Andy McEntee, el abogado clave en la detención de Pinochet: "Frei no tenía interés en desafiar al régimen"

Andrew McEntee

El abogado y presidente de Amnistía Internacional en Gran Bretaña durante 1998 relata a La Tercera PM cómo se logró en solo cinco días la inédita detención de Augusto Pinochet en Londres que por primera vez llevó al ex general al banquillo de los acusados por crímenes de lesa humanidad.


Hay un episodio que marcó la vida y carrera del reconocido abogado de Derechos Humanos Andrew McEntee: ocurrió el 11 de diciembre de 1998 y se relaciona íntimamente con la historia de la transición chilena. Ese día McEntee -en ese entonces presidente para Gran Bretaña de Amnistía Internacional- fue testigo del momento en que Augusto Pinochet Ugarte enfrentó por primera vez a la justicia en la Corte de Belmarsh, en el sur de Londres, donde fue notificado del proceso de extradición en su contra.

-Allí estaba yo sentado a no más de dos metros de distancia de Augusto Pinochet, en uno de los sitios para los abogados. Le había visto entrar a través de la cámara del tribunal en silla de ruedas, hacer su camino con su escolta armada, identificarse, y así subyugarse ante un juez que comenzó a leer una lista de crímenes que incluían tortura, toma de rehenes y varios delitos de conspiración- explica McEntee a La Tercera PM en perfecto español.

Para McEntee este era un día "histórico" porque por primera vez Pinochet se sentaba en el banquillo de los acusados tras haber sido detenido dos meses antes en una clínica de Londres, donde se recuperaba de una cirugía. Un arresto que ocurrió un 16 de octubre de 1998 y en el que el activista de Derechos Humanos jugó un rol clave y que le significó una pequeña victorias tras más de una década trabajando por el esclarecimiento de los crímenes contra los Derechos Humanos cometidos en Chile.

-En 1998 usted era presidente para Gran Bretaña de Amnistía Internacional ¿Cuál era su opinión de la transición chilena?

Yo tenía una perspectiva amplia sobre la 'transición' chilena, o sea la 'continuación' que el régimen quería asegurar por medio de una Constitución de 1980 a la que aún le faltaban las reformas necesarias para una democracia; un Congreso no reformable que garantizaba una mayoría para la 'continuación'; tribunales civiles débiles, y dirigidos por jueces tímidos; la impunidad para los crímenes de lesa humanidad, incluso el silencio institucional sobre el paradero de los detenidos-desaparecidos; y un Ejército que seguía bajo el mando de Pinochet hasta marzo de 1998 ,sin olvidar su sucesor nombrado por Pinochet mismo, fuera del control del Presidente de la República. Estos son no más que una selección de los posibles titulares para reflejar los problemas de la 'transición' antes del arresto de Pinochet en Londres.

En 1998, bien se sabía que Aylwin y Frei habían disfrutado bastante del golpe militar que ambos habían aplaudido en 1973. Cómodos al lograr sus presidencias, sus gobiernos seguían con timidez frente al continuismo del régimen pinochetista, un 'estado dentro del estado' por medio del Ejército y otros actores del régimen, en el Congreso y otros lugares. Esto se vio por la manera de responder del gobierno Frei, después del arresto de Pinochet. Chile reclamó a España y Gran Bretaña, asegurando al mundo que Pinochet era una víctima, porque tenía 'pasaporte diplomático' -pero sin pruebas, y sin cargo diplomático activo - que le garantizara inmunidad durante su 'misión especial' a Londres. Todo esto, mientras ni la embajada de Chile en Londres, ni el Foreign Office (Ministerio del Exterior) británico sabían nada acerca de la visita efectivamente privada de Pinochet. Además, el gobierno de Frei se mostraba algo absurdo por gritar por todo el mundo que el arresto y la ausencia de Pinochet podría arriesgar el camino hacia la democracia dentro de Chile.

-¿Cómo se enteró de que Pinochet estaba en Londres para someterse a una cirugía?

A partir de la primera visita de Pinochet a Inglaterra en 1991, siempre recibía llamadas telefónicas para decirme cuando estaba a punto de abandonar Chile o que ya había llegado a Londres, lo que se repitió en 1994, 1995 y 1997. Como en marzo de 1998 había dejado de ser jefe del Ejército, su viaje a Europa fue una visita "privada". Una vez que se supo que estaba en Londres para un procedimiento médico, su ubicación exacta fue confirmada por la comunidad chilena en Londres la mañana del 9 de octubre. Se presumía que se escondería detrás de un nombre falso, pero finalmente se identificó a 'Ugarte' en la London Clinic.

Mi prioridad era preparar el caso legal, los documentos y los procedimientos, y luego formar un equipo de abogados británicos dispuestos a pasar tiempo ayudándome a mí y a Amnistía Internacional, sin pago, por supuesto. Si un juez estaba dispuesto a emitir una orden para el arresto de Pinochet, entonces la policía tomaría medidas inmediatamente, sin la necesidad de que yo ni nadie más les dijera dónde encontrarlo. Todo lo relacionado con encontrarlo, ponerlo en cámara, protestar frente a su ventana, que es muy importante en una sociedad democrática, en gran medida fue irrelevante para mi trabajo. Sobre todo, necesitaba saber que esta vez no volaría desde Inglaterra antes de que los tribunales y la policía pudieran movilizarse.

-En el libro "Pinochet, 503 días atrapado en Londres", de la periodista chilena Mónica Pérez, se expone que fue usted quien avisó al abogado Joan Garcés para que iniciara los trámites que permitieran la captura de Pinochet ¿Qué recuerda de esa conversación?

El sábado 10 de octubre de 1998, supe que Pinochet estaba internado en la London Clinic a través de una llamada telefónica de Vicente Alegría, uno de los miembros de la Comisión Chilena de Derechos Humanos de Londres. Al mismo tiempo Jimmy Bell, también de la comisión, avisó al abogado español Joan Garcés que representaba a varias víctimas chilenas y estaba en contacto con los jueces Manuel García Castellón y Baltazar Garzón quienes lo investigaban por causas diferentes.

Ambos me recomendaron que llamara a Garcés para discutir el caso porque sabían que él estaba esperando que pasara algo en Londres, específicamente noticias de un arresto. El abogado estaba disfrutando de un tranquilo fin de semana largo en España y el lunes siguiente era día festivo, lo que mantendría los tribunales cerrados en un momento en que la intervención legal debía acelerarse. Hablamos en español e inglés, saliendo y entrando de la lengua materna de cada uno en varias oportunidades. Recuerdo que él me preguntó: ¿Puede hacer que Pinochet sea arrestado en Londres, por un juez, por genocidio?' y mi respuesta corta fue "no". En esa conversación, discutimos las leyes y procedimientos británicos relevantes, principalmente en términos de lo que se había intentado, lo que había funcionado y lo que no había funcionado, y por qué o por qué no.

Después de un rato, nuestra conversación llegó a su fin. Joan dijo que iría a consultar con colegas sobre nuestra discusión. Al día siguiente, el domingo a media tarde, Joan me llamó a casa. Tenía algunas preguntas derivadas de nuestra discusión anterior, y quería impulsar el problema del genocidio de nuevo. Así que tuvimos otra larga conversación sobre genocidio, tortura, poderes de jueces, 1991, 1994, 1995, 1997. Finalmente, nos despedimos nuevamente, satisfechos con el alcance y la dirección de nuestras discusiones. Las últimas palabras de Joan para mí fueron: 'Andy, vamos a hacer lo que podamos. Estamos trabajando en ello'.

¿Cuál era su opinión de las gestiones realizadas por el gobierno del Presidente Eduardo Frei para traer a Pinochet de regreso a Chile?

Desde el principio quedó claro que los esfuerzos del gobierno chileno para extraditar a Pinochet desde Londres fueron una maniobra político-teatral, que no deseaba su retorno en absoluto, sino que pretendía aplacar a los partidarios de Pinochet. El abogado inglés de Chile simplemente se presentó ante el tribunal de Londres para argumentar que Chile tenía el derecho prioritario de extraditar, no a España, pero sin que Chile hubiera presentado la solicitud de extradición. No fue un intento serio de asegurar el traslado de Pinochet a Santiago bajo arresto, como prisionero.

No había manera de que Chile pudiera cumplir con los requisitos internacionales para la extradición de Pinochet. Desde el momento en que Pinochet aterrizó en Santiago, los militares intervendrían sobre el jefe del sistema de justicia civil. El sistema judicial chileno aún era débil en 1998, casi colonial, no solo porque la mayoría de los jueces superiores habían sido nombrados durante el régimen de Pinochet, sino que también sabían todo sobre los abusos contra los derechos humanos y estaban demasiado asustados para investigar (Y aclara que el juez René García Villegas era una excepción).

Yo había conocido a Eduardo Frei diez años antes, durante una visita a Londres que fue organizada por el Ministerio de Exteriores británico y en la que discutimos sobre el rol de la DC y su propia visión para Chile. También visitó mi oficina Andrés Allamand, quien era una bola de fuego y energía. Pero Frei estaba desinteresado, desapegado, con poco que decir, y parecía confirmar lo que era: una figura decorada con el nombre de su padre, sin interés en desafiar al régimen. Para 1998, pude ver que Frei no había cambiado mucho. Nadie en Londres creía que la llamada solicitud de extradición del gobierno de Frei fuera genuina.

-¿Qué significado tenía la imagen de Pinochet detenido en Londres?

Lo cierto es que Pinochet perdió la batalla por controlar cómo sería retratado en los libros de la historia de Chile. Lo supe tan pronto cuando el Tribunal Supremo de Londres comenzó a leer la lista de cientos de casos de tortura, asesinato y desaparición forzada de hombres, mujeres y niños de los que era responsable. Vi que cuando regresó a Chile en el 2000 los libros escolares habían sido reescritos en su ausencia. Los niños ya estaban aprendiendo sobre su responsabilidad en estos crímenes.

Recuerdo también el absurdo teatro de un poderoso general chileno que intentaba escapar de una reunión con un juez ordinario de Londres montando una silla de ruedas en la sala de audiencias adjunta a la prisión de Belmarsh, y suplicando que se le permitiera ir a casa después de ordenarle a su médico que le dijera al juez que estaba enfermo y que había perdido la memoria.

-Pinochet finalmente regresó a Chile y nunca fue arrestado por su vinculación con crímenes de lesa humanidad.

Es lamentable que Chile no fuera lo suficientemente fuerte como para procesar a Pinochet y a todos sus colaboradores por sus crímenes de lesa humanidad y su malversación de millones de dólares en cuentas bancarias en el extranjero. Sin embargo, también observo la gran cantidad de personas que han ido a la cárcel, aunque a menudo durante muy pocos años.

Una parte importante del proceso de justicia es establecer la verdad y la verdad era ampliamente conocida en Chile e internacionalmente incluso antes de su arresto en Londres, a pesar de que los partidarios de Pinochet lo negaban. Al retornar a Chile había sufrido una serie de derrotas y humillaciones, en su mayoría provocadas por su propio mal juicio: al ignorar el consejo de sus abogados de Londres, año tras año después de 1991, creyendo que estaba por encima de la ley de las naciones civilizadas, hasta que visitó Londres con demasiada frecuencia.

Al momento de su retorno, en marzo de 2000, los cientos de casos presentados en los tribunales chilenos estaban bien establecidos. Pero, por supuesto, los tribunales, las leyes, la Constitución continuaron siendo débiles, y él continuó reclamando inmunidad y mala salud.

-A 45 años del golpe de estado, la figura de Pinochet continúa provocando divisiones en la sociedad chilena ¿Qué necesita el país para reconciliarse?

Ricardo Lagos tuvo la mala suerte de que Pinochet regresara unos días antes de que asumiera la presidencia, pero también fue bueno porque ya se había establecido un impulso para el cambio, porque efectivamente habían ocurrido algunos cambios y Lagos pudo realizar más reformas a la Constitución.

Aún en 2018 recibo los boletines regulares de FASIC que informan sobre casos de derechos humanos en los tribunales de Chile. A pesar de muchos procesamientos y encarcelamientos, claramente la situación sigue siendo mixta e inestable: por ejemplo, la decisión de 2018 de tres jueces de la Corte Suprema de liberar a cinco responsables de crímenes de lesa humanidad en Punta Peuco, incluida la desaparición continua del Dr. Eduardo González Galeno.

Y, por supuesto, el presidente Piñera en 2018 no mostró vergüenza de perdonar al coronel René Cardemil, quien asesinó a seis ciudadanos, pero recibió solo una condena de diez años. El legado de Pinochet debe ser rechazado por el gobierno civil democrático, no aceptado por él, y los agentes y los métodos criminales de Pinochet deben permanecer marginados por las instituciones y líderes estatales, no por el Tribunal Supremo y el Presidente.

El legado de Pinochet debe ser rechazado por los gobiernos civiles democráticos, no aceptado. Y los agentes y métodos criminales de Pinochet deben permanecer marginados por los líderes e instituciones democráticas, no ser aceptados por la Corte Suprema y el presidente.

El abogado y activista de derechos humanos cierra la entrevista con una frase en español: "No + porque somos +", "¡Verdad Y Justicia!"… aún en 2018, tal vez sí, tal vez no.

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