Con ojos de verdad
Les presentamos una arquitectura que se dedica a romper paradigmas sociales a través de técnicas vernáculas y con materiales básicos. Les presentamos proyectos alrededor del planeta -incluyendo Chile- que no presumen de una mirada elitista, teniendo como foco el que todos necesitamos proyectos de calidad, independiente de la situación o el estrato socioeconómico que representemos.


Hace algunos años, en un pueblo rural de la costa del Pacífico, en Ecuador, el estudio de arquitectura con base en ese mismo país Al Borde Arquitectos decidió construir un proyecto donde se aprendiera una metodología educacional sobre arquitectura y diseño, con el fin de fomentar el desarrollo de esa comunidad en ese pequeño rincón del mundo. La comunidad, en su mayoría analfabeta, fue parte del proceso, de hecho fue primordial para llevarlo a cabo. De esto ya han pasado casi 4 años. “Creemos que la arquitectura es una herramienta que puede hacer nuestra vida mejor. Pero a pesar de que esta es necesaria y proporciona conocimiento práctico, un arquitecto puede resolver solo unos pocos problemas a la vez… ¡Y hay tantos problemas!”, señalan desde Al Borde Arquitectos.
Es que es una realidad, una problemática que sucede aquí y en la otra punta del globo. Comunidades con muy pocos recursos, personas con discapacidades o aisladas de las ciudades; gente ajena a la educación formal, niños que pasan hambre o que nunca en su vida han tocado una pelota de fútbol. Sea cual sea el problema, existen asuntos sociales que de alguna forma segregan a parte de la sociedad y fomentan la desigualdad entre nosotros. Es aquí cuando entran los arquitectos. ¿Su misión? No es necesario que cambien el mundo, pero que aporten a cambiar aunque sea un detalle indecoroso de él.
En estas líneas ahondamos en 4 proyectos, dos de Chile y otros dos del resto del mundo, que no se han quedado de brazos cruzados. Veamos qué de bueno nos tienen por contar.
Al Borde Arquitectos, Última Esperanza
Hace algunos años ya este estudio de arquitectura ecuatoriano intentó hacer algo por la inconformidad que tenían con el sistema -la sociedad de consumo les carcomía la cabeza-, un tema que les incomodaba desde que eran estudiantes. Así, de a poco, esta búsqueda de cambio terminó llevándolos a trabajar en proyectos de responsabilidad social. "Nace sin querer queriendo, la responsabilidad social no es una búsqueda en un inicio, empezamos esto siendo jóvenes universitarios que se involucraban como voluntarios en la construcción de viviendas, así como salir a marchar en contra de la firma del TLC con Estados Unidos; íbamos a exposiciones de arte en galerías underground y cada vez que podíamos agarrábamos la maleta para ir a vagabundear por Latinoamérica. De a poco el hacer se fue haciendo más importante, un diploma nos vuelve arquitectos y nuestra vida se funde con nuestra práctica profesional, y terminamos de manera inherente entendiendo la arquitectura como una herramienta de lucha, de empoderamiento, de transmisión de conocimiento y de equidad", señalan desde la firma. Tenían muy poco dinero -200 dólares- para crear este centro comunitario, por lo que aprovecharon los sistemas locales de construcción y el fortalecimiento de la organización comunitaria local para lograr dar vida al proyecto. Ellos trataron de hacer arquitectura, y esa misma era la idea. "En lugar de diseñar más equipo, desarrollamos un proceso que enseña los conocimientos necesarios para diseñar. La comunidad se convirtió en el nuevo arquitecto, uno que conoce el medioambiente, que ha vivido allí toda su vida y conoce mejor que nadie a las personas que utilizarán sus diseños. Desarrollamos la enseñanza de metodologías que se pudieran aplicar en muchas condiciones diferentes. En este caso particular, tuvimos 14 alumnos, la mitad de ellos eran analfabetos. El más joven tenía 14 años, el más antiguo, 70. No eran solo los principales protagonistas, también los autores de cada proceso: la reflexión, conceptualización, el diseño, pensamiento espacial, pensamiento constructivo, proyectos de final y la construcción. Nuestros estudiantes han completado dos proyectos de esta academia: una casa para los profesores de la escuela local y una guardería para los niños pequeños de la comunidad. Y así están listos para hacer frente a las nuevas exigencias de la comunidad por sí mismos. Al final, sentimos la felicidad de ser innecesarios".
En su página web hablan de que esta comunidad busca progresar, ¿cómo abordaron el progreso para ese grupo humano específico?
El progreso o desarrollo es un tema complejo de entender, porque en la sociedad de consumo en la que estamos el progreso es sinónimo de capacidad adquisitiva, de dólares, de gasto. Lamentablemente al progreso no se lo relaciona con calidad de vida. Lo bonito de estar tantos años acompañándolos ha sido ver cómo a todos se nos han ido rompiendo los paradigmas; antes del proyecto del 2009 el símbolo de status era una casa de bloque de cemento y techo de chapa metálica, y la escuela logró un orgullo local que se transformó en un gusto por usar sus materiales y técnicas vernáculas. La escuela se volvió un símbolo en la comunidad y las otras comunidades de pescadores los reconocían por ella. Su progreso, en definitiva, fue o es un proceso de valoración de lo suyo, de orgullo por lo que son y hacen.
w albordearq.com
Villa Verde, Región del Maule, Chile
La empresa Forestal Arauco encargó al estudio de arquitectura Elemental desarrollar un plan para apoyar a sus trabajadores y contratistas a tener acceso a su vivienda definitiva, dentro del marco de la política habitacional vigente en Chile. "Esto nos permitió por primera vez incursionar en el tramo superior de la política habitacional. Dada la mayor disponibilidad de recursos, en vez de tomar una de nuestras viviendas más económicas y entregarla más terminada, volvimos a aplicar el principio de incrementalidad, pero con un escenario de crecimiento inicial y final de mayor estándar: de 57m² (superficie inicial de cada unidad) se pueden incrementar las viviendas hasta 85 m²", detallan desde la oficina.
w Elementalchile.com
TYIN tegnestue Architects, Comunidad Klong Toe
Klong Toey es actualmente una de las áreas más grandes y más antiguas de viviendas informales en Bangkok, Tailandia. Se estima que más de 140 mil personas viven allí, y la mayoría lo hace en casas de baja calidad, con pocos o ningún derecho de tenencia o de apoyo por parte del Gobierno. La zona tiene grandes retos sociales debido, principalmente, a la falta de servicios públicos como la sanidad, la educación asequible, saneamiento y electricidad. Problemas con drogas afectan el clima social, seguido por las altas tasas de desempleo, la violencia y el crimen. "El largo período de preparación de 1 año permitió al equipo diseñar y construir la estructura en solo tres semanas. Durante este período el equipo del proyecto se involucró con la comunidad a través de entrevistas, talleres y reuniones públicas. La construcción funciona como una herramienta para la comunidad, para hacer frente a algunos de los problemas sociales de la zona, además de una cancha de fútbol y un parque público. El diseño de la estructura es una combinación de muchas ideas y conceptos básicos, y encarna varias de las características que faltan en el lugar, incluyendo nuevos aros de baloncesto, un escenario para presentaciones o reuniones públicas, paredes de escalada y asientos dentro y alrededor de los bordes del campo de juego", detallan los arquitectos con base en Noruega.
La construcción se basa en la simplicidad, la lógica repetitiva y durabilidad. Esto permite que sus habitantes puedan hacer adaptaciones que se ajusten a sus necesidades a lo largo del tiempo. El proyecto, señalan desde la oficina, podría ser parte de uno más grande que genere un desarrollo más sostenible para la comunidad de Klong Toey. d
w tyinarchitects.com
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