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Rebeca Grynspan, la costarricense que se perfila como principal competidora de Bachelet en la carrera por la ONU

Exvicepresidenta de su país y actual cabeza de la ONU Comercio y Desarrollo, su mediación fue clave para la firma de la Iniciativa del Mar Negro, que garantizó la seguridad en el transporte de cereales en medio de la guerra en Ucrania.

William Albors

Queda aún más de un año para que se nomine al próximo secretario general de la ONU, considerando que el periodo del portugués António Guterres está pronto a terminar y ya hay quinielas y especulaciones respecto a quién será quien ocupe el puesto. Una de las candidatas más sonadas para el cargo es Rebeca Grynspan, que precisamente en una época en que la rotación privilegia latinoamericanos es una de las políticas de la región con más trayectoria internacional.

Su currículum no queda corto: habiendo sido vicepresidenta de Costa Rica en 1994, trabajó con Ban Ki-Moon en tanto secretaria general adjunta de la ONU, además administradora asociada del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Este año concluye uno de sus mandatos más importantes, al frente de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de la ONU, donde puede presumir de éxitos como negociadora.

El actual secretario general asumió a principios de 2017, y después de dos mandatos de cinco años la nominación de la nueva autoridad debería caer en alguien originario de América Latina. Además, distintas voces del mundo diplomático señalan que es momento de que la organización tenga una secretaria general mujer, que sería la primera en la historia de las Naciones Unidas.

De 70 años, Rebeca Grynspan Mayufis nació en San José en una familia judía de raíces polacas. Habiendo estudiado economía en la Universidad de Costa Rica, es máster en Economía en la Universidad de Sussex, y recibió doctorados “honoris causa” en Salamanca y Extremadura por su trayectoria profesional.

En la política de su país militó en el Partido Liberación Nacional, socialdemócrata. Ahí, durante el gobierno de José María Figueres, Grynspan fue vicepresidenta durante un periodo en el que partido dio un vuelco económico hacia la centroderecha.

Los años que vendrían los trabajaría en Naciones Unidas, con una presidencia del Instituto Internacional del Medio Ambiente y el Desarrollo en 2014, la secretaría general de la Conferencia Iberoamericana en el mismo año, y una ocasión histórica en 2021, cuando fue nombrada la primera mujer secretaria general en la historia de UNCTAD, la Conferencia de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas.

Entre Nueva York y Ginebra, Grynspan es reconocida actualmente por haber evitado la confrontación abierta con Donald Trump por las tarifas. Esto mismo la volvería, hoy por hoy, “la candidata de la Casa Blanca”, lo que es clave considerando el poder de veto que tiene Washington en la elección de secretario general de la ONU. Los otros cuatro países con ese derecho son los también miembros permanentes del consejo de seguridad: China, Reino Unido, Francia y Rusia.

Ahora bien, una de las grandes victorias de la diplomática es la Iniciativa del Mar Negro, el acuerdo conseguido entre las Naciones Unidas, Turquía, Rusia y Ucrania para poder exportar cereales aún en medio de la guerra. La iniciativa permitió la exportación segura de más de 32 millones de toneladas de grano y otros productos alimentarios desde puertos ucranianos hacia 45 países en tres continentes.

Durante esos acuerdos, en que Grynspan viajó a Moscú y Kiev, se pueden enviar distintos alimentos, teniendo el resultado concreto de que los precios de alimentos mundiales bajaron un 23% a causa del trato. Junto con el Memorando de Entendimiento con la Federación de Rusia, este acuerdo fue crucial para estabilizar los precios mundiales de los alimentos. A causa de esta “victoria de la diplomacia”, Grybspan fue galardonada con el Premio Doha al Mejor Negociador del Año.

En una entrevista a El País, respecto a su profesión, indicó: “En política me di cuenta de que uno puede hacer cosas que afectan a la vida de la gente para bien, y eso es un privilegio, un regalo de la vida. La posibilidad de que un pedacito de tus sueños pueda llevarse a la realidad”.

Respecto a sus valores fundamentales, Grynspan le indicó al diario español: “Soy una persona que puede dialogar, no estoy convencida de tener todas las respuestas, pero estoy convencida de que puedo ayudar a encontrar las respuestas de una manera más consensuada. No creo en las etiquetas”.

“Todo lo que teníamos claro cuando yo estaba en la universidad ahora está muy mezclado. Por lo tanto, me definiría menos cajoneramente que en el pasado. Me parece que lo que me define es buscar eso, creer que se puede efectivamente mejorar la vida de las personas”, aseguró cuando se le pidió definirse políticamente.

Sobre la posibilidad de que sea una mujer la próxima secretaria general de la ONU, Grynspan indicó para Geneva Solutions: “Hay muchas mujeres tan cualificadas como los hombres”, rechazando la idea de que el puesto deba recaer en una mujer independientemente de sus méritos. “El proceso de selección debe basarse en la competencia, y no faltan mujeres capaces”, aseguró.

Al mismo medio, al referirse sobre la necesidad de la ONU, Grynspan la defiende con vehemencia y cita al exsecretario general Dag Hammarskjöld, que decía: “Las Naciones Unidas no se crearon para llevar a la humanidad al paraíso, sino para salvarla del infierno”.

Junto con ella, en las “quinielas” de candidatos posibles a la Secretaría General de las Naciones Unidas suenan nombres como la mexicana Alicia Bárcena, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, la chilena Michelle Bachelet y el argentino Rafael Mariano Grossi. Todas estas figuras tienen experiencia en organismos ligados a la ONU.

Al respecto, en una columna para El Financiero, el político mexicano Luis Castro Obregón dio cuenta de las ventajas de la costarricense en esta carrera: “Grynspan no huele a veto automático. Construye soluciones, no posterga problemas, propicia condiciones de diálogo y acuerdos. Destraba, no elude. Con experiencia en manejo de crisis, como la deuda latinoamericana y las negociaciones de paz en Colombia”.

A su parecer, considerando la necesidad de la ONU de “transitar el gobierno Trump”, Grynspan más que otros candidatos podría ser alguien que lo logre. “La elección no ocurrirá en un escenario tendencial de normalidad diplomática. El veto (adivinen de quién) tendrá un peso específico de mayor densidad. Recordemos, se necesita respaldo del país de origen, nueve votos de 15 sin veto del Consejo de Seguridad y ganar por mayoría simple en la asamblea general”, advierte el mexicano.

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