Columna de Cristián Arcos: El penal más largo del mundo



Por Cristián Arcos, periodista y escritor

”El penal más fantástico del que yo tenga noticia se tiró en 1958 en un lugar perdido del Valle de Río Negro, en Argentina, un domingo por la tarde en un estadio vacío”. Así comienza El Penal más largo del mundo, el relato de Osvaldo Soriano, uno de los mejores cuentos de fútbol escrito en idioma alguno. Pero la historia de ese partido entre el Estrella Polar y el Deportivo Belgrano es una obra de ficción. En cambio el penal cobrado en el estadio Las Higueras de Talcahuano entre Huachipato y Copiapó, el 26 de enero pasado, fue real. Ganó el conjunto acerero, se quedó con la Promoción y se mantuvo en Primera.

En las últimas semanas hemos escuchado demasiadas versiones de un mismo pleito. Que de Santiago presionaron para que se cobrara un penal dudoso, un árbitro que admite apremios y después los niega, un juez que filtra una conversación privada a los medios con el manifiesto interés de descabezar un comité que marchaba torcido, un encargado que seguía un reglamento desactualizado, árbitros despedidos primero, reintegrados después, en duda ahora, una dirigencia que pide una investigación financiada por ellos mismos.

Es imposible realizar sentencias tajantes en este caso. No hablamos de buenos versus malos y menos de soluciones categóricas a partir de ciertas determinaciones. La salida de Javier Castrilli no es el antídoto de todos los males en el referato chileno. Un eventual reintegro, menos. Si bien el informe del oficial de cumplimiento desliga al exjuez transandino de cualquier responsabilidad en la maraña expuesta por Francisco Gilabert, su paso por la comisión de arbitraje está lejos de ser óptimo. Dicho esto, ni Castrilli ni nadie se merece una confabulación como la expuesta por la investigación en curso.

Varias dudas no han sido despejadas. ¿No hubo ninguna presión hacia el VAR en dicho partido? ¿Existieron situaciones similares en partidos y torneos anteriores?

Si es verdad que todo esto fue planeado por un grupo de árbitros para desbancar de su cargo a Castrill, es aterrador. Si algunos jueces son capaces de eso, pueden ser capaces de mucho más. ¿Ustedes creen que esta historia ha terminado? Al menos yo no. Creo que aún faltan muchas piezas en este puzzle.

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