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Numa Molina, el sacerdote que defiende a Maduro y que es calificado por sus detractores como el “cura comunista”

El reverendo jesuita, de 68 años, quien fue uno de los primeros partidarios de Hugo Chávez, para muchos es tal vez “el último sacerdote jesuita que defiende a capa y espada al líder chavista Nicolás Maduro”. En una entrevista el mes pasado, Molina aseguró que “la oposición quiere la guerra, quiere que nos invadan”.

Nicolás Maduro entrega el Premio Simón Bolívar 2019 al sacerdote Numa Molina, por un periodismo de paz.

Fue uno de los primeros partidarios del predecesor de Nicolás Maduro, Hugo Chávez, y su apoyo al régimen chavista de Venezuela, según The New York Times, ha llevado a sus detractores a etiquetarlo como el “cura comunista”.

Se trata del sacerdote jesuita Numa Molina, de 68 años, quien se ha convertido en uno de los principales “defensores” de Maduro en momentos en que la amenaza del presidente Donald Trump de atacar Venezuela para enfrentarse a lo que Estados Unidos afirma que es un cártel de la droga dirigido por el mandatario.

Ya en junio de 2019 el medio español Vida Nueva Digital hablaba de Molina como “el cura que no comulga con los obispos venezolanos”. “En términos políticos, afín al chavismo y en extremo distante a la jerarquía de la Iglesia”, apunta el portal, para muchos es tal vez “el último sacerdote jesuita que defiende a capa y espada al líder chavista Nicolás Maduro”.

“De una posición diametralmente opuesta a la de la Conferencia Episcopal, el cura ha sido protagonista de episodios controversiales como su ‘bendición’ a la cuestionadamente elegida Asamblea Nacional Constituyente o su participación en espacios televisivos afines al chavismo”, agrega.

Molina además de jesuita es periodista. Desde 1997 ingresó a la Compañía de Jesús y dos años más tarde hizo votos. Se define a sí mismo como un “enamorado de las luchas de los pueblos y ciudadano del mundo”. En el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez fue capellán, es reconocido por su trabajo social y durante nueve años fue párroco de la iglesia San Francisco en Caracas. Posteriormente se dedicó a la pastoral de barrios.

The New York Times destaca que Molina ejerce un “poder inusual” para un párroco de una ciudad de clase trabajadora cercana a la costa del Caribe. El jesuita venezolano “se tutea” con Maduro. Celebra misas privadas para la familia del Presidente y asesora a su hijo, legislador del partido gobernante, en su acercamiento a la Iglesia Católica, la fe dominante en Venezuela.

El reverendo visita regularmente el Vaticano, donde una vez celebró una misa privada con el difunto Papa Francisco y actuó como mensajero de Maduro, apunta el periódico estadounidense. Durante su semana laboral, Molina recorre Venezuela con guardaespaldas armados en una camioneta blanca con cristales oscuros, presenta un programa de televisión semanal y presta ayuda a los venezolanos pobres, agrega.

En marzo, durante el espacio “Ni tan Calvo ni con dos Pelucas”, transmitido por el circuito Venezuela News Radio, Molina se refirió al efecto que tendrían las sanciones impuestas por Estados Unidos en contra de Venezuela. “Aquí lo que tenemos es una resistencia del pueblo, con un líder que no le ha temblado el pulso para responderles a los poderosos, ese ha sido el presidente (Nicolás) Maduro”, afirmó entonces.

Molina también se refirió a Trump, señalando que en sus últimas acciones ha demostrado una “dosis de maldad muy elevada” que va en contra, incluso, del derecho internacional. “Tenemos suelto una especie de delincuente mundial, como cuando pones en el barrio un delincuente, que él es el que pone la ley, así pareciera que estamos en estos momentos”, dijo.

En otra entrevista el mes pasado, el sacerdote aseguró que “la oposición quiere la guerra, quiere que nos invadan”. “¿Cómo es posible que un venezolano pueda querer algo así?”, añadió.

Hablaba desde el pequeño recinto de su iglesia en Ciudad Caribia, un conjunto de bloques de viviendas públicas de ladrillo localizados en colinas estériles entre Caracas, la capital, y la costa.

De postura disidente frente a la jerarquía de la Iglesia venezolana, Molina considera que los obispos “hacen una lectura de la realidad también desde los escritorios, desde las páginas web o las redes sociales”, pues “su preocupación más evidente es la de mantener sus cuotas de poder desde cargos jerárquicos”.

“Salvo contadas excepciones, no asoma entre los obispos y sacerdotes un proyecto pastoral de inserción en el mundo popular que no se identifique con parcialidades políticas y que opte por la promoción de la familia, los jóvenes, la niñez”, expresó en sus declaraciones a Vida Nueva Digital.

Por ese entonces, en 2019, le pedía al presidente encargado, el líder opositor Juan Guaidó, que “no le cause más sufrimiento a nuestro pueblo si realmente se siente venezolano, que ya no siga ofreciendo su país para que nos bloqueen, nos invadan y nos ocupe el imperio norteamericano, como si esto fuera tierra de nadie”.

Molina acusaba entonces a la posición liderada por Guaidó de entreguista: “No les importa crear condiciones desde dentro para que Estados Unidos invada la nación, no piensan en el desgarramiento que ello puede causar a los más humildes y a los más vulnerables”, aunque “no es toda la oposición, es una porción si se quiere muy pequeña, pero que ha hecho mucho daño al país”, aclaró.

En todo caso, el sacerdote no ocultaba sus cuestionamientos al chavismo, manifestando que hay funcionarios burócratas del alto gobierno que son indolentes y “se han aprovechado para lucrarse, para hacer la más perversa corrupción robándose cuantiosas sumas de dinero que ahora las necesita el pueblo”.

En privado, sostiene The New York Times, algunos sacerdotes venezolanos afirman que Molina no ha sabido ver la realidad política en su país. Dijeron que su preocupación por el bienestar material de su congregación le ha llevado a implicarse demasiado en la política y hacerle concesiones morales a un gobierno acusado de narcotráfico y tortura.

Molina afirma que el tiempo corre en contra de la vieja guardia conservadora de la Iglesia Católica venezolana. El cardenal Baltazar Porras tiene 81 años, y el otro cardenal de Venezuela, Diego Padrón, tiene 86. “Hay una generación nueva de los obispos que ven la situación diferente”, asegura el cura jesuita.

Haciéndose eco de su postura pacifista en otros conflictos, el Papa León XIV ha hecho un llamado para que se efectúen conversaciones pacíficas entre Maduro y Trump.

Molina dijo que no había conocido al nuevo Pontífice, que asumió el cargo en mayo, pero describió las cálidas relaciones que mantenía con Papa Francisco, quien era jesuita argentino. Aseguró que había compartido alojamiento con el sobrino del Papa Francisco, el reverendo José Luis Narvaja, en un seminario romano. En visitas posteriores al Vaticano, según afirmó Molina, habló largo y tendido con el Papa Francisco sobre la política venezolana.

El Papa Francisco junto al sacerdote Numa Molina.

El padre Molina se ganó la atención de Hugo Chávez tras presentar programas de radio que exploraban la conexión entre los valores socialistas y cristianos. En 2009 el cura jesuita dijo que Chávez le invitó a oficiar una misa ceremonial; ambos estrecharon lazos. “Fui el director espiritual del comandante”, dijo.

Chávez, quien murió de cáncer en 2013, presentó a Molina a Maduro, su ministro de Asuntos Exteriores y posible sucesor. Maduro, antiguo conductor de bus y sindicalista, ayudó a Molina a renovar una capilla en la que trabajaba. Los dos hombres entablaron amistad, señala The New York Times.

“Maduro tiene una espiritualidad popular”, dijo el padre Molina, y añadió que el Presidente lo llama regularmente para pedirle consejo espiritual.

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