Por Fernando FuentesEspaña a 50 años de la muerte de Franco: entre el revisionismo y la amnesia
La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) señala que el 21,3% de los españoles cree que la dictadura franquista fue “buena” o “muy buena”.

“Españoles, Franco ha muerto”: el 20 de noviembre de 1975, el entonces presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, anunciaba en la televisión la muerte del dictador español Francisco Franco. Cincuenta años después de su fallecimiento, que abrió paso a la democratización y modernización del país, su figura sigue polarizando a la sociedad.
Vencedor de la sangrienta Guerra Civil (1936-1939), Franco gobernó de manera implacable durante 36 años y tras su fallecimiento ningún responsable del régimen que suprimió libertades fue juzgado gracias a una amplia amnistía que benefició a ambos bandos, recuerda AFP.
Desde entonces, España ha preferido “pasar de puntillas” y tiene “pendiente” la tarea de tener un debate sosegado para consensuar una posición medianamente común sobre el periodo, comenta a la agencia Paloma Román, doctora en Ciencias Políticas y directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid. “Si tú en vez de limpiar metes el polvo debajo de la alfombra, cuando quites la alfombra ahí va a estar el polvo”, observa la analista.

La alta polarización política reinante en España profundiza la división, a juicio de Román, con un gobierno de izquierda que ha tenido como bandera rehabilitar la memoria de las víctimas del franquismo y una oposición de derecha y extrema derecha que rechaza “reabrir heridas”.
El gobierno del socialista Pedro Sánchez, que exhumó en 2019 a Franco del mausoleo del Valle de los Caídos -ahora Cuelgamuros- cerca de Madrid donde reposaba, impulsó en 2022 una ley de Memoria Democrática que, entre otras cosas, creó un registro de víctimas y dispuso la retirada de símbolos franquistas del espacio público.
Asimismo, la administración de Sánchez ha realizado un ciclo de eventos durante todo este año llamado “España en libertad”, para recordar que hace medio siglo comenzó el “difícil camino” hacia la democracia y celebrar “el país próspero, plural y democrático en el que nos hemos convertido”, referencia en derechos para las mujeres o para las personas LGBT+.
“El año 1975 suele ser considerado el inicio de la Transición y por eso es tomado ahora como referencia para la conmemoración ‘España en Libertad’, una iniciativa del gobierno de España que conmemorará el éxito de ese proceso colectivo y que buscará recordar y celebrar los importantes avances logrados en las últimas cinco décadas, homenajear a los muchos colectivos sociales e instituciones que los han hecho posibles y transmitir el valor de la democracia en un momento en el que esta da signos de retroceso en buena parte de Occidente”, destacó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
“En 1975, España inició un largo y difícil camino para recuperar la libertad y la democracia. En 2025, 50 años después, recordaremos el inicio de ese éxito colectivo y celebraremos el país próspero, plural y democrático en el que nos hemos convertido”, agrega el sitio oficial España en Libertad.
Incluso, el ministro de Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, señaló a fines de octubre que las actividades por el 50° aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco no terminarán este 20 de noviembre -fecha de su fallecimiento- ni tampoco a final de año. “Me alegro comunicarles que estas actividades no terminarán el 20 de noviembre ni cuando acabe este año 2025. Seguiremos reconociendo a todos y a todas aquellas personas, instituciones y colectivos que lucharon por la democracia”, declaró en el día de recuerdo y homenaje a las víctimas del golpe militar, la Guerra y la Dictadura, que se celebra cada 31 de octubre en virtud de la Ley de Memoria Democrática, en un acto en el Auditorio Nacional de Madrid.
Estas iniciativas provocaron la airada reacción de Vox y de sectores del Partido Popular, cada vez más enfrentados a la Ley de Memoria Democrática impulsada por los socialistas, cuyo objetivo es “sal saldar la deuda histórica” con las víctimas del régimen, mientras que la derecha denuncia que se trata de un intento de reescribir la historia con fines ideológicos.
Evidencia de la división que aún genera la figura de Franco, luego de una misa por el dictador el jueves convocada por su familia y la Fundación Franco, que honra su memoria, el viernes tendrá lugar en Madrid una manifestación de la Falange, el partido fascista que fue uno de los pilares del régimen, y el sábado una antifacista.
Si bien el 20 de noviembre no habrá acto oficial como tal, el día siguiente habrá una ceremonia en el Palacio Real y otra en el Parlamento para marcar la reinstauración de la monarquía en España, pero sin su principal protagonista, el rey emérito Juan Carlos I, coronado el 22 de noviembre de 1975. La conmemoración de los 50 años de la muerte de Franco acabó coincidiendo con la publicación en Francia de las memorias de Juan Carlos I, en las que habla de Franco como alguien al que respetaba “enormemente” y del que apreciaba “su inteligencia y su sentido político”.
El diario El Mundo detalla que el Congreso albergará a las 12.30 horas del viernes el acto principal de un año que en el gobierno han tratado de enfocar hacia la conmemoración de “50 años de libertad en España”. A la convocatoria en la Cámara Baja, centrada en el papel de la Corona en el tránsito a la democracia, asistirán el Rey Felipe VI, acompañado de la Reina Letizia y de sus hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, así como una amplia representación de los poderes del Estado encabezada por el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez.
En sus memorias, el fallecido exsecretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, señala que España, en vísperas de la muerte de Franco, se encontraba “como suspendida, esperando a que una vida terminara para poder reincorporarse a la historia europea”. Según Kissinger, durante los últimos años del régimen franquista, Estados Unidos se enfrentó a la disyuntiva de “aislar y oponerse al régimen vigente o, colaborando con él, ampliar nuestros contactos y, por tanto, nuestra influencia para el período posterior a Franco”.
Washington “no veía sentido a una confrontación con un autócrata anciano cuyo mandato estaba claramente llegando a su fin, una confrontación que estimularía el proverbial nacionalismo y orgullo español”; además, el ostracismo internacional “corría el riesgo de convertir a España en prisionera de sus propias pasiones”.
“La desmemoria se construye”
Pasiones que por estos días quedan de manifestó. En una columna escrita en el diario La Vanguardia, el periodista Fèlix Badia escribe: “Hace no muchos años, en condiciones normales, si en una conversación alguien atribuía a Franco el mérito de la modernización de España, de la creación de la Seguridad Social o del impulso a la clase media, la conversación habría terminado con un silencio incómodo y alguna mirada de reojo”. “Sin embargo, de un tiempo a esta parte, esos comentarios pueden encontrarse sin esfuerzo por todas partes en las redes sociales y en publicaciones y libros, en ocasiones éxitos de ventas”, destaca.
De hecho, la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un organismo público español, señala que el 21,3% de los españoles cree que los años de la dictadura franquista fueron “buenos” o “muy buenos”, frente al 65,5% de la población que afirma que fueron “malos” o “muy malos”.
Por electorados, en el opositor Partido Popular (PP), el grupo mayoritario (35,4%) señala que los años de la dictadura fueron “buenos”, lo que supone 4,5 puntos porcentuales más que los que opinan que fueron “malos” (30,9%). En el electorado de Vox, el porcentaje de quienes creen que esos años fueron buenos sube hasta el 42%. La percepción de ese período de falta de libertades cambia radicalmente según el voto. Así, la diferencia entre los votantes socialistas y los del partido de extrema derecha que consideran que los años de Franco fueron “muy malos” es de 58,2 puntos, consigna El País.
Consultados por si creen que el actual régimen democrático es mejor o peor que la dictadura franquista, el 74,6% cree que es “mejor” o “mucho mejor”, pero hasta un 17,3% responde “peor” o “mucho peor”. Por electorados, hasta un 31,5% de los votantes del PP creen que la democracia actual es peor o mucho peor que la dictadura. En el caso de los apoyos de Vox, ese porcentaje escala al 61%. Por edades, el porcentaje más alto (14,4%) entre quienes creen que es peor la democracia que la dictadura se da en la franja comprendida entre los 18 y los 24 años, que no vivió la represión franquista.
Un diputado de Vox, Manuel Mariscal, se jactó en noviembre de 2024 en el Congreso de que “gracias a las redes sociales muchos jóvenes están descubriendo que la etapa posterior a la Guerra Civil no fue una etapa oscura, sino de progreso y reconciliación para lograr la unidad nacional”.
¿Qué ha ocurrido en las últimas décadas para que el franquismo haya obtenido tantos defensores? La respuesta de los académicos consultados por La Vanguardia se resume en un mismo concepto que puede llamarse de varias formas, como desinformación, ignorancia o desmemoria, en especial entre los jóvenes.
“Pero la desmemoria se construye”, afirma el historiador Julián Casanova. En su opinión, desde los años 90, con la aparición de investigaciones sobre la represión franquista, se desencadenó el proceso de recuperación de la memoria histórica, que fue replicado por ciertos medios y autores adscritos a la ultraderecha. “La propaganda sustituyó al análisis histórico –continúa– y rescató del silencio en el que estaban desde la Transición a quienes habían tenido vínculos ideológicos y sociales con la dictadura, que empezaron a difundir de nuevo la verdadera historia: que Franco y su dictadura resultaron beneficiosos para España”.
Casanova destaca “la persistencia de la ignorancia, voluntaria u obligada; las cicatrices de las masacres y de la destrucción solo se curan con conocimiento documentado”, pero en lugar de eso, fluye la desinformación, que “es una lluvia fina destructora de la democracia. Y con miles de víctimas todavía en las cunetas”.
Javier Cercas: “Nada que celebrar”
Así, en estos días en que Franco vuelve a las portadas, el novelista español Javier Cercas publicó un artículo en el diario El País titulado “Nada que celebrar”, en el que el autor de “Soldados de Salamina” sostiene que “muerto Franco, no terminó la rabia” e invita a una reflexión sobre el presente.
La memoria de la Transición sigue dividida, dice Cercas, entre “una versión rosa”, defendida “por la extrema derecha y muchos protagonistas de la época”, que presenta aquellos años como “un período de concordia sin fisuras entre élites ejemplares”, y una “versión negra”, respaldada “por la extrema izquierda y los secesionistas”, según la cual fue “un ignominioso” lavado de cara del franquismo. “No hace falta decir que ambas versiones son falsas”, opina Cercas. Para él, aunque imperfecta, la democracia “ha dado lugar a los mejores cincuenta años de la España moderna”.
Y concluye: “En cuanto a mí, el asco insuperable que me produce la muerte me impide alegrarme incluso de la de un individuo tan siniestro y sanguinario como Francisco Franco (...) La verdad: no sé qué demonios estamos celebrando”.
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