Sicólogos en Valparaíso y videos para reforzar las métricas: cómo Nicolás Córdova rearma a la Roja Sub 20 ante México
Chile enfrenta a México en los octavos de final del certamen planetario juvenil. Luego de una fase de grupos irregular, el cuerpo técnico busca sostener su argumento de que la Selección ha logrado ser protagonista.
Chile sigue con vida en el Mundial Sub 20. El dato es innegable, aunque la forma en que lo consiguió dejó más dudas que certezas. La Roja avanzó a los octavos de final por un criterio tan llamativo como revelador. El del fair play. Tres puntos, idéntico registro que Egipto y Nueva Zelanda, los mismos goles a favor y en contra que los africanos, y apenas diferencia en el número de tarjetas. Esa fue la delgada línea que mantuvo con pulso a un equipo que, en la cancha, sigue sin convencer con su propuesta.
Consciente de que el paso de ronda no ha calmado las críticas, el cuerpo técnico de Nicolás Córdova decidió mover el tablero en la antesala del cruce ante México. Parte del staff psicológico que trabaja con la Selección en Santiago fue trasladado hasta Valparaíso con un objetivo claro: reforzar la cabeza de un grupo joven que, por primera vez, enfrenta un nivel tan alto de exposición y cuestionamientos. “Para ellos es nuevo en general jugar con esta cantidad de público, ser el centro de atención del fútbol chileno, se han visto expuestos por primera vez a una crítica grande porque no hemos podido consolidar los resultados”, señaló Nicolás Córdova. El trabajo apunta a blindar emocionalmente al plantel y a evitar que el ruido externo afecte el rendimiento.
La medida responde también a lo que el torneo ha dejado en evidencia: la fragilidad emocional de un equipo que puede dominar durante tramos largos y luego desconectarse por completo. Chile ha tenido ráfagas de buen juego que se diluyen con facilidad. Puede controlar el ritmo del partido durante veinte minutos y perder el rumbo durante media hora. En un escenario así, el trabajo mental es una necesidad urgente.
“Hay una serie de situaciones nuevas y que ellos están aprendiendo a manejar. Esperemos que estén en las mejores condiciones futbolísticas y de cabeza para un partido que se desarrollará en una ciudad que ama el fútbol y que nos va a sostener”, complementó.
Ante Egipto, el equipo sufrió para enfrentar esta situación. “Sabía que estábamos clasificados, les gritaba eso cuando quedaban 8 minutos, que no era necesario que fueran todos para adelante, pero es parte de la juventud. Hay que saber cerrar el partido. Luego el camarín estaba dividido entre los que creían que estábamos eliminados y los que no. Por lo que teníamos que recuperar energía, porque tenemos una hermosa oportunidad y estoy seguro de que la quieren aprovechar”, confesó.
El ajuste no se limita al plano sicológico. Córdova también ha recurrido al análisis audiovisual para intentar recomponer la confianza. El entrenador reunió al plantel para revisar videos que, por un lado, exponen con claridad las falencias que deben corregir, como en la definición, en la concentración, en la lectura de ciertos momentos, y, por otro, buscan ratificar la idea de que, desde su mirada, Chile ha hecho más cosas bien que mal. Según repiten desde el staff técnico, la Selección, en el desglose que se ha realizado de los enfrentamientos frente a Nueva Zelanda, Japón y Egipto, es el que más adelantado juega, el que más tiempo pasa en campo rival, el segundo más rápido en circulación y el que más recuperaciones logra. Números positivos, pero que no se ven reflejados con goles.
Mantienen el discurso
Ese énfasis en los números es coherente con el discurso que Córdova ha sostenido desde el inicio. “Tengo otras métricas”, ha repetido. Y los datos están ahí: ante Egipto, pese a la derrota por 2-1, Chile tuvo más posesión (44% contra 36%), más pases completados (331 contra 286) y más centros. Frente a Nueva Zelanda remató 15 veces y lanzó ocho saques de esquina. Sin embargo, la estadística ha sido poco más que un consuelo. La posesión no ha derivado en profundidad, el volumen ofensivo no se traduce en goles y la superioridad territorial no se refleja en el marcador.
Esa incapacidad para transformar la iniciativa en daño real es hoy el gran talón de Aquiles del equipo. Apenas tres de los 14 remates ante Egipto encontraron el arco. Solo cuatro de los 15 disparos frente a Nueva Zelanda fueron efectivos. Incluso la única victoria del torneo llegó gracias a dos errores defensivos ajenos. “No hay un nivel bajo en esta Selección. Date cuenta de la posesión, de cómo sometemos a los rivales y de las ocasiones que nos creamos”, defendió el zaguero Nicolás Suárez. La realidad, sin embargo, es que muchas de esas aproximaciones se diluyen.
A los problemas ofensivos se suma otro factor que ha contribuido a la irregularidad: la falta de continuidad en las formaciones. Córdova ha rotado nombres y funciones en cada partido. En ese contexto, la tensión en torno al proyecto ha ido en aumento. El DT ha mostrado su molestia por el debate público. “Yo siempre respondo de fútbol y con argumentos. Agradezcan y valoren que hay un técnico chileno como yo que habla de fútbol”, lanzó tras el último partido. Su insistencia en medir el rendimiento con indicadores distintos al marcador busca reforzar una convicción interna que no siempre se refleja en el juego. “Somos un equipo que propone, que va al frente, que le gusta el protagonismo. Es un arma de doble filo porque corremos el riesgo de que nos pillen mal parados”, admitió Rossel, el capitán.
Más allá de las declaraciones, el diagnóstico dentro del plantel es claro: Chile necesita mejorar en la concentración y en la eficacia para transformar su idea en resultados. “Nos dan vuelta el partido por detalles. Nosotros dominamos gran parte del juego, ellos jugaban a la contra y a los segundos balones. La concentración es clave”, reconoció Rossel tras la caída ante Egipto.
Por ahora, la Roja sigue en carrera y ese es un mérito que nadie desconoce. Pero la clasificación por tarjetas amarillas también es un recordatorio del lugar que ocupa hoy el proyecto: sostenido por intenciones y estadísticas, pero sin la contundencia que exigen los torneos grandes. En Valparaíso, el cuerpo técnico ha optado por reforzar la cabeza, insistir en la idea y construir confianza en un grupo que vive su primer gran examen internacional. La misión inmediata no pasa solo por eliminar a México. El desafío de Córdova es que sus jugadores conviertan en hechos lo que hasta ahora ha sido argumento.
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