Por si la salvo: Los amores no correspondidos de Super Mario

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El fontanero ha pasado más de tres décadas rescatando princesas en busca del amor. Pero a pesar de su insistencia, las desilusiones han sido aun mayores.


Super Mario es la mayor estrella en la historia de los videojuegos. Desde hace más de treinta años, la mascota de Nintendo se ha convertido en el personaje más reconocible de la industria, un ícono al cual muchos quieren imitar y que ha trascendido más allá de la pantalla chica.

Pero una vida llena de estrellitas, flores, colores y trajes a la moda esconde una triste realidad: a pesar de todos sus intentos, Mario nunca ha podido encontrar su verdadero objetivo: un amor correspondido.

Y es que a pesar de tener un montón de elementos en contra: ser bajito, barrigón, negarse a afeitar ese bigote ochentero y mantener un traje que por muy icónico que sea ya está pasado de moda, Mario se ha mantenido perseverante en su lucha por encontrar el amor, una princesa a la vez. Algo ambicioso, lo sabemos, pero revisando la historia de sus rescates, quizás es tiempo de cambiar el target de sus conquistas a algo mucho más cercano a su realidad.

Pauline, la empoderada

Pauline es el primer interés amoroso de Mario en su historia, y de cierta manera, la mujer que lo llevó a la fama. Pero así como Mario no siempre fue Mario, Pauline tampoco comenzó siendo Pauline.

En el clásico de los 80, el mítico Donkey Kong, todos sabemos que Mario era conocido como Jumpman, pero Pauline tenía un nombre aún más genérico: Lady. Un gorila entonces, de muy mala actitud y poca civilidad, no tiene mejor idea que raptar a esta señorita y muy al estilo de King Kong, un hasta entonces anónimo héroe, debe acudir a su rescate en las alturas.

Mario debe esquivar barriles, saltar plataformas, evitar el fuego, trepar por escaleras y finalmente luchar contra un gorila para por fin ganarse el corazón de su amada. Un intercambio justo, si me preguntan a mí, aunque también, creo que una relación basada en el maltrato animal, no llegaría muy lejos.

Lady también debe ser rescatada en un segundo juego llamado Pinball, en circusntancias que hasta el día de hoy no comprendo, pero el esfuerzo de Mario se nota: ahora debe cargar con una barra de metal y esperar a que una pelota rebote para, de alguna manera, liberar a su amada de la trampa en la que cayó. 

Y es en este momento en el que la relación con Mario cambia. Aburrida de ser solo una mujer trofeo y de ser literalmente la señorita de esta relación, Lady da un giro radical en su vida. De partida, decide cambiar el color de su pelo, volviendo al color negro que siempre tuvo su cabellera. Y junto con eso, pide ya no ser llamada como un nombre genérico, sino que por su verdadera identidad: Pauline.

Pauline cambia su look y deja todo en el pasado para convertirse en una celebridad, intentando demostrarle a Mario que también puede serlo. Y claramente lo logra.

Enfocándose en su carrera y dejando su vida amorosa de lado, Pauline logra no solo convertirse en una exitosa cantante, sino que incluso, como veremos en Super Mario Odyssey, Pauline logró convertirse en la alcaldesa de New Donk City, un logro que quizás nunca habría conseguido de haberse mantenido como un trofeo de Mario.

De todas formas, la relación con el fontanero se ha mantenido en una sana amistad, ayudándolo incluso en la inauguración del parque de los Minis de Mario.

Es, literalmente, la primera mujer que manda a Mario a la friendzone. Pero definitivamente, no la última.

Peach, la princesa con ventaja

Es la relación que todos conocemos, ya es poco lo que podemos agregar sobre cuánto ha hecho Mario por llevarse el corazón de Peach, así que en lugar de contarles detalles sobre algo que todos conocemos, vámonos a los datos duros que demuestran todo el esfuerzo que ha hecho el bigotudo por conseguir a su princesa.

Desde Super Mario Bros. 1, la primera vez que Mario encuentra a Peach, Mario se ha tenido que enfrascar en 21 misiones de rescate, y eso es sin incluir la que viene en Super Mario Odyssey. 

Muchas de estas misiones, hay que decirlo, terminan con muestras de cariño de Peach hacia Mario, 

De que hay onda, hay onda.

Pero, ¿qué tal si todo esto no es más que una forma de mantener el control sobre una de las figuras más fuertes del reino? Vigilada por un grupo de Toads inútiles, Mario ha sido el único soldado que de verdad ha servido para proteger los intereses de la princesa.

De cierta manera se entiende: Mario viene de otra realidad y sus saltos y agilidades en este mundo bastan para derrotar cada intento de Bowser de tomar el poder y de paso, quedarse con Peach, una motivación que no es solo romántica, sino que a nivel de monarquías, es siempre una declaración de guerra.

Así que a la princesa le conviene tener a Mario cerca para protegerla, pero no demasiado, ya que la sociedad de los Toads es patriarcal. ¿Cómo lo sabemos? Porque a pesar de ser la mandataria del reino Champiñón, Peach es solo una Princesa. Si Mario llegara a tener una relación con ella, se convertiría en Rey, lo cual la dejaría inmediatamente en un segundo lugar en jerarquía.

¿Se han dado cuenta que, a pesar de la relación cercana entre Mario y los Toads, él vive afuera del reino? La estrategia de Peach es la de mantenerse distante, pero accesible. Por algo ella tiene que comunicarse a través de cartas e invitaciones a las que Mario siempre llega.

Se trata de una estrategia diplomática, en la que Mario, a cambio de algunos besos e invitaciones a tomar once, mantiene la esperanza de un amor que en realidad solo existe para proteger los intereses de la princesa. Y si bien es posible que en todo este tiempo, efectivamente se haya enamorado de su defensor -mal que mal, la vida de la princesa es bastante solitaria y Mario parece ser él único contacto humano que le va quedando.  La ambición de poder es la que impide que este amor se concrete y siga siendo una ilusión para el fontanero.

Daisy, la princesa prohibida

El punto que deja más clara la relación de control que hay de Peach sobre Mario, es el episodio que tuvo Mario con otra gran princesa: Daisy.

En la aventura narrada en Super Mario Land, que ocurre después de que Mario conociera a Peach por primera vez y esta entendiera su potencial, el fontanero deja el Reino Champiñón y se va a la tierra de Sarasaland, la cual al parecer poseía otra princesa en peligro.

En esa época Mario seguía cotizando en el mercado de la realeza, luego de que Peach lo ignorara por primera vez, así que vio en Daisy una potencial conquista. ¿El modus operandi? El de siempre: esperar que llegara un malo, rescatarla, ganar.

Luego de que Mario la rescatara de las garras de Tatanga, obviamente Daisy empezó a mirar a este simpático personaje con otros ojos.

Esto hizo enfurecer a Peach, quien se puso en peligro a propósito para mantener ocupado a Mario. Tanto así, que Daisy no volvió a aparecer en un juego de Nintendo hasta 10 años después, cuando llegó por sorpresa al torneo de Tennis que Peach había organizado.

Lo que nadie sabe es que Daisy llegó al torneo por una invitación directa de la princesa del Reino Champiñón. ¿Por qué? Porque todos sabemos que cuando alguien ve que su relación está en peligro, lo primero que hay que hacer es hacerse amiga de la rompehogares.

De pronto Peach y Daisy eran las mejores amigas de la vida, y Mario no entendía nada. Ahora ni siquiera podía siquiera acercarse a la princesa de naranjo sin que Peach le echara un ojo o lo conversaran. La princesa sabe que a los amigos hay que tenerlos cerca, pero a los enemigos, aun más cerca.

El plan de Peach no paraba ahí, ya que al poco tiempo, Daisy comenzó a verse involucrada de manera sentimental con una persona muy cercana a Mario: su hermano Luigi.

Ahora si que para Mario Daisy era una mujer con bigote: no solo era la mejor amiga de Peach, sino que además, no podría traicionar a su propio hermano en busca de una cita con su antigua aventura. De vuelta a los pasteles y las invitaciones esporádicas al castillo.

De cierta forma, Mario se ha convertido en una víctima del sistema, luego de no haber sabido aprovechar al gran talento: su primer amor Pauline. Hoy no le queda otra que seguir intentándolo hasta que una de las dos partes se sincere o hasta que Peach se de cuenta que en el fondo, y de una manera muy extraña, igual sabe que debería darle una oportunidad al verdadero héroe de multitudes.

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