En la semana en que el parlamento rechazó el kínder obligatorio, el ministro de Educación, Raúl Figueroa, aborda lo que denomina un “bloqueo político” desde la oposición a iniciativas clave de la cartera. “Para muchos el derecho a la educación es simplemente un eslogan”, sostiene.

El abogado asumió en el ministerio el año pasado, dos semanas antes de que se decretaran las primeras cuarentenas de la pandemia. Pero apenas los casos de coronavirus mostraron una baja, comenzó a impulsar el retorno presencial a clases. Y ha sido complejo. La detracción inicial fue dura y decantó en una serie de polémicas con alcaldes, parlamentarios, académicos y el Colegio de Profesores. Se volvió un blanco usual de críticas e -incluso de memes- por su tozuda defensa a la reapertura.

Ahora, sin embargo, pareciera que esa porfía está dando frutos. Se ha instalado a nivel transversal la idea de que los estudiantes deben, en forma segura, volver a clases. Además, hace pocos días se conoció el trabajo conjunto que los ministerios de Educación y Salud están realizando para eximir a los colegios del cierre en Cuarentena, y esta misma mañana cientos de alumnos y apoderados se reunieron en los frontis de sus colegios para exigir su apertura.

Materia pendiente, apunta, es destrabar los proyectos de educación entrampados en el Congreso y que para Figueroa es consecuencia de una mala política: “La politización del sistema educativo se ha instalado con muchísima fuerza y esa politización excesiva es un freno para el desarrollo de las políticas públicas que la educación necesita”

¿Le dolió el rechazo a la obligatoriedad del kínder en el parlamento?

Hay que despejar muy rápido cuál es el significado que tiene el rechazo por parte de parlamentarios de oposición. Significa un castigo a la educación parvularia y el que pretenda ver en esto un castigo al trabajo del Mineduc está profundamente equivocado. La oposición desaprovechó una tremenda oportunidad de poner la educación en el foco de las preocupaciones. Este proyecto, este rechazo, muestra que para la oposición el derecho a educarse es simplemente un eslogan y junto con otros bloqueos que hemos visto, particularmente en el Senado, uno tiene el legítimo derecho a llegar a esa conclusión.

¿Fue un rechazo político?

Absolutamente, porque todas las inquietudes que surgieron durante la tramitación fueron debidamente abordadas y se dieron por resueltas por los parlamentarios que votaron en contra. La conclusión natural es que es un rechazo político.

¿Cómo avanza la idea del veto?

La implementación de la obligatoriedad del kínder es importante, y para ello vamos a insistir en la iniciativa y la forma es a través del veto, para darle al Congreso la oportunidad de que, el consenso que existe en torno a lo importante de la educación parvularia, pueda manifestarlo aprobando la iniciativa.

¿Entonces el veto va?

Sí.

Hablaba de otros bloqueos, ¿cómo ha reaccionado la política a la agenda en educación parvularia del Mineduc?

Tenemos otra iniciativa, que es la subvención para jardines infantiles, que apunta a asegurar el acceso gratuito. Este proyecto fue aprobado por la Cámara de Diputados y al igual que el de kínder, su tramitación se ha visto torpedeada en el Senado. Lo que vemos es que la oposición en el Senado ha boicoteado y bloqueado la agenda de educación parvularia.

En ese Senado está Yasna Provoste, que se perfila como candidata presidencial de la DC y con quien tuvo un cruce de declaraciones esta semana...

No me interesa para nada entrar en peleas pequeñas con los parlamentarios. Lo que a nosotros nos interesa es sacar adelante una agenda robusta en materia de educación y vemos que existen proyectos de ley presentados por la oposición que apuntan a impedir la apertura. Pero quienes sufren estos bloqueo son los niños.

¿Se ha preguntado o ha pedido explicaciones sobre por qué el deporte ya ve luces en términos de apertura en fase 1 y los colegios no todavía?

Es bueno repasar que en materia de apertura de establecimientos educacionales, el sistema se está movilizando hace bastante tiempo. Cada vez que una comuna está en cuarentena, queda la sensación evidente que la apertura no se ha dado. Pero en todas las comunas que están en fase 2 o siguientes, se puede abrir. Es bueno también mirar más allá de la Región Metropolitana, por ejemplo Aysén, donde más del 70% de los colegios están con clases presenciales.

¿Hay plazos para que los colegios puedan abrir en fase 1?

Hemos tenido una muy buena recepción de parte del Ministerio de Salud. Lo que estamos trabajando con ellos, sin tener aún todavía plazos definidos, es un mecanismo que permita darle continuidad al proceso de apertura de los establecimientos educacionales de manera segura.

¿Y la idea de hacer obligatoria la apertura de colegios?

Eso fue un trascendido que nunca salió oficialmente desde el Ministerio de Educación. Nuestro esfuerzo hoy día sigue estando en privilegiar la voluntariedad de los padres para que puedan llevar a sus hijos al colegio. Pero para eso los colegios deben estar disponibles y abiertos, y vemos hoy día, más que antes, una mejor disposición para que eso ocurra.

¿Por qué la insistencia en volver a clases?

El deterioro en los aprendizajes y en el desarrollo socioemocional de niños y jóvenes que ha generado la pandemia hace que la apertura sea necesaria, urgente y además posible. Si consideramos la evidencia en torno a los bajos contagios que en esos lugares se producen cumpliendo los protocolos sanitarios y los graves efectos que la pandemia está dejando en niños y jóvenes, como demuestra la evidencia disponible, abrir es un elemento central para recuperar a tiempo lo que se ha perdido.

En el supuesto de un gran brote en algún colegio o que pasase algo más grave, ¿cuánta responsabilidad asume?

La pandemia no ha desaparecido y probablemente con mayores o menores niveles de riesgo nos va a acompañar por un tiempo. Creo que la pregunta no es quién es el responsable si algo pasa, sino cómo somos capaces de, en conjunto, llevar adelante todo lo necesario para que los establecimientos sean lugares lo más seguro posibles para esa comunidad. Esa es la mirada que han tenido todos los países serios a nivel mundial.

¿Y qué le parece que, antes que los colegios, se haya decidido permitir la apertura de los malls o que vuelva el fútbol y se abran los gimnasios?

Hay que evitar falsas dicotomías, porque en la práctica lo que hemos hecho como gobierno es darle prioridad a la educación y poner todo el foco en generar las mejores condiciones que permitan la reapertura de los colegios. De hecho, son muchísimas las actividades que en fase 2 no están permitidas, pero los colegios sí están permitidos de funcionar. A diferencia de otras actividades, fue al mundo escolar al que se le dio prioridad en el proceso de vacunación. Lo que queda es voluntad de todos los actores para lograr el objetivo de contar con establecimientos abiertos.

Dentro de esos actores están los alcaldes y usted ha sido crítico con los que no han abierto los colegios...

Tenemos muy buenos ejemplos de alcaldes muy comprometidos con el proceso educativo, de todos los partidos políticos, y tenemos también lamentables muestras de responsables de la educación municipal que han ido dejando esta prioridad más bien de lado y estuvo muy marcado por el proceso electoral. Pero lo que vemos hoy día es que la actitud es diferente, mucho más proclive a tener los establecimientos abiertos.

Y aquellos alcaldes de su sector, ¿qué razones esgrimen?

Muchos sostenedores municipales nos señalan en privado que las presiones que tienen dentro de sus comunas son muy fuertes para no dar pasos hacia la apertura. Y presiones que no vienen de los apoderados, sino que del Colegio de Profesores. Y resulta que ahora el Colegio Médico hace una propuesta en la línea de lo que el Mineduc siempre ha dicho y el factor común de oposición sigue siendo el Colegio de Profesores, no los docentes. Y eso muestra que hay una resistencia orgánica en los dirigentes de ese gremio que lamentablemente impacta con mucha fuerza, porque el Colegio de Profesores tiene mayor fuerza política en el mundo municipal y eso los alcaldes, ciertamente, lo reciben.

¿Cómo se hacen cargo del bienestar de los profesores que obligatoriamente tienen que acudir presencialmente?

Son pieza fundamental de la educación, de la apertura, y su bienestar socioemocional también. Para darle apoyo hemos generado herramientas pensadas en ellos, como la Bitácora Docente, que les permite identificar cuál es su estado. Y los protocolos sanitarios no son solo para los alumnos sino para la comunidad escolar en general, y tienen particular focos en el cuidado a los docentes. La prioridad de las vacunas apuntó a darle a los profesores la máxima protección posible. Además, se deben aplicar las reglas que hacen que, en casos excepcionales, que por razones de salud no pueda asistir, se le da un tratamiento diferente.

¿Se ha encontrado con alcaldes que tienen hijos asistiendo a clases presenciales y no tienen sus escuelas abiertas?

Se da una dicotomía bien lamentable de alcaldes que envían a sus hijos a clases, pero no hacen los esfuerzos para abrir sus colegios y de diputados que envían a sus hijos o nietos a clases, pero presentan proyectos de ley que prohíben abrir establecimientos. Y eso no es más que una muestra, en algunos casos, de la desconexión que existe respecto de las verdaderas necesidades de los ciudadanos.

¿También están encima de las universidades?

A través de la superintendencia y la subsecretaría de Educación Superior estamos en permanente monitoreo para colaborar con las instituciones en el cumplimiento de protocolos, para que puedan también ir dando señales claras de mayor apertura y asegurar que mientras no puedan volver en términos masivos a la educación presencial, lo que ofrezcan a distancia esté a la altura del proyecto por el cual los jóvenes optaron.

¿La idea de abrir en fase 1 es para todos los niveles de educación?

Estamos hablando de todos los niveles, pero fundamentalmente centrado en el mundo de la educación parvularia y escolar.

¿Cree que se ha politizado la educación?

La politización del sistema educativo se ha instalado con muchísima fuerza y esa politización excesiva es un freno para el desarrollo de políticas públicas que la educación necesita. Lo que ha ocurrido es el reflejo de que para muchos el derecho a la educación se transformó en un simple eslogan y que cuando se da la verdadera oportunidad de trabajar en conjunto, el afán político termina por cegar a muchos. Pero quiero ser optimista. Creo que estamos aún a tiempo de hacer de la educación un camino que nos una como chilenos. Si despolitizamos el debate vamos a ser capaces de sacar la educación adelante y beneficiar a millones de jóvenes.

Y su imagen, ¿piensa que puede generar rechazo?

Evidentemente que en un período tan complejo como el que ha vivido el país, la imagen del ministro de Educación, que históricamente ha tenido poco respaldo, es posible que eso no haya cambiado. No lo tomo como una cosa personal. El que crea que ejercer estos cargos se trata de cuestiones personales está equivocado.

Pero tiene costos políticos su postura...

A lo mejor incurrí en una cierta ingenuidad de pensar que impulsar, por ejemplo, una agenda de abrir los establecimientos en forma segura, iba a tener un amplio respaldo, porque partí de la base que para todos y en particular para el mundo político, era importante. La gran desilusión que me llevé fue constatar que esto no era verdaderamente importante para todos. Y la esperanza que tengo es que aún hay tiempo para recuperar ese sitial de privilegio que tiene la educación en la política pública.

¿Se sintió solo?

A veces menos acompañado. Pero también quiero ser muy claro: he tenido siempre el impulso y no solo la compañía, sino que el apoyo del Presidente.

¿Cómo ha recibido las críticas e incluso memes que han surgido de su insistencia de abrir los colegios?

Hay cuestiones que son divertidas y afortunadamente creo tener un muy buen sentido del humor. Para mí, el espacio de trabajo debe combinar siempre el rigor con el humor y por tanto, las cosas divertidas me las tomo con relajo. Tenemos que tener cuidado con cruzar la frontera, que es banalizar algo tan importante como la educación y que por esa vía algunos usen el humor como una manera de desligarse de su responsabilidad. Eso no significa ser un tonto grave.

¿Pensó en dar un paso al costado?

Jamás.