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Hotel: Pasión de pura sangre

La Caballeriza Hotel Boutique  abrió sus puertas hace dos años para ofrecer paz, tranquilidad, descanso y una desconexión absoluta. Con un público mayoritariamente extranjero, es un lugar especial para amantes de la naturaleza y del mundo de los caballos.

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¿Por qué no haces de tu caballeriza un hotel? Le preguntó un amigo estadounidense a su dueña, María Eugenia Santander. Dicho y hecho. Así fue como empezó este gran sueño tanto para ella como para su hija, María José Mangel. Ambas competidoras profesionales de salto a caballo que han recorrido el mundo entero dedicadas a esta actividad.

Este hotel boutique fue remodelado y adaptado antes de abrir sus puertas al público. El encargado de esta labor fue Ricardo Sáenz, y el trabajo no fue menor, pues lo más importante, y a pedido de sus dueñas, era que siguiera manteniendo el estilo de estancia. Antiguamente eran 24 caballerizas, que hace dos años fueron convertidas en habitaciones. Pero la idea nunca fue borrarlo todo, porque en el hall central hicieron una gran ventana para tener una vista directa a las que quedaron intactas. El comedor era la pieza de herraje, en el segundo piso, donde ahora hay una sala de estar con mesa de póker, estaba el club house y una pequeña cocina. Las piezas de esta planta fueron utilizadas para alojar a los expertos que en el pasado hacían cursos intensivos relacionados con los caballos.

La decoración en general es bastante temática y práctica, muy inspirada en su entorno y todo lo que involucra este deporte. María Eugenia le ha dado especial atención a los detalles que ha ido recolectando de distintos lugares y viajes, para que la experiencia de alojar en este hotel sea algo único.

Su restaurante La Madriguera también es un acontecimiento particular. Se especializa en comida chilena sofisticada y de muy buena preparación. Cada dos semanas cambian la carta, asegurando siempre novedad y variedad para los huéspedes más fieles.

Numerosas son las actividades que se pueden realizar en este lugar lleno de paz, silencio y tranquilidad. Aparte de saltar en caballo, el hotel está rodeado de una cancha para hacerlo, hay paseos en coche con un picnic que incluye champán, aperitivo y sándwich para los niños. También se hacen cabalgatas por los cerros y valles, clases de equitación para todas las edades, hay zona de pesca y de juegos para los más pequeños. Sin duda un imperdible para lo que queda de estas vacaciones.d

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