Operación cocina sustentable

cocina sustentable
Producción: Isabel Margarita Carrasco / Fotos: Alejandra González.

¿Qué queremos? Una cocina más sana, natural y cercana al desperdicio cero. ¿Cómo lo lograremos? Mediante una serie de pequeñas acciones que en suma pueden tener un gran impacto y que entre muchas formas de satisfacción nos dan las de saber qué hacemos, que comemos mejor y hasta nos divertimos en el proceso.




COCINAR

La misión: antes, durante y después debemos intentar que la menor cantidad de comida llegue a la basura.

Como nos recuerda Pamela Bravo –o Compostera.cl para sus seguidores en Instagram–, detrás de cada zanahoria, tallarín o pedazo de pan hay trabajo de tierra, suelo, agua, fertilizantes, recursos humanos, tiempo de espera, petróleo involucrado en el transporte hasta los lugares de comercialización; en síntesis, hay energía y recursos. La producción deja invariablemente huellas de agua y de carbono.

El 34% del alimento producido en América Latina y el Caribe, es decir 127 millones de toneladas, se pierde (nunca llega al consumidor solo por su aspecto, aunque pueda ser perfectamente consumible) o se desperdicia (es eliminado porque su fecha de caducidad está cerca o porque sobró).

Dentro del ambiente en que tenemos control sobre estas pérdidas y desperdicios, nuestro hogar, podemos adoptar distintas estrategias:

'First in, first out'

Pamela Bravo lo explica de la manera más simple: "La próxima vez que vayas al mercado ubica más cerca de la puerta del refrigerador o la despensa lo que quedó de la compra anterior, especialmente las hojas que se echan a perder más rápido".

'Día de las sobras'

"Destina un día de la semana a cocinar con todo lo que sobró de los anteriores. Por ejemplo, el miércoles puedes hacer una tortilla con el arroz que quedo del martes y la zanahoria que picaste el domingo, y así".

Inevitablemente quedará desperdicio, lo mejor que podemos hacer con él es compostarlo o contratar uno de los muchos sistemas de retiro que han surgido.

Lo importante, insiste Pamela, es cambiar la visión. Una zanahoria blanda no está mala. Sumergiéndola un rato en agua recupera su textura. Al igual que el apio y otros tallos duran mucho más tiempo en agua, tanto enteros como picados. Ojo, que en el caso de hierbas como el cilantro y la albahaca solo debemos sumergir las raíces.

“Las hojas de la zanahoria, del apio, de la betarraga, la parte más gruesa del brócoli, son todas comestibles, solo hay que encontrar la preparación adecuada para cada una. Incluso las cáscaras de papa pueden convertirse en unos chips muy ricos al horno”.

Bolsas tejido de red y bolsas de algodón, reutilizables para granos, verduras y frutas (Bumi Lifestyle). Frutas y verduras orgánicas del huerto a tu hogar, certificación orgánica y biodinámica, SAG e IMO (La Feria Delivery).

CONSERVAR

La Misión: impedir que los alimentos que compramos y cocinamos se echen a perder en poco tiempo y, de nuevo, vayan a la basura. En este proceso privilegiamos el uso de vidrio por sus cualidades, pero el plástico no queda totalmente excluido sobre todo si se trata de darle más usos que ese fugaz propósito para el que se fabricó.

Frascos de vidrio, distintos tamaños (www.falabella.com). Telas 100% algodón impregnadas en cera de abeja y otros ingredientes, para envolver alimentos y reemplazar el plástico y el aluminio (EnvuelBee). Frutas y verduras orgánicas (La Feria Delivery)

Un consejo de parte de Alejandra Kopaitic y Agustín Orozco, de Vaya Consumismo: conocer bien cada alimento y sus maneras de conservarlo mejor. “Nosotros compramos champiñones a Natural Fungi (búsquenlos en Instagram porque son muy ricos), y él los vende en bolsa de papel. Aprendimos que los champiñones no hay que lavarlos en agua, solo necesitan un pañito para sacarles la tierra. Los que no usamos vuelven a su bolsa de papel y al refrigerador, así duran mucho más que cuando los lavaba en agua o los ponía en otros contenedores. Nosotros usamos las telas enceradas cuando hacemos harta sopa de zapallo, por ejemplo. Para que no quede en contacto directo con el aire ponemos telas enceradas en el zapallo o en la mitad de la palta; también a la cebolla, porque además evitan que el olor se pase al resto del refrigerador”.

Alejandra y Agustín prefieren los contenedores y envases de vidrio, pero reutilizan también los potes de helado para guardar las frutillas o los arándanos.

Todo el mundo está de acuerdo con la recomendación de consumir productos de temporada. Otra recomendación es, por ejemplo, en verano, cocinar el choclo y congelarlo en frascos reutilizados, de salsa de tomates, de mermelada. "Hago lo mismo con otras cosas como las frutillas, las lentejas. Mucha gente piensa que esos frascos no se puede congelar, pero sí, de hecho son más fáciles de descongelar después a baño María. De esa manera evitamos comprar esas bolsas de productos congelados en el supermercado y tenemos choclo el resto del año. Además queda congelado también el precio al que lo compramos en verano".

Ellos insisten en que la clave está en organizarse, de lo contrario es muy difícil no desperdiciar comida que no se nos eche a perder; también aprender a comprar, no podemos seguir comparando por si acaso. @vayaconsumismo

Más acciones concretas:

  • Comprar menos, justo lo que se necesita y no de más. Ir con lista de compras.
  • Guardar la comida como corresponde: bien sellada o en el congelador.
  • Comernos toda la comida y no botarla.
  • El plátano cuando está negro por fuera es cuando mejor en calidad está; si no te gusta comerlo así se puede hacer helado (unas horas al refri y procesar) o galletas o bolitas con cereales.
  • Si algo se va a echar a perder y no lo vas a consumir ofrécelo a tus amigos, vecinos o familiares.
  • Preferir la producción local, así no se pierdan alimentos en el transporte, en su tiempo de almacenamiento o en la refrigeración.
  • Consumir de acuerdo a las estaciones.
  • Cuando vayas de compras al mercado de alimentos debes ir sin hambre, para que evites comprar en exceso.
  • Todo esto es solo para empezar. @compostera.cl, su podcast se puede escuchar desde @muevelafecha

Magdalena Echeverría se topó con el video de una empresa australiana que hacía crowdfunding y le encantó el producto. Quería comprar esta tela con cera de abejas para su casa y no encontró stock con ninguno de los productores que vio en internet. Fue la confirmación de que la idea era buena y empezó a hacer pruebas. Para cuando estaba mandando a hacer packaging se enteró por una amiga común que otra persona estaba haciendo lo mismo a dos cuadras de su casa. Se conocieron y decidieron emprender juntas en lugar de competir. Magdalena y Trinidad Lira son las socias tras Envuelbee, una de las telas enceradas que hay en Chile.

"Un Envuelbee está hecho con materiales 100% naturales, tela de algodón, cera de abejas, resina de pino y aceite de coco. Cada uno se puede usar 60 veces y además mejora mucho la duración de la comida guardada en él porque la cera de abejas tiene propiedades antibacterianas y antimicóticas, se retarda el proceso natural de descomposición del alimento. Un cilantro en un Envuelbee puede durar hasta tres semanas. Puedes ponerlo directo en los alimentos, sobre un bol o para congelar. El calor de las propias manos permite moldear el envoltorio, que se va adaptando al alimento o al recipiente. Al ser una tela además permite que los alimentos respiren", explica Magdalena

EnvuelBee / www.envuelbee.cl

LIMPIAR

La misión: evitar a toda costa la liberación de metales pesados, químicos cuestionados y tensoactivos agresivos desde nuestros lavaplatos.

Andrea Moraga es kinesióloga e hizo un MBA. Quería emprender de una manera que además causara un impacto positivo y conoció a Carolina Urrutia, bióloga marina y química que llevaba tiempo investigando sobre el efecto de los metales pesados en las personas. Después de muchas pruebas, esas macropartículas que protegían la piel que estaba desarrollando Carolina fueron patentadas y se convirtieron en una línea de limpieza para hogar que estas dos socias bautizaron Freemet.

"Existe el mito de que los productos ecológicos no funcionan bien o que no limpian como los tradicionales. La gente se sorprende mucho usando Freemet, sabiendo que está impactando positivamente y al mismo tiempo está cumpliendo con el objetivo del producto que es limpiar. Los detergentes quitan las manchas y el lavalozas no deja grasa. Eliminamos un montón de químicos que son cotidianos en los productos de limpieza y que están cuestionados para la salud y el medioambiente. Además tenemos certificación de no testear en animales y somos empresa B", cuenta Andrea.

Virutilla de luffa, para lavar loza (VerdeAzul). Lavalozas sólido de oliva, o jabón de Castilla (VerdeAzul). Paño de cocina (Falabella). Lavalozas biodegradable (Freemet). Escobillas de fibra natural (La Escobillera, Pinto 1477, Independencia)

Los elementos que generan el poder de limpieza del que nos hablan en los comerciales se llaman tensoactivos. Los que contiene Freemet son biodegradables y no generan daños a ecosistemas acuáticos ni terrestres. Andrea asegura que el agua que se utiliza en el lavado podría perfectamente reutilizarse para regar plantas sin ningún riesgo.

Ella dice también que con su socia saben que solo son las primeras en un camino en que tarde o temprano TENDRÁN que sumarse otros fabricantes de productos de limpieza. "Veo que vamos hacia una regulación sobre los ingredientes en los productos de limpieza, sé que en Europa ya no pueden usar fosfatos, que es un elemento que daña mucho los mares y lagunas, disminuyendo el oxígeno. Intentamos que nuestros precios sean competitivos, y en términos de rendimiento incluso podríamos ser más convenientes. El detergente de ropa rinde 50 lavados el litro. La gente que tiene consideraciones ecológicas suele tener estrategias como hacer un lavaza y de esa manera saca mayor rendimiento al lavalozas".

En Freemet están desarrollando un desinfectante, pero mientras tanto en los pisos, muros y mesones de la cocina podemos usar su limpiador multiusos. "Yo lo uso también para limpiar la silla de comer de mi hija. Me da la seguridad de que no esté expuesta a tantos químicos agresivos", dice Andrea. @freemet_chile

Nuestra versión a mano

Estas bolsas están hechas con tela de algodón (la misma de los plumones ) y cosidas a máquina. Se miden y cortan diferentes tamaños, se unen, y se les hace una basta de 1.5 cm, con un alfiler de gancho se pasa un cordón para cerrarlas. Tela de algodón por kilo (Importadora Central, Irarrázaval 3010). También las puedes mandar a hacer desde $1.000 c/u, tamaño chico. Taller de costura Justy, El Aguilucho 3548.

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