Review | Jungle Cruise, una aventura familiar de excesos digitales que igual cumple su tarea

No estará al nivel de la primera Piratas del Caribe, pero de todas formas es mejor de lo que cualquiera podría haber esperado de una producción basada en una atracción de parques de diversiones.


En la superficie, Jungle Cruise es solo otra película basada en el show de atracción de Disney. Es decir, un nuevo intento por capturar el rayo en la botella de la exitosa saga de Los Piratas del Caribe. Pero aunque esa postura no está equivocada, y esta producción la abraza de más de una forma, lo cierto es que a muchos se les olvida que la primera entrega de Jack Sparrow y compañía era una buena película. Así que sí, inclusive una producción de este tipo puede hacer más que solo ser un espectáculo que replique la experiencia de un parque de diversiones.

Puesta la principal carta sobre la mesa, lo cierto es que Jungle Cruise no está al nivel de la primera película de Los Piratas del Caribe, pero sí tiene más que entregar que los dos últimos bodrios de Sparrow. Esta es, por un lado, una película con muchas criaturas digitales y un plan medio burdo al medio de todo, pero también es una propuesta que intenta capturar el estilo, tono e inclusive el humor que tenían las películas de aventuras más clásicas. Y eso logra algo de encanto, por mucho que uno siempre pueda arrugar la nariz ante varios prejuicios que igual termina siendo validados.

Ya habrá tiempo de hablar de ello, por lo que primero importante radica en el hecho de que la historia de Jungle Cruise comienza tal y como lo han hecho varias apuestas de este estilo. En este caso, una antigua leyenda habla de un tesoro como ningún otro: un árbol de la vida cuyas hojas - llamadas Lágrimas de la Luna - tienen la capacidad de sanar cualquier tipo de enfermedad.

Obviamente la mayoría cree que no hay nada cierto en este cuento, pero una excéntrica científica inglesa (Emily Blunt) cree lo contrario. Es por eso que inicia una travesía junto a su hermano asistente, lo que la llevará hasta el otro lado del mundo. El problema es que no solo debe batallar contra los obstáculos propios que enfrentaban las mujeres a comienzos del siglo pasado, ya que en el camino también están, era que no, los alemanes del siglo pasado.

El ambicioso príncipe Joachim (Jesse Plemons), que es por lejos el punto más alto de la película, también está seguro de la existencia del Árbol de la Vida, pero es un demente ambicioso que comparte mucho con los antiguos conquistadores españoles que estuvieron tras la pista de este tesoro selvático. El otro problema es que este malvado aristócrata también dirige una expedición militar que podría dar con la ventaja definitiva para las fuerzas alemanas en las inminentes grandes guerras.

Sin entrar en detalles de la expedición, pues solo basta saber que en el medio también está la maldición de los mencionados exploradores españoles que hace cientos de años intentaron dar con el árbol, el otro punto importante radica en el “Skipper” Wolff. Este es el personaje de Dwayne Johnson, quien es el dueño del barco que navegará el Amazonas.

A pesar de que, tal como en sus tiempos de lucha libre, demuestra todo su carisma, inevitablemente su personaje se instala como una elección de casting bastante cuestionable una vez que la historia comienza a revelar algunos elementos de su pasado en la selva. Si ya es medio raro que un capitán sea tan musculoso, todo se vuelve aún más extraño cuando se van revelando los secretos que toda historia como esta debe tener.

Lo bueno es que más allá de ese detalle, Jungle Cruise funciona desde el comienzo como una aventura como las de antaño. Inicialmente se revela que el personaje de Johnson es un verdadero estafador, ya que realiza un turismo en el Amazonas en el que embauca a los ricachones, creando un espectáculo en la línea de la propia atracción real en los parques de diversiones de Disney. Es ese estilo de vida el que lo pone en claro conflicto con el idealista personaje de Blunt, quien es perseguida por los alemanes debido a que tiene en su poder la pista clave para dar con la X en el mapa.

De ahí que los personajes, tanto principales como antagónicos, se complementan bastante bien como parte de esta historia. Y más allá de que Plemons es el punto más destacado, el par principal funciona bastante bien para lo que requiere una película de este estilo. Están las dinámicas que inevitablemente cambian, el humor e inclusive algo en juego una vez que las papas comienzan a quemar.

Por otro lado, la propuesta familiar de Jungle Cruise se marca bastante bien en el hecho de que el Capitán constantemente está realizando chistes muy, pero muy fomes, pero aún así es un cuento que funciona para hacer algo que rara vez están haciendo este tipo de producciones palomiteras: no hacer que sus personajes sean solo meros artilugios para hacerlos brincar de un lado a otro en medio de los excesos digitales. Lamentablemente, de eso último está película tiene mucho.-

Si algo uno ha aprendido de la aventura cinematográfica, es que no hay riesgo cuando la acción no se siente física. Y como Indiana Jones lo dejó bien en claro, ninguna pantalla verde puede igualar al hecho de que tu protagonista quede colgando desde un lado de un tanque militar. Ese componente físico falta para hacer más creíble a esta aventura.

Inevitablemente se pueden sacar a colación a múltiples otras mejores producciones de las que esta aventura se nutre (Desde la propia Indiana Jones a la mencionada Piratas del Caribe, pasando por Tras la esmeralda perdida y la versión noventera de La Momia). Pero al menos voy a destacar que su propuesta termina validándose para crear una experiencia de vieja escuela que no queda como un simple remedo. Funciona, por muy simple que eso sea.

A pesar de que las inevitables criaturas digitales no destacan mucho, igual sus diseños están bien pensados para salir del mero esquema copiado de Piratas del Caribe. Obviamente las criaturas de esta película no tienen tanto carisma como aquellos esqueletos con espadas, pero los diseños están pensados para sacarle el jugo al entorno de la selva y las propias secuencias de acción de escándalo digital. Es lo mínimo que uno podría haber esperado después de todo.

A la larga, lo más importante es que Jungle Cruise funciona en lo que más importa. Aunque repito que no está al nivel de la primera Piratas del Caribe, ni muchos menos de otros antecedentes previos, logra llevar adelante la tarea a partir del trabajo de un director como Jaume Collet-Serra, quien hasta ahora se había centrado en propuestas de terror como Orphan y películas de acción protagonizadas por Liam Neeson. Pasado por el filtro Disney, entrega un resultado competente que es mucho más de lo que se espera siempre de estas películas.

Puede que quizás sean los tiempos pandémicos o la falta de experiencias en la pantalla grande, pero la experiencia de ver una película tan ruidosamente comercial como esta, no fue el desagrado que esperaba. Realmente pensé que esta película no tendría mucho que aportar, pero fue un buen espec

táculo de poco más de dos horas. Y eso es mucho más de lo que entrega una atracción de parque de diversiones, que por lo demás no tiene a Jesse Plemons.

Jungle Cruise se estrena este jueves en cines chilenos. El viernes también estará en Disney+ a través de su sistema Premier Access con costo adicional.

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