Mi otro yo
En este departamento no hay comedor, pero sí un living en perfecto blanco y negro, muebles encontrados en las calles de Nueva York, tesoros desenterrados de mercados persas; todo con un toque de manualidad, un aire de 'customizado', son la evidencia máxima de que la abogada dueña de este departamento, simplemente, tiene talento.


Todo calza en este lugar. Un departamento estilo francés en un barrio de tradición: El Golf. Con una decoración en la que muebles antiguos y cortinas con pasamanería se enmarcan en un ambiente moderno, urbano y refinado. De hecho, aquí todo encaja, incluso el look simple y elegante de la dueña de casa.
Acostumbrada de lunes a viernes a un mundo netamente profesional, rodeada de papeles y cifras, reconoce que la decoración es su mundo paralelo, donde da rienda suelta a la creatividad. También confiesa que muchos de sus amigos le piden opinión a la hora de armar sus casas y que en ese sentido, lo primero que les plantea es que los espacios reflejen el estilo de cada persona. "Uno no puede vivir ni por lo que le gusta al resto, ni por moda", aclara.
Living.
El cuadro blanco sobre el muro negro es de la artista Francisca Reyes.
Con esa seguridad trazó los ambientes de su departamento. Empezó con su pieza: "quería algo alegre, que no sólo me motivara a dormir, sino a leer, hacer manualidades, y como me quedó tan colorinche me habría agotado tener un living igual. Entonces se me ocurrió jugar con el blanco y negro en algunos muebles con los que ya contaba".
Entre los muebles del living que ya tenía estaba el sofá rojo, el único que se salía un poco de la dualidad cromática, pero que al igual que todo lo que hay en este departamento tiene una historia que contar. "Lo encontré botado en la calle en Nueva York, un restaurante al que yo siempre iba estaba cambiando el interiorismo y empezaron a sacar todo lo que no les servía… agarré el sofá, me quedé esperando un taxi, lo logré meter no sé cómo y me lo llevé a mi casa", recuerda.
Más que ir a una tienda y encontrar un detallito, lo que más le puede gustar en la vida a esta abogada, es buscar la cosa que está escondida, quizás media destruida en algún galpón del Biobío o en alguna demolición y transformarla, "ese desafío que te plantea el ser busquilla, es lo que más me entretiene", detalla.
Precisamente con ese espíritu es como se ha ido formando de a poco este lugar. La mesa de centro de cristal con base de acero también la compró cuando vivió en Estados Unidos, en una tienda de caridad, "usada, con una esquina un poco rota pero que ni se nota, me costó 40 dólares". Y el mueble chino negro de madera tallada fue un hallazgo en un puesto donde arreglaban lámparas, rodeado de chatarra, en el galpón del Biobío… lo tenían al fondo con una capa inmensa de polvo y lo usaban como repisero", y hoy luce como una verdadera reliquia.
Las cortinas y las lámparas son piezas únicas intervenidas por la dueña, que se entretiene comprando por ejemplo géneros en outlets, bases en el Homecenter o anticuarios y dándoles 'el' toque con pasamanerías o pantallas que trae de sus viajes.
Sobre la ausencia de comedor confiesa que, además de optar por darle prioridad a un rico living y no quedar apretada con una mesa de comedor, sentarse a la mesa pasa a ser un poco inútil por la forma en cómo le gusta cocinar, "encuentro más entretenido el picoteo, los buenos aperitivos… más sueltos y dinámicos".
Inspiración
La simpleza es amiga de lo elegante, y seguir esta premisa en la decoración da cabida a espacios más acogedores.
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