Él nació en Buenos Aires y ella también. Crecieron y estudiaron en la misma ciudad. Aunque no asistieron al mismo colegio, se conocieron en la época del secundario como le dicen allá a la enseñanza media. Ambos se graduaron en ingeniería comercial en la UADE. Recién casados se trasladaron a Chile por una oferta laboral. Se quedarían solo doce meses y luego volverían a su país. Obviamente no era momento para pensar en comprarse algo. Solo era por un corto tiempo. Así es que arrendaron un departamento amoblado hasta que se percataron de que seguían en Chile y no habían retornado como era su intención.

Muebles.  Chaise longue de Vitra y una lámpara traída de Hong Kong dan el acento contemporáneo al espacio.

Era el momento de asentarse. Necesitaban su propio lugar y "sus cosas", como ellos nos hacen hincapié. Ya no había excusa, incluso ya estaban pensando en agrandar la familia. Claramente habían echado raíces al otro lado de la cordillera de los Andes, algo que por cierto nunca pensaron. ¡Y están felices! Aunque claro, siempre vuelven. "Esa es una gran ventaja. Estamos a dos horas de nuestras familias y amigos", concuerdan.

La mano nacional se expresa a través de los artistas Catalina Abbott y Samy Benmayor, además del mobiliario -cama, lounge de la terraza y el sistema modular de la sala de estar- diseñado por Sien (sienestudio.cl).

Primero vieron la zona. Tranquilidad, seguridad y el hecho de tener todo a mano era algo que no querían transar. La comuna de Vitacura reunía todo eso. Después de caminar y visitar toda la oferta inmobiliaria que existía, no lo dudaron. Optaron por este departamento por sus espacios amplios y abiertos, los techos más altos que el estándar, la distribución -las áreas sociales separan el dormitorio principal del resto- y por sus terrazas.

Las transparencias de las sillas Louis Ghost, de Philippe Starck para Kartell, junto a la de una lámpara chandelier del Parque de los Reyes, dan luminosidad al comedor.

Nos cuentan que se tomaron su tiempo para encontrar el espacio perfecto y también para decorarlo, aunque todavía sienten que les falta algo o que les sobra. Pero eso no es cosa que les incomode. Siempre hay tiempo.

A Solange siempre le gustó el diseño. Desde niña coleccionaba revistas y libros de decoración y moda. Quizás por eso le resultó algo más bien intuitivo. Primero visualizaba cada ambiente, imaginaba lo que quería, el esquema de colores y hasta las texturas, y luego solo era buscar lo que quería. Recorría junto a Rodrigo persas y ferias de anticuarios, además de las tiendas de lujo. Incluso,  se dio el trabajo de ver qué pasaba con el diseño chileno. Pero sus gustos eran claros. Espacios despojados, muebles de líneas depuradas y colores neutros. Un lugar de serenidad y libertad absoluta. 

Llevan casi una década en nuestro país y dicen que se sienten muy a gusto en su departamento. Pasan mucho tiempo en él. Rodrigo es un excelente cocinero y anfitrión. Siempre invitan a los amigos que fueron haciendo con el paso del tiempo. Disfrutan también de la terraza. Dicen que es un espacio muy amplio y agradable. Desde que nació Candelaria, su pequeña hija de dos años, juegan allí o en la sala de estar. Ella se ha convertido en el centro de su hogar y en su eterna partner. Salen a alguna de las plazas cercanas, los acompaña a comprar una factura, y por supuesto, a tomar un café o a comer en uno de sus tantos lugares favoritos. En definitiva, disfrutan al máximo de esa vida de barrio que tanto se da en las callecitas de Buenos Aires y que aquí sostienen también lo perciben. Eso de caminar.

Inspiración

Los diseños depurados, materiales y coloridos se eligieron para captar luz y otorgar una sensación de serenidad y amplitud a los espacios.