Bar Jardín Secreto: el lado b del clásico Europeo

Nació como algo espontáneo para sacar provecho de las terrazas y como una forma de buscar nuevos clientes. Pero, con el paso de los meses, ese pequeño lugar que abría una vez a la semana, se transformó en una nueva apuesta gastronómica y de entretención, a la cual hoy se debe pedir reserva, al menos, con dos días de anticipación.




Con la llegada hace algunos años del chef Francisco Mandiola, en el restaurante Europeo se modificaron varias cosas, donde se nota el cambio de mano y la propuesta que trata de acercar las preparaciones a comensales de nuevas generaciones.

"Cuando compramos el restaurante Europeo, estaba casi quebrado, y lo único que tenía era el nombre. Trajimos a Pancho (Mandiola), quien le entregó una mirada distinta a la carta, entregando al nuevo público una apuesta por la alta cocina chilena, lo que comenzó a dar frutos. Sin embargo, estábamos claros que el nombre estaba ligado también a un grupo etario y teníamos que ser capaces de conquistar a un público diverso y que llegáramos a más personas, atraerlos de una forma distinta. Nosotros no podíamos entrar a competir de lleno solo con la comida, debíamos ser capaces de darle un giro y aportar una nueva experiencia", recuerda Max Raide, socio fundador junto a sus hermanos Juan Pablo y Domingo, Pablo Maestri y el mismo Mandiola.

La marca del restaurante Europeo era muy potente, pero también era cierto que la competencia que tenía no era igual que diez años atrás. Por eso, Raide es enfático en decir que lo que buscaron al comienzo fue mantener arriba el concepto del Europeo, pero en paralelo indagaron en cómo darle una "onda" distinta, para que "no lo encontraran tan fome y el típico restaurante bueno y caro". "Así empezamos a desarrollar un idea, abriendo la cocina, poniéndole plantas, tratando de tener un lugar más taquilla, lo que nos permitió traer un público más joven", agrega.

Durante varios meses este lugar, que comenzó a mutar y que era la parte de atrás del Europeo, comenzó a ganar protagonismo y se armó el Jardín Secreto, una especie de "clandestino" que se abría una vez al mes y luego una vez a la semana, creando expectativas de este lugar y a ser concurrido por gente joven. Y comenzó el boca boca.

Luego de meses de éxito, decidieron finalmente remodelar todo. Así, lo que era solo una parte del restaurante, terminó por acaparar casi todo, entregando un ambiente distinto, fresco, moderno y que sorprende. Lo llenaron de plantas, del norte y sur de Chile, unas grandes tinajas, y le dieron un estilo como al Viejo Continente. Nada que envidiarles a restaurantes tan famosos como el del Hotel Costes de París o el restaurante Madre, en Roma.

Y abrieron. Todos los días, con música en vivo, con horario continuado desde la hora de almuerzo hasta la noche.

"Cuando abrimos fue justo después del estallido social. Muchas personas que trabajaban en otras comunas venían a almorzar y se quedaban acá trabajando. Así surgió la idea de extender el horario, lo que la verdad terminó resultando bastante bueno. Al final nos convertimos en un lugar de encuentro, de hacer reuniones de forma distinta, de pasar un rato agradable sin tener que irse", asegura el socio fundador.

El Jardín Secreto se transformó en un concepto nuevo. El Europeo, por su parte, en remodelación por el momento y a la espera de que pase la actual emergencia sanitaria que está viviendo Chile, quedará como uno de los restuarantes más elegantes de Chile, con un máximo de entre 20 y 25 personas, un lugar bonito y donde se genere un networking de primer nivel.

Carta de primera

Pero el ambiente no fue lo único que se debió modificar para captar a las nuevas generaciones. También se preocuparon de entregar una carta de primer nivel.

"El Jardín Secreto se transformó en un lugar de encuentro. Con una buena carta de sushi, un buen equipo de masas y gran variedad de tártaros", explica Raide.

Es así como en un entorno fresco, joven y verde, al nivel de la calle, en su carta ofrecen pizzas a la piedra, ensaladas, menú del día, tártaros, carpaccios, sushi y una amplia variedad de sours y cocktails, cervezas, licores y vinos.

Las presentaciones son muy vanguardistas, con harto color y elementos de detalle. Todo montado en platos y pocillos de piedra, excepto las pizzas, que vienen en tablas redondas de madera, y los camarones que vienen en prácticas planchas para conservar su temperatura.

¿Qué comer si nos hacemos presentes? Imposible olvidarse del Tártaro de Camarones ($ 7.900) y el Veggie de Betarragas con Palta ($ 7.900), ambos maravillosos, suaves, sabrosos y bien servidos. También vale la pena probar el Roll Jardín Secreto ($ 6.900) envuelto en carne flambeada, palta, ají verde y tomate; el roll sin arroz envuelto en palta con salmón, pescado blanco, masago y camarón ($ 7.900). En cuanto a las pizzas, sin duda la de prosciutto, ricotta, mozzarella, pera, albahaca y salsa de tomates ($ 11.900).

También vale la pena probar, aunque no está en su carta, por lo que sugiero preguntar por ellas, son las calugas de pescado con papas fritas y los generosos camarones enteros con una salsa verde muy cremosa que le aporta mucho sabor.

Para tomar, un Cleri Verano ($ 5.500) copón de vino blanco y espumante con frutillas, arándanos y menta o un Sour de Albahaca ($ 3.500).

Un lugar rico y al aire libre perfecto para ir a pasar la tarde o juntarse a almorzar, bien ubicado, de buena mesa y buen servicio.

Abierto de lunes a sábado, en horario continuo, desde las 13.00 hasta las 02.00 horas.

Dirección: Alonso de Córdova 2417, Vitacura

Instagram: @barjardinsecreto

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