A modo moderno
A 49 años de edificada, su inspiración y fundamentos modernos siguen vigentes. Intactas sus formas geométricas, sirven como soporte a una ambientación coherente, casi respetuosa podría decirse.


Llegar, caminar, sentir la luz, apreciar el trabajo delicado que la arquitecta Mirene Elton ha hecho con la recuperación de esta casa, es una experiencia, una clase magistral para comprender de qué se trata la arquitectura moderna. Todo de un modo cariñoso, casi apasionado. Cuestión que uno puede imaginar proviene en parte de la herencia, ella es hija del recordado arquitecto Jorge Elton.
Proyectada en 1961 por Eduardo Vásquez, y recuperada metódicamente por Mirene, la decoración y todo el diseño que hay detrás de esta casa son expresión y provienen de los fundamentos más estrictos del movimiento moderno. “Aquí todo tiene una respuesta modernista; líneas simples, hormigón y acero, el uso de amplios ventanales para dejar entrar el máximo de luz natural y un mobiliario liviano que permite su fácil desplazamiento”, cuenta Mirene.
Las decisiones tomadas por el arquitecto hace casi cincuenta años y las propias de Mirene se traducen en una profunda simplificación de las formas y la ausencia de ornamento tal como el modernismo lo plantea, los espacios deben proporcionar una vida saludable. “Se pensó que la salud de los habitantes estaría beneficiada con el ingreso de la mayor cantidad de luz solar en sus casas y el uso de muebles livianos que permitieran hacer aseo y mantener la higiene del hogar”, explica la arquitecta. Conceptos que se unen perfectamente al hecho de que el arquitecto original, Vásquez, proyectó esta casa para una familia de médicos, especializándose además años más tarde en el diseño de hospitales.
Así, todas estas historias van conformando el puzzle y hacen comprender la esencia y estilo de esta construcción, aspectos que Mirene ha sabido conservar con dedicación. Lucarnas circulares en el techo, juegos de mosaicos comprados en el último remate de la antigua fábrica Ismir, que además hizo las primeras estaciones de metro en Santiago, y piezas artísticas de amigos cercanos, son parte importante del historial decorativo de esta casa.
“Toda la ambientación es la acumulación de cosas que he ido adquiriendo durante años en base a diseños míos y gente que quiero”, confiesa la arquitecta.
De a poco Mirene va llevando a cabo las ideas que aparecen en su mente. Son muchas, la próxima, nos adelanta, será aprovechar la quinta fachada y disfrutar desde el techo mediterráneo una piscina sobre un deck de madera.
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