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Grandes bonaerenses

El primero cumple una década de vida. El segundo celebra su reapertura tras cinco años de intensas labores de restauración. En Buenos Aires, el Museo de Arte Latinoamericano, MALBA, y el Museo de Arte Moderno, MAMBA, son un par de buenos ejemplos de cómo los espacios culturales transandinos han abierto sus puertas al mundo y, sin prejuicios de disciplinas, estilos o técnicas, supieron nutrirse de lo más notable de la escena artística internacional.

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10 años en Palermo

Los mismos años que cumple el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, MALBA, son los que la profesional Cintia Mezza lleva trabajando allí. Una década en la que ha pasado por distintos cargos antes de llegar a ser la cabeza del departamento de Registro y Gestión de Colección. Conoce todas y cada una de las obras del museo, al tiempo que recuerda con detalle la historia del MALBA desde aquel 21 de septiembre del 2001, fecha en que el barrio Palermo le dio la bienvenida a este gigante cultural. Mucho tiempo la colección privada de arte latinoamericano del financista argentino Eduardo Constantini -gestor de esta iniciativa- era visitada por especialistas, y a ratos también prestada para formar parte de distintas exposiciones. Pero llegó el momento de establecerse, y nada mejor que un museo para albergar un conjunto que, por esos días, bordeaba las 220 obras. En crecer no demoró (actualmente cuentan con más de 500 piezas de su propiedad), así es que los 8 mil m² que contempló el proyecto de los arquitectos Gastón Atelman, Martín Fourcade y Alfredo Tapia, resultaron perfectos y bastó poco tiempo para que el MALBA ingresara al circuito cultural internacional, situando al arte argentino bajo esos estándares.

Artistas y particulares que hacen donaciones, un programa especial de adquisiciones y otras que son entregadas en comodato por Eduardo Constantini, son las fórmulas que emplea el museo para incorporar obras. Así han formado esta 'caja de joyas', como llama Mezza a los trabajos que tienen, "porque son pocos pero únicos", asegura, nombrando algunos autores que forman parte de la colección, como los chilenos Roberto Matta y Alfredo Jaar, además de Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros o Antonio Berni. Aunque también se la han jugado por figuras jóvenes, talentos que despliegan su creatividad en soportes más novedosos, como el video, las instalaciones o la fotografía intervenida. Es que justamente eso buscaban: un amplio abanico de disciplinas y artistas para educar a un público tan variado como gustos y estilos hay en el mercado. De ahí la organización de exposiciones que, de paso, han batido récord de audiencias, como Motion Pictures y Mr. America, de Andy Warhol; Animated Life, de Roy Lichtenstein, y Obras 1959-1989, de Marta Minujín, entre otras.

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21 de septiembre.

Ese día comienzan las celebraciones de esta primera década del MALBA, que contemplan la exhibición de su colección de arte latinoamericano del siglo XX, una memoria fotográfica y la publicación online de su base de datos.

Reinauguración en San Telmo

El pasado 23 de diciembre se dio por reinaugurado el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, MAMBA. Un espacio cultural que desde su apertura, el 11 de abril de 1956, no se ha detenido en su objetivo de presentar un panorama representativo del arte moderno y contemporáneo, ni menos en su pluralismo al momento de acoger tendencias artísticas. A pesar de que hoy pueden decir "misión cumplida", reconocen que el camino no ha sido fácil. Su directora, Laura Buccellato, cuenta que fueron muchas las promesas de reapertura incumplidas, sumadas a las innumerables mudanzas que se cuentan dentro de la historia de este museo. Sucede que fue bastante el tiempo en que el MAMBA deambuló por distintos recintos artísticos porteños. De hecho, recién a mediados de los 80 lograron instalarse en un antiguo edificio del barrio San Telmo, y como se trataba de una construcción de 1917, había que remodelarla, eso sí, manteniendo detalles de la estructura original, como los ladrillos rojos de su cara principal, y la puerta de entrada hecha en madera y chapas de fierro. Lo mismo ocurrió en esta segunda restauración, que abarcó más de 3 mil m² y estuvo a cargo del arquitecto Emilio Ambasz, quien contempló la recuperación de la fachada, dos nuevas salas de exposición, oficinas administrativas y un sistema de iluminación especial.

Un conjunto de trabajos llevados a cabo según los parámetros establecidos por el Consejo Internacional de Museos. Y es que no merecía menos un lugar que guarda entre sus paredes una colección de alrededor de 6 mil obras, abarcando el arte argentino desde 1920 hasta la actualidad. Y hay más, porque todos los géneros, estilos y técnicas artísticas están presentes en el MAMBA, incluyendo nombres como Matisse, Dalí, Picasso, Miró, Kandinsky, Mondrian. Obras de estos artistas ya se pueden ver en el museo, junto a otras dos exposiciones organizadas especialmente para celebrar al remozado MAMBA: Narrativas Inciertas, en que un grupo de artistas emergentes de los últimos 20 años toma la figuración a partir de técnicas como el dibujo, los objetos, la pintura e incluso videos; y El Imaginario de Ignacio Pirovano, en la cual la idea es sumergirse en el mundo de este mecenas argentino, cuya colección de arte lleva su apellido. Con esto, el MAMBA llegó para quedarse y, como señala Laura Buccellato, "aún nos queda desafiar los futuros 11 mil m² que falta edificar".

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