperdició una ventaja similar. Para colmo, Fleetwood, hacía un birdie y se volvía a poner a cuatro golpes, a falta de seis hoyos.

El birdie del irlandés en el hoyo 15, justo después del doble bogey del inglés en el 14, afirmaban que el resultado ya estaba definido. Lowry se despegaba a seis impactos, y a su escolta no le quedaban posibilidades para revertir la situación.

La ventaja sacada por el oriundo de Offaly, en su increíble sábado, en el que descontó ocho impactos a la cancha de Irlanda del Norte, le ayudaría a conseguir su primer major y a olvidar la pesadilla de perder hace tres años en Estados Unidos.

La jornada fue complicada para los participantes, debido a que el clima fue el principal factor. La lluvia y el viento cobraron víctimas en el grupo de avanzada, pues ninguno de los que llegaban como top ten al domingo pudo cerrar rondas con golpes bajo el par.

El mal tiempo fue opacado por el caluroso apoyo del público, quienes adoptaron al vecino Lowry como uno de los suyos y lo vitoreareon de principio a fin, haciéndolo sentir como en casa.

De este modo, los europeos hicieron valer su localía y predominaron en un listado con muchos estadounidenses.

"No puedo esperar a despertar mañana y ver qué se siente. El próximo campeonato que juegue probablemente se sentirá aburrido. Los aficionados me apoyaron en todo momento", expresó emocionado el flamante campeón.

El irlandés mostraba hace un tiempo el nivel para ganar un major, pero durante la temporada pasada del PGA sufrió el impasse de perder la tarjeta para participar en el Tour. En el Wyndham Championship de 2018 necesitaba quedar entre los primeros ocho para asegurarla, pero ni siquiera pasó el corte. A raíz de eso, se concentró en Europa para volver a su nivel de élite y, evidentemente, está cosechando los frutos.

El próximo año, el último major de la temporada volverá a tierras inglesas. Se jugará en el Royal St. George's Golf Club.

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