El incierto giro de Biden hacia China

Joe Biden y Xi Jinping pasan revista a la guardia de honor durante una ceremonia de bienvenida en el Gran Salón del Pueblo, en Beijing, el 18 de agosto de 2011.

Durante su campaña, el demócrata llamó “matón” a Xi Jinping y prometió “presionar, aislar y castigar” al gigante asiático. Por ello, si bien los expertos creen que Biden buscará cooperar con China en frentes abandonados por Trump, EE.UU. seguirá su línea dura.


Pese a que el actual vicepresidente de Estados Unidos, el republicano Mike Pence, acusó al demócrata Joe Biden de ser “la animadora de la China comunista” y de querer que “la economía vuelva a rendirse a China”, el ahora Presidente electo fue duro con Beijing durante su campaña por la Casa Blanca: llamó “matón” al líder chino, Xi Jinping, y prometió “presionar, aislar y castigar” al gigante asiático. Pero, como recuerda la revista Time, Biden anteriormente se jactó de haber pasado “más tiempo en reuniones privadas” con Xi “que con cualquier líder mundial”, lo que equivale a “25 horas de cenas privadas”. Xi, a su vez, calificó a Biden como “mi viejo amigo” en 2013, con grandes elogios en el discurso del Partido Comunista de China (PCCh).

A la luz de estos antecedentes resulta difícil saber el enfoque que Biden asumirá con China una vez que ya esté instalado en la Casa Blanca, el próximo 20 de enero. Especialmente tras las señales que Beijing ha dado luego de la elección del demócrata. Recién el viernes, casi una semana después de que los principales medios de EE.UU. le dieran el triunfo en las elecciones, Beijing felicitó a Biden, siendo una de las últimas potencias que lo hace. “Respetamos la elección del pueblo estadounidense”, dijo el vocero de la Cancillería china, Wang Wenbin. “Felicitamos al señor Biden y a la señora (Kamala) Harris”, agregó, sin ofrecer un motivo para la demora en su reconocimiento.

El Presidente electo de EE.UU., Joe Biden y su compañera de fórmula, Kamala Harris en un discurso el 7 de noviembre.

Y es que hoy las relaciones entre China y EE.UU. están en su peor momento en décadas por diversas disputas, que van desde la tecnología y el comercio, hasta Hong Kong y el coronavirus. A ello se suma el aluvión de sanciones que la administración de Trump ha aplicado contra China.

En ese sentido, los expertos creen que Biden buscará cooperar con China en frentes abandonados por Trump, como la lucha contra el cambio climático, la no proliferación de armamento nuclear o la lucha contra el Covid-19. Sin embargo, es muy improbable que concluya de buenas a primeras la guerra comercial que inició hace más de dos años el ahora Presidente saliente.

Otros analistas citados por el diario digital privado Caixin apuntan a que el próximo mandatario de EE.UU. no se centrará en el desequilibrio comercial como hizo Trump (según Time, el republicano se enfocó en reducir el déficit comercial de US$ 345.600 millones de EE.UU. con China, pero en realidad creció durante su mandato), sino que dará más importancia a la protección de la propiedad intelectual o a los subsidios con los que Beijing mantiene fuertes a las grandes empresas estatales. Orientación que Biden dejó de manifiesto en un artículo escrito a inicios de este año en la revista Foreign Affairs: “EE.UU. debe ponerse duro con China. Si China se sale con la suya, seguirá robando a EE.UU. y a las empresas estadounidenses su tecnología y propiedad intelectual”. “La forma más eficaz de encarar este desafío es construir un frente unido de aliados y socios de EE.UU. para enfrentar los comportamientos abusivos y las violaciones de los DD.HH. de China, incluso mientras buscamos cooperar con Beijing en cuestiones donde convergen nuestros intereses, como el cambio climático, la no proliferación y la seguridad sanitaria mundial”, agregó.

Si bien Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China en Beijing, afirma que “el aún Presidente Trump basó su estrategia política en una idea principal: la confrontación”, cree que “en lo sustancial, Biden no cambiará la política de EE.UU. hacia China”, según dijo a La Tercera.

Similar percepción manifiesta Bonnie Glaser, consejera senior para Asia y directora del Proyecto el Poder Chino del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), quien considera que “no habrá un cambio fundamental en las relaciones entre EE.UU. y China”.

Portadas de periódicos chinos con la noticia de la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de EE.UU., en un quiosco en Beijing, el 9 de noviembre.

“Las opiniones dominantes hacia China entre los estadounidenses promedio, la comunidad empresarial y otros grupos, incluidos los miembros del Congreso, se han vuelto más negativas. En general, se considera que China presenta desafíos y amenazas para EE.UU. que no pueden ignorarse”, señala a este medio.

En la misma línea, Victoria Hui, académica del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame, dijo que “el cambio radical en las relaciones entre EE.UU. y China en 2019-20 refleja un consenso bipartidista sobre China”. “La administración Biden continuará adoptando una línea dura con China”, aseguró a La Tercera.

En un artículo publicado en agosto en el diario Los Angeles Times, los analistas económicos y de política internacional, Don Lee y Tracy Wilkinson, explicaron que una administración de Biden puede terminar más cerca del enfoque de línea dura de Trump que de la estrategia menos confrontacional de Barack Obama. “Exteriormente, es poco probable que Biden persiga el tipo de romance hiperentusiasta y efusivo que Trump buscó inicialmente con el Presidente de China, Xi Jinping, ni participará en los tuits enojados y las amenazas bélicas contra China que siguieron. Biden buscará trabajar con otras naciones, en lugar de buscar peleas con aliados o tomar acciones unilaterales como las que han marcado la presidencia de Trump”, señalan en la nota.

“Será un gran desafío para EE.UU. restablecer el tipo de relación que solía tener con China. No está claro si Biden querría eso, en cualquier caso. Por tanto, deberíamos esperar continuas tensiones en la relación”, señala Margaret Myers, directora del Programa sobre Latinoamérica y Asia de Diálogo Interamericano.

El Presidente de China, Xi Jinping junto a su homólogo estadounidense, Donald Trump en una cena en 2017.

Según Ríos, Biden apostará a “un mix que integrará cooperación, contención y confrontación y las dosis de cada una evolucionarán en función de la competencia geopolítica. No es previsible, por tanto, que Estados Unidos abandone la presión política hacia China en asuntos como los derechos humanos, Hong Kong, etc.”, vaticina. Asimismo, el sinólogo español dice que “es probable que Biden resulte más exigente en estas cuestiones, a tono con la tradición demócrata. Pero no es probable que se desprenda de la presión económica, comercial y tecnológica hacia China, aunque pueda mostrar una mayor voluntad negociadora”.

“A China le puede beneficiar la actitud de Biden en el problema de Taiwán, el más delicado asunto bilateral”, destaca también Ríos. “Estos últimos años, Trump jugó esta carta para influir en el curso chino. Biden será más cauto, sin duda. Guardará distancias con el soberanismo de la isla”.

Asimismo, Glaser pone de relieve que Biden “hereda muchas leyes y políticas nuevas que es poco probable que cambie unilateralmente en ausencia de cambios en la política china. Estas incluyen sanciones, tarifas y restricciones de visa”. “Una administración de Biden no querrá parecer débil para que Beijing no se aproveche de ella”, asegura.

En medio de este “papel global cada vez más expansivo de China”, Myers dice a La Tercera que “a diferencia de la política de Trump para América Latina, que se centró casi exclusivamente en derrotar a China, es probable que la de Biden sea mucho más integral, buscando restablecer asociaciones clave y avanzar en una agenda hemisférica destinada a promover el crecimiento en toda la región y combatir una amplia variedad de desafíos comunes”.

Con todo, Ríos cree que “China se quiere empoderar a tal punto que le resulte indiferente quién gobierne en Washington. Su reflexión: si no pueden con nosotros, tendrán que cooperar con nosotros”. “En suma, aunque las formas den una tregua, la hostilidad de fondo permanecerá intacta”, concluye.

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