A principio de los años &"80, el mercado era claramente dominado por los modelos alemanes. Los autos de Mercedes-Benz, Audi o BMW eran sinónimo de prestigio y elegancia.  Ese escenario planteaba una situación muy difícil para el resto de las marcas, en donde el que no apostaba por estrategias arriesgadas quedaba relegado. Es en ese contexto, Renault asumió el desafío y lanzó el primer auto que habló.

En pleno auge de la serie &"El Auto Fantástico&", no eran pocos los que soñaban con tener un auto que hablara tal como lo hacía KITT en la serie protagonizada por David Hasselhoff. El primer intento vino con el Renault 11, modelo que tenía una pantalla de cristal liquido, instrumentación digital, comandos de voz para activar contacto, autodiagnóstico de la mecánica y parámetros del motor, medidor de consumo y autonomía, alerta para mantenciones, alarma, sistema de navegación y teléfono. Y todo esto comunicado al conductor mediante una voz  digitalizada. Eso sí, todos estos elementos que se anunciaron en el conceptual Renault 11 Electronic, pocos llegaron a la etapa de producción y el sintetizador de voz sólo funcionó en francés.

El nuevo intento, con más éxito, vino con el Renault 25. Era un auto cargado de tecnología, que tenía una serie de altavoces que informaban las condiciones del vehículo. Hoy tal vez no llamaría la atención, pero en ese entonces lo transformó en un automóvil sumamente misterioso. La firma francesa invirtió recursos y esfuerzos y en 1983 logró lanzar un modelo que llegó a vender 1,6 millones de unidades solamente en Europa.

Las características más novedosas del modelo francés estaban en su tablero, diseñado por el italiano Marcello Gandini, quien se hizo conocido por las innovadoras cualidades que implementó en Lamborghini.  El auto tenía un estilo futurista, repleto de señales eléctricas, y una serie de botones que daban la sensación de estar en una nave espacial.

El cuadro de instrumento contaba con una serie de elementos eléctricos que permitían ver el nivel de combustible, la temperatura exterior y los kilómetros recorridos, cualidades que en ese tiempo fueron un avance sumamente vanguardista. Además, la altura de los vidrios en las ventanas, podía ser manipulado a través de un botón que manejaba el conductor.

Sin embargo, lo particular de este vehículo y que lo convierte en pionero fueron sus mensajes de voz. Era capaz de indicar desde la presión de aceite, a la temperatura del motor, o si habían puertas mal cerradas o luces encendidas. Se comunicaba mediante un sintetizador de voz. Cuenta la leyenda que la marca quiso colocar la voz de Plàcido Domingo, aunque su alto valor lo impidió y se optó por un francés que no pronunciaba con fuerza la letra R.

La fabricación del  Renault 25 se extendió hasta la década del 90, en la que entregó grandes utilidades a la compañía francesa. La versión fue muy valorada por los usuarios que nunca se dejaron de sorprender porque el auto les hablaba. El modelo sin duda fue el que inició la ruta de los automóviles modernos.