José Balmaceda, el doctor que hace guaguas: "Como animales reproductivos, los humanos somos pésimos"

FOTO: NICOLÁS ABALO

Lleva casi 40 años ayudando a las parejas infértiles a crear seres humanos. En 1984, trabajando en Estados Unidos, inventó el GIFT, el tratamiento estrella de la década. Liberal en cuestiones bioéticas, hoy observa en su consulta que una serie de estigmas culturales van en retirada, y asegura que los tratamientos de última generación son más provida que los provida. Otra cosa es lo que pueda pasar en el futuro con el desarrollo de la genética: "Aquí abrimos una caja de Pandora y estamos recién raspando la superficie".


En lo relativo a hacer guaguas, ¿qué ha avanzado más rápido, la ciencia o la cultura?

La ciencia, lejos. Justo ayer discutía esto con un colega, porque él quiere que salga una ley que regule los tratamientos de reproducción asistida. Y yo creo que en Chile las parejas infértiles se han beneficiado de que no exista esa ley. No, no creo: estoy seguro.

¿Por qué?

Porque dadas las concepciones valóricas que han predominado en el Congreso, habría sido una ley muy limitante. Y esto incluso podría empeorar, porque si algo va a crecer en el futuro inmediato son las fuerzas de derecha más extremas, tipo Kast. Piensa cuánto costó en Chile validar la "píldora del día después". Ahora salió una ley de aborto bastante restrictiva, y aun así se les da el lujo a instituciones y médicos que trabajan en el sistema público de negarse a hacer los procedimientos, lo cual mete en un laberinto a la mujer que necesita un aborto. Y si esto lo llevas a la fertilización in vitro, donde tú produces embriones que por diseño biológico -o divino, si eres religioso− se pierden en su mayor parte, ¿vas a tratar a ese embrión de ocho células con los derechos de un niño, porque la vida empieza desde la concepción? Ojalá esto no haga sonar campanas…

Ese es su temor frente a la idea de su colega.

Claro, porque él quiere una ley liberal, pero puede venir el backlash y ahí sí que estás sonado. En la Clínica Alemana los médicos todavía están peleando para poder congelar óvulos, porque el Comité de Ética no los deja. Y si sale una ley que prohíba criopreservar embriones, o el diagnóstico genético de embriones, vamos a quedar años luz detrás de las leyes que ya sacaron Argentina o Brasil. Con la autorregulación, en cambio, hemos funcionado muy bien hasta acá. Hay organismos muy serios, la Sociedad Chilena de Medicina Reproductiva y la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida, que acreditan a los centros y regulan los procedimientos.

¿Y no podrían aparecer médicos descriteriados con acceso a tecnología?

Pero una ley no va a proteger a las parejas de ese médico descriteriado. Y ese médico necesita un laboratorio, que son pocos y están bien regulados por los organismos que te nombré. Incluida su calidad técnica, que es lo principal. Porque la parte médica, que se lleva el crédito, está estandarizada y es fácil de hacer. Pero el laboratorio necesita equipos caros y años de experiencia de los biólogos para hacer las cosas bien.

¿Cuál fue el último adelanto importante, el tratamiento más avanzado que hay ahora?

El diagnóstico genético del embrión. Hoy podemos cultivar los embriones por más tiempo en el laboratorio, y al quinto o sexto día, perforar con un láser la cascarita del embrión para extraer una muestra de células no vitales, las que van a formar el saco amniótico y la placenta. Esa muestra te permite ver si el embrión tiene el potencial de ser una guagua o si le faltan o le sobran cromosomas. Gracias a eso hoy descartamos a tiempo muchos embriones inviables.

Que en estrictísimo rigor son vidas humanas.

Y aquí tenemos la paradoja de que el "derecho a la vida", como lo entienden los conservadores más extremos, reduce las posibilidades de generar una nueva vida. Porque al transferir solo los embriones viables, la probabilidad de un embarazo exitoso es mucho mayor. Además, transfieres menos embriones, ¿y cuál fue siempre la gran complicación de la reproducción asistida? Los embarazos múltiples. Tú ves en el centro comercial a esos trillizos todos bonitos, pero por cada grupo de esos hay muchos niños que sufrieron daños irreparables.

La otra discusión es qué se hace con los embriones viables que no se usan.

Claro. Y hay diferentes posiciones al respecto. La mía es que ciertas decisiones le pertenecen a la pareja y nadie se debería meter, ni el Estado ni la religión. Entonces, si yo, como pareja, no quiero que esos embriones me los guarden sempiternum, debería poder exigir que me los entreguen y disponer de ellos. Así se hace en el mundo desarrollado. Y en Inglaterra, si la pareja se olvida de esos embriones por tres años, la clínica tiene derecho a disponer de ellos para la investigación o bien a desecharlos.

Ahí es cuando el Papa habla de la "cultura del descarte".

Bueno, pero gracias a la tecnología eso va en drástica disminución. Antes se congelaban óvulos recién fertilizados, un 80% de los cuales no tenía ningún destino. Y no por culpa de la ciencia, sino porque como animales reproductivos, los humanos somos pésimos. La coneja ovula cinco huevos y tiene cinco conejos, casi. En los potreros fertilizan in vitro sin ningún tipo de cuidado y las vacas se embarazan. Nosotros somos muy ineficientes, hemos sobrevivido por nuestro sistema nervioso central. Entonces, si en vez de congelar 10 embriones congelo solo tres buenos, muchas parejas van a usar los tres para uno o dos embarazos, así que no desechas ninguno. Y de todas maneras en Chile, con la pura autorregulación, nadie desecha embriones.

Quedan ahí congelados.

Claro. Y mira cómo la ciencia va empujando los criterios. En los años 90, cuando yo volví a Chile, tuvimos que pelear para que en la Clínica Las Condes nos dejaran congelar el huevo recién fertilizado, lo que hoy sería una aberración. Luego, pelear para poder congelarlo más tarde. Y hace un año empezaron a hacer diagnósticos genéticos, después de que habían abierto los ojos como platos porque nosotros los locos estábamos haciendo eso.

Y cuando los conservadores son los pacientes, ¿les hacen el quite a estos tratamientos?

No. La pareja infértil, en su gran, pero gran mayoría, subordina esos valores católicos al deseo de tener un niño y hacer familia. La presión más complicada para ellos siempre ha sido la social. Pero cada vez menos, porque la infertilidad está dejando de verse como un estigma. Yo noto que la gente, en general, se está sintiendo mucho más libre para decir lo que quiere para sí misma, incluso para decir "no quiero tener hijos". Otra cosa que ha ido en aumento son las madres solteras que acceden a los tratamientos. Y las parejas homoparentales también han aumentado significativamente. En todo caso, la gran barrera de acceso a la medicina reproductiva en Chile no ha sido la cultural, sino la económica.

Ha sido un derecho de ricos.

Absolutamente.

¿Debiera entenderse como un derecho?

La infertilidad debería entenderse como una enfermedad, que además tiene consecuencias psicológicas y familiares. Y como tal, debería tener cobertura para los tratamientos ideales. Y es curioso, porque yo le tengo susto a la derecha, pero los principales avances se han dado durante los gobiernos de Piñera. En el primero, la incorporación al Auge de los tratamientos de baja complejidad. Y ahora Fonasa sacó los códigos para los tratamientos in vitro, lo que es un paso gigante, porque deja de ser lo mismo que arreglarse la nariz. Desde las clínicas ya estamos mandando a los pacientes con sus códigos a las isapres, y se están viendo obligadas a ofrecer algún grado de cobertura.

También aumentaron los cupos Auge para tratamientos in vitro en el sistema público.

Son poquitos cupos, unos 600, pero son. Y en paralelo, sacaron un programa de Libre Elección que permite al paciente Fonasa atenderse en clínicas privadas con un subsidio parcial. Otra cosa que siempre me preocupó, para democratizar el acceso, fue abrir centros en provincias. Y recién, después de mucho golpear puertas, Fonasa nos asignó los cupos regionales para la clínica que tenemos en Antofagasta. Porque la pobre mujer Fonasa tenía que venirse desde Antofagasta al San Borja Arriarán. A veces no tenían ni dónde dormir y las hacían quedarse 15 días en Santiago, era una locura.

¿Se ha notado mucho en la consulta la tendencia a tener hijos a una edad más avanzada?

Muchísimo. De hecho, es el factor que más ha incrementado las consultas.

Antes uno escuchaba que una mujer de 35 ya tenía que urgirse, pero ahora se dice que hasta los 40 está todo bien. ¿Hay un exceso de confianza ahí?

Absolutamente. Las mujeres pierden óvulos desde que nacen, pero entre los 36 y los 37 años la velocidad de pérdida se acelera. "Oye, pero mi tía se embarazó a los 44". Sí, pero estamos hablando de promedios. Yo diría que si quieres quedar embarazada, después de los 36 tienes que empezar a preocuparte. Y ahí vas a tener todo un rango de posibilidades.

¿Hasta qué edad vale la pena intentarlo?

Lo que tú evalúas es la reserva ovárica de la mujer, independiente de su edad. Ahora, por lo menos en mi historia, no recuerdo ningún embarazo a término de una mujer mayor de 45. Con sus propios óvulos, claro. Otra cosa es que la Madonna o la Julia Roberts tengan niños a los 52. Te aseguro que son óvulos de donantes.

¿Acá todavía hay resistencia a usar óvulos ajenos?

Para nada, es el área de tratamientos que más rápido está creciendo. En Chile se hacen entre 2.500 y 3.000 tratamientos in vitro al año y por lo menos un tercio deben ser con ovodonación. Porque si una mujer de 40 o 42 años te da óvulos de pésima calidad, es un engaño y un abuso económico decirle que siga adelante. Ahí se le ofrece la alternativa de usar óvulos donados, análoga a la de usar espermios donados si el problema lo tiene el hombre.

¿Cuál es el perfil de las donantes?

Es bien variable. Son chiquillas casi todas menores de 30 años, a veces universitarias que se pagan un semestre con esto, también hay enfermeras, secretarias, chiquillas que trabajan en ventas… En Chile no se hace propaganda, así que todas llegan porque una amiga les pasó el dato.

¿La paga es buena?

Es buena. Las que yo conozco son de entre 800 mil y un millón de pesos. Y esto es independiente del número de óvulos que produzcan. No es que yo te compro a tanto los huevos, lo que se compensa es el esfuerzo de los 10 días de inyecciones, los exámenes clínicos, hospitalizarse medio día para sacarle los huevitos, etc.

Cuando la paciente es soltera o es una pareja de mujeres, ¿el donante de espermios es anónimo o pueden llevarlo ellas?

A veces llegan con algún amigo, pero en el 90% de los casos es con una muestra comprada, al menos en mi unidad. Y, lamentablemente, en Chile no existe un banco de espermios comercial de buena calidad, así que el 99% termina comprando afuera.

Pero circulan anécdotas de hombres que han ido a donar…

En Chile por mucho tiempo se hicieron donaciones "en negro", digamos. Sin que tú supieras si el donante estaba bien evaluado o no. Y yo creo que hay ginecólogos individuales, no especializados en el área, que siguen haciendo eso. Hace algún tiempo había un proveedor de donantes y descubrimos que estaba usando al mismo donante casi 50 veces… Por supuesto que lo corrimos de la institución donde yo estaba.

¿A usted le complica que lleguen ellas con el donante?

No, ¿por qué? Piensa que las parejas de lesbianas vienen haciendo esto en forma casera hace mucho tiempo. Se conseguían la muestra de espermios, unas jeringas y se la inyectaban en la vagina. Y los resultados eran horribles, por supuesto. Ahora aumenta la eficiencia y podemos controlar que el donante sea una persona sana. Además, son tan caras las muestras que es una ventaja para ellas.

¿Cuánto cuestan?

Como 800 mil. Y esa muestra suele ser la mitad de la original. Porque tú me donas una muestra, yo la divido en dos o tres y la vendo. Así proceden los bancos de espermios.

¿Y por qué no hay un buen banco en Chile?

Me lo pregunto hace tiempo, no sé si nadie se atreve o si los costos no dan… Porque al donante hay que hacerle un montón de exámenes; en Estados Unidos descartan unas 400 enfermedades. Y eso implica almacenar la muestra seis meses antes de liberarla. Yo calculo que el precio mínimo serían unos $ 400 mil.

Que la muestra provenga de una masturbación, por lo general viendo una porno, ¿influye en que nadie se anime a emprender?

No sé, yo no tengo ningún problema con eso. En la Clínica Las Condes teníamos un lugar bien amistoso para los espermiogramas, con un sillón para ver videos y revistas. Y hay historias muy cómicas… En una clínica de Viña, hace unos 15 años, le encargamos a una persona que trajera estímulos para la pieza. Y como el tipo era ya mayor, trajo unos Pingüino, ¡ja, ja, ja!

¿La revista Pingüino?

Sí, poh. Y los Pingüino son de mi adolescencia…

No hacen ningún efecto ya.

¡No, poh! Se hubieran muerto de la risa los pobres gallos.

Al comprar óvulos o espermios, ¿qué atributos del donante se pueden elegir?

En el caso de los óvulos, nosotros (en la Clínica Monteblanco) te hacemos un matching fenotípico. Por ejemplo, si me llega una paciente rubia de ojos azules, le digo "tienes que tener paciencia, porque en Chile hay pocas donantes con tus características". ¿Y sabes qué me responde más de la mitad de las mujeres? "Me da exactamente lo mismo, usted elija y yo me embarazo". Los bancos de espermios son otra historia. Tú te metes a la lista de donantes y tienes estatura, color de ojos y de tez, lo que estudió, lo que le gusta hacer, etc. Incluso, algunos, si pagas más, te mandan un video del tipo hablando. Y ahí te sorprendes, ¿ah? Dices "claro, van a elegir a los pintosos de metro 90". No. Las mujeres prefieren que se parezca más a ellas, para que este niño no sea tan... especial.

¿En general es gente linda la que dona?

No creo. O sea, tú perfectamente podrías ser donante…

¿Por lo feo?

No, no, no, quiero decir que es gente común y corriente… A eso me refería.

¿También se perfila a los donantes según su inteligencia?

Nosotros no les hacemos ningún test de inteligencia a las donantes de óvulos. Hay gente que se interesa por eso y pregunta a qué se dedican, si estudiaron o no en la universidad, y se va por ese lado. Pero depende de cada programa si ofrece o no esa información.

¿Hay tratamientos que permitan elegir el sexo de la guagua?

Por supuesto. Es un efecto colateral de hacer la evaluación genética del embrión: te aparece el XX o el XY. Pero lo importante es elegir los mejores embriones, independiente del sexo.

Pero si hay dos buenos, ¿ya se usa elegir?

Sí, las parejas pueden elegir, pero no es muy frecuente. Eso pasa más en la cultura china o en India. Esto se conversó mucho en términos éticos, si se permite o no se permite.

¿Le da un poco de nervio que se pueda elegir?

Sí. Pero ahí tienes que preguntarte hasta dónde llega tu derecho a decidir por la pareja. O sea, vienes tú y me dices "pucha, tenemos dos niñitas, queremos un hombre". ¿Tengo derecho a decirte "no, aceptas lo que yo te ofrezca"? Esa es una pregunta que yo no he resuelto.

¿Qué otras cosas permite anticipar el diagnóstico genético?

Hartas cosas. Distrofias musculares que van a ser letales, por ejemplo. Y en el caso de las alteraciones cromosómicas, casi todas determinan que el embrión es inviable, pero hay una que sí es viable: la trisomía 21, el síndrome de Down.

¿Qué hacen con esos embriones?

Se guardan, porque en Chile no desechamos embriones.

Aunque jamás se van a usar…

Por eso creo que debiera decidir la pareja. Ahora, tú me preguntas por el diagnóstico genético, pero cuando haya tecnología para pasar a la intervención genética, ahí sí que vamos a enfrentar conflictos éticos tremendos. Aquí abrimos una caja de Pandora y estamos recién raspando la superficie. Identificar los genes humanos va a traer beneficios tan fantásticos como eliminar enfermedades hereditarias, pero obviamente vas a poder empezar a pensar en el superhombre.

¿Cree que la eugenesia va a ser inevitable o la especie se va a aferrar a su naturaleza?

Lo segundo es lo que yo querría, pero está por verse. Una vez que creaste la tecnología, ¿cómo puedes evitar que algún Estado decida generar, por ejemplo, ingenieros con otras capacidades? Los grandes avances tecnológicos los han producido los europeos, que son los más responsables para regular. El problema es que copiar las técnicas no es tan complicado.

Bastaría un loquito competente.

Pero necesitas un grupo de loquitos, mínimo siete u ocho. Y es caro, por lo tanto, necesitas a un loco mayor dispuesto a financiarlos, no sé con qué objetivo.

Razones para crear superhombres no van a faltar.

Claro, ese es el peligro. De hecho, en este momento se me ocurriría hacer un par de defensas chilenos para reemplazar a Jara, que ya está tan lento… En todo caso, para que nadie se asuste, estamos hablando de un futuro no tan cercano, falta todavía para llegar a eso. Pero vamos para allá.

Y dónde estamos ahora, ¿se ha sentido alguna vez perdiéndole el respeto a la naturaleza?

No. Quizás no estoy éticamente construido como filósofo, pero te identificas tanto con el ambiente humano, con la necesidad de las parejas, y ves tanto éxito, que se te hace muy difícil pensar que la naturaleza se esté sintiendo maltratada.

¿Se compromete emocionalmente con el éxito o fracaso de un tratamiento?

Es inevitable. Y con algunas parejas te identificas mucho más, pero en general sufres con todos. Hace no mucho tuve una pareja, ella era una nana peruana, que los traté gratis. Y ella tuvo un test de embarazo positivo, pero el siguiente se le fue a la cresta, tuvo un aborto bioquímico. Pucha, a esa pobre pareja la tuve que recoger del suelo… Además, estaban muy limitados para seguir, porque yo les hago mi parte gratis, pero tienen que pagar los medicamentos y la clínica. Entonces quedas bajoneado. Pero al revés, voy a Cachagua y siempre me encuentro con "nietos míos", les digo yo. "A este cabro lo hiciste tú", me dicen. Cómo no va a ser lindo eso.

Espérenme un segundito

El actor Lucas Balmaceda, su hijo, dijo en una entrevista: "La familia de mi papá es una familia conservadora de la cota mil". ¿De dónde salió tan liberal?

Soy la oveja negra. Primero, por lo que me tocó vivir en los late sixties: la toma de la Católica, la democratización, la elección de Allende…

Es de los marcados por la toma de la Católica.

Totalmente. Fui de los cien que nos quedamos la primera noche, siendo un cabro chico de primer año. Y un segundo factor es que cuando llegué exiliado a Dinamarca, mi profesor Horacio Croxatto me consiguió una Beca Rockefeller para irme a la Universidad de Texas, en su sede de San Antonio. Y ahí me tocó un grupo de faculties bastante liberales, casi todos judíos que venían del noreste, de Baltimore, de Boston. Entonces me acostumbré a enfrentar estas decisiones con total independencia de las influencias conservadoras.

¿Antes de exiliarse era militante?

Alcancé a ser medio Mapu. En sexto año de Medicina tomé un electivo que se llamaba Talleres de Salud y estuve muy metido en la Villa O'Higgins, trabajando con la gente en temas de salud. Y por supuesto los del Mapu estaban ahí observando y me puse a trabajar con ellos. Pero siempre en la Villa O'Higgins, lo que, en parte, me salvó de ser un militante reconocido en la universidad cuando vino el golpe.

Pero se cuenta que se escapó de la Dina por los techos de un hospital...

Mira, ahí me salvé jabonado, pero fue por otro motivo. El año 75, un día voy saliendo de turno del J.J. Aguirre y se me acerca una persona: "Oye, hay un gallo herido y el único que podría ayudar acá eres tú". Entonces me recogieron en la Plaza Pedro de Valdivia y me llevaron vendado −parece cuento de locos− a una casa donde estaban Nelson Gutiérrez y Andrés Pascal Allende [dirigentes del MIR]. Habían tenido un enfrentamiento en Malloco y Gutiérrez tenía una herida de bala en la pierna. Y cuando termino de hacerle la curación, Andrés Pascal y la Marie Anne Beausire me piden que los ayude. Yo estaba casado con Verónica Pascal [prima de Andrés] y, bueno, me los llevé a mi casa. Ahí estuvieron unos cuatro días y se los entregué a los curas del Saint George's. Después los curas se los llevaron a unas monjas en Avenida Matta, con tanta mala suerte que la Dina tenía vigilada a una de las monjas y la agarraron. De ahí no sé cómo sigue el cuento, pero terminaron sabiendo de mí y llegaron a buscarme al hospital. La suerte fue que justo apareció una señora que me permitió decir "espérenme un segundito" y volver a entrar. Si no, no me escapo.

¿Y dónde se escondió?

Primero en la casa de Claudio Di Girolamo y después en la de Lucho Izquierdo, embriólogo, gran profesor nuestro. Hasta que Lucho concibió el plan de meternos en la embajada de Venezuela saltando por la pandereta. Y bueno, de ahí Dinamarca y de ahí a Estados Unidos.

Un efecto colateral de su diáspora es tener ahora un hijo mundialmente conocido, Pedro Pascal.

Y lo encuentro maravilloso, porque conozco la historia detrás de Pedro. La cantidad de años que pasó en EE.UU. sin poder estabilizarse, perdiendo roles en películas, porque "lo hiciste genial en el casting, pero necesitamos a un actor de tez más clara". Cuando te rechazan por eso, no por tu trabajo, es muy duro. Tuvo que pasar esto de Games of Thrones para que lo vieran. Y lo ha tomado muy bien, no lo ha tocado la cuestión, porque es inteligente. De hecho, ha cambiado para bien, está más relajado, menos angustiado, más seguro de sí mismo.

Y usted, ¿volvió a Chile despolitizado?

Volví poco militante, no despolitizado. Paso rabias todo el tiempo con la derecha, por los temas valóricos y porque creo en un modelo de desarrollo un poco diferente al que tenemos en Chile. He pensado de repente si debiera militar, ¿pero dónde? Mi locus natural habría sido el PS, pero así como está…

¿Es de los nostálgicos de la Concertación?

Me gustaría decir que no, pero tampoco puedo entender que Guillier sea mejor que Lagos.

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