“Quiero mucha luz, entrando por todos lados. Una casa que sea clásica en el tiempo, que no pase de moda, como la típica casa de los colonos. Como una que vi en Frutillar”. Con esa claridad Claudia concibió esta casa donde lleva tres años instalada junto a su marido. “Me la hizo una arquitecta joven cuando aún no se titulaba. Le dije quiero una casa que tenga harta luz, por lo mismo, con techos altos. Ella me seguía todasmis ideas, algo que quizás no hubiese ocurrido con alguien demás experiencia. Y resultó una casa entretenida, que a mí me encanta”, cuenta.

Pero al comienzo no todo fue color de rosas; Claudia se vino trasplantada desde una vida santiaguina, con casa recién armada y todo, por el trabajo de su marido: “Me vine llorando a Puerto Varas, no me gustaba el clima... Pero con el tiempo me di cuenta de la calidad de vida que tienes acá es increíble; por ejemplo, los amigos que te haces son para toda la vida, porque como no tienes a tu familia se transforman en ella. Cuando llegué pintaba hartas ventanas conmucho sol, pero después encontraba rica la lluvia, les fui agarrando cariño a las caminatas por el lago con la lluvia pegando en la cara y pensaba. ¡Me siento viva…esta es la libertad!”.

También tiene alma de coleccionista, y eso se nota en los distintos rincones de la casa: “Soy medio obsesiva, me encanta juntar cosas, ahora me dio con los insectarios. Me da por temporadas, en un momento fueron las mariposas”. Ahora cuenta que está entusiasmadísima con el jardín: “Lleva su tiempo eso sí, porque lo único que quiero es vermuchas flores y aquí no se da todo. De chica siempre soñé con tener una casa así, abierta, transparente, llena de flores. Estoy feliz acá, ojalá que la vida no dé otra vuelta y me lleve de aquí, porque voy a sufrir. Es rico vivir en el sur”.