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Editorial

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Ya llevamos algunos años hablando de inclusión, y a pesar del paso del tiempo es un tema que aún nos cuesta abordar, no por su complejidad, sino porque cuesta mucho encontrar buenos ejemplos nacionales o evolución en esta materia. Al parecer muchos aún lo consideran como algo ajeno y no cercano, teniendo una visión asistencialista al respecto, sin considerar a personas con discapacidad como parte del tejido social.

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El día a día está plagado de situaciones que exigen anticipación para acoger a este grupo de personas, desde una caja en el banco que pueda recibir a alguien en silla de ruedas de manera digna, con una altura adecuada y no forzándolo a mirar siempre para arriba, a señalética urbana de fácil comprensión para locales y extranjeros. Lo que queda entre ambos ejemplos es un mundo de opciones que debemos trabajar y desarrollar. La inclusión no es algo anecdótico, es un tema que debe ser preponderante en la agenda social, ya que mientras más lo desarrollemos, menos será visto como algo lejano o que no nos incumbe. Todos tenemos características únicas, y como tales tenemos el derecho a desarrollar la totalidad de nuestras capacidades; la ciudad, por lo tanto, nos debe saber acoger de buena manera.

Estuve hace algunos días en Londres y quizás porque estaba con el tema de la inclusión dándome vueltas, me llamaron la atención detalles que quizás en otros viajes no fueron de mi interés, como los famosos taxis negros, que no solo tienen más capacidad de pasajeros (caben 5 personas cómodamente) sino que también tienen puertas amplias, rampas retráctiles, asientos abatibles para recibir una silla de ruedas y choferes dispuestos a ayudar siempre que sea necesario, sin ser tapados a bocinazos durante el proceso. También la fácil circulación cuando se ‘arrastran’ cosas por la ciudad, con rampas suaves y tiendas con ascensores bien ubicados, aunque sea para salvar solo medio piso.

Hay mucho que aprender y aplicar, espero que el próximo número cuando llevemos este tema nos cueste menos encontrar buenos ejemplos.

Un tema aparte, pero que no quiero dejar sin comentar, es que también coincidí con las elecciones generales en Londres, la última semana, la más intensa. Solo me enteré por los debates en televisión y los titulares de prensa, no vi ni un solo cartel, paloma o volante que ensuciara la ciudad; quizás algo podríamos replicar.

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