
Revelan el mapa del PCC, el mayor grupo criminal de Brasil: presencia en otros 27 países, incluido Chile
La información obtenida en exclusiva por GloboNews y G1 muestra que la facción criminal se ha establecido en al menos cuatro continentes para cometer crímenes transnacionales. Paraguay tiene el mayor número de miembros fuera de Brasil, mientras que Portugal lidera en Europa.

En marzo de 2024, el director de la unidad especializada en Crimen Organizado de la Fiscalía Nacional, Ignacio Castillo, confirmó la existencia de una indagatoria en curso ante la eventual presencia y operatividad de la mayor organización criminal de Brasil en Chile.
Se trata del Primeiro Comando da Capital (PCC), que junto a Comando Vermelho y Comando Terceiro, es uno de los grupos de crimen organizado de origen brasileño más peligrosos que operan en la región.
Y ya no solo en la región. Así lo dieron a conocer los medios brasileños GloboNews y G1, que obtuvieron en exclusiva un mapeo del Ministerio Público de Sao Paulo que muestra que el PCC se ha establecido en al menos cuatro continentes para cometer delitos transnacionales. Chile, efectivamente, se encuentra entre los países donde la facción criminal opera.
Según G1, el informe se ha presentado a embajadas y se ha consultado en el extranjero para la cooperación internacional en la lucha contra los delitos transnacionales. El PCC, según el reporte, tiene al menos 2.078 miembros repartidos en 27 países. Más de la mitad, 1.092, se encuentran en prisiones fuera de Brasil. El grupo se ha infiltrado en cárceles del extranjero para reclutar nuevos miembros y expandir sus negocios en el tráfico de drogas y armas, así como el lavado de dinero.
Paraguay es el país con mayor número de miembros: 699, de los cuales 341 están en prisión y 358 en libertad. A continuación, aparece Venezuela, con 656 integrantes (417 presos y 239 libres), seguido de Bolivia, con 146 miembros (75 presos y 71 libres) y Uruguay, con 140 (96 presos y 44 libres). En el caso de Chile, el informe da cuenta de 32 integrantes de la facción criminal, de los cuales 20 están en la cárcel y 12 en libertad. Perú y Argentina tienen 56 integrantes del PPC cada uno, mientras que Colombia registra 46.

Ya hay miembros de la facción en cárceles europeas: Portugal (29), España (5), Francia (5), Países Bajos (1) e Irlanda (1). En Estados Unidos, en tanto, hay 15 integrantes del PCC, de ellos, 2 presos y 13 en libertad. Incluso, hay presencia del grupo criminal en Japón, con 3 de sus miembros sueltos. Según el reporte, de los 2.078 miembros repartidos en 27 países, 1.092 se encuentran en prisiones, y 986, libres. En total, incluyendo Brasil, el PCC tiene alrededor de 40 mil miembros.
La mayoría de los miembros del PCC en el extranjero aún se concentran en Sudamérica. Los países con mayor número de miembros de facciones son Paraguay, Venezuela, Bolivia y Uruguay, considerados territorios importantes para la expansión del tráfico de drogas y armas, ya que comparten una extensa frontera con Brasil y también son productores del principal producto de exportación a Europa: la cocaína.
El mapeo y confirmación de la presencia más duradera del PCC en países vecinos es antigua. La infiltración en prisiones de Paraguay, por ejemplo, ya ha provocado violentas luchas de poder en las cárceles. En 2019, una rebelión liderada por miembros de la facción de Sao Paulo dejó 10 reclusos muertos y otros 12 heridos en la penitenciaría de San Pedro, apunta G1.
Además de la expansión a diferentes territorios, lo que ha llamado la atención de las autoridades e investigadores brasileños y extranjeros es el hecho de que miembros del PCC han buscado otros países no sólo para viajes temporales, sino también como residencia permanente y para infiltrarse en las cárceles, una especie de “marca registrada” de la facción criminal paulista.
“El mayor peligro del PCC reside en sus orígenes carcelarios, donde poseen poder organizativo e ideología, una disciplina muy rígida que se propaga con gran facilidad en el sistema penitenciario. Este es el mayor peligro para los países europeos por la presencia del PCC, pero también están aprendiendo de los europeos, especialmente de los italianos, en la distribución de drogas y en el envío de dinero sin que circule formalmente”, comentó al medio brasileño Lincoln Gakiya, fiscal del Ministerio Público de Sao Paulo.
En 1993, cuando se fundó en la Casa de Custodia de Taubaté, en el interior de Sao Paulo, el grupo tenía menos de 10 miembros, en una unión para intentar escapar de la persecución de otros reclusos y evitar abusos dentro de las cárceles después de la Masacre de Carandiru, en 1992. Desde entonces, el PCC se convirtió en una de las mayores facciones de Brasil, con varias filiales internacionales, destaca G1.
Después de casi tres décadas, el grupo criminal cuenta con casi 40 mil integrantes y factura alrededor de 1.000 millones de reales (casi 182 millones de dólares) al año, según el Ministerio Público de Sao Paulo, principalmente con el tráfico internacional de drogas, y está presente en cárceles de 24 estados brasileños, con excepción de Río de Janeiro y Rio Grande do Sul, según consta en un informe de la Secretaría Nacional de Políticas Penales (Senappen).
La investigadora Camila Nunes destaca el movimiento que se originó en los países limítrofes con Brasil. “En Paraguay, esta violencia dentro de las cárceles es una realidad que no existía antes (...) Llama la atención sobre el efecto potencial que esto (la presencia del PCC en las cárceles) puede generar, ya que es precisamente dentro de las cárceles donde el PCC encuentra el ambiente más propicio para expandirse, fortalecerse y consolidarse”, explicó la experta a G1.
“Hicieron esto en Paraguay y luego acabaron sofocando a las facciones locales. Después ellos salieron en libertad o tuvieron cómplices libres, y bautizaron a los nacionales de ese país. Esto ocurrió en Paraguay, está ocurriendo hoy en Argentina, en Chile, y seguramente ocurrirá en Europa, especialmente en Portugal, donde ya hay miembros del PCC en prisión y también portugueses que han sido bautizados”, explica el fiscal Gakiya.
Según la investigación exclusiva obtenida por GloboNews y G1, Portugal ocupa el quinto lugar en la lista de países con mayor número de miembros del grupo criminal (87) y es el país líder en Europa en cuanto a presencia de la facción. Esto ha dado lugar a arrestos, incautaciones de drogas e investigaciones sobre el PCC por parte de las autoridades portuguesas. Del total de miembros de grupo en Portugal, 29 están presos y 58 en libertad. En los últimos años, la policía local ha confirmado la detención de miembros del grupo que intentaban transportar cocaína en submarinos y otras embarcaciones adaptadas por el crimen organizado para cruzar el océano Atlántico hacia Europa.
Italia se considera otra ruta importante para la entrada de cocaína destinada al narcotráfico internacional. En los últimos años, las mafias italianas han unido fuerzas con el PCC para enviar cargamentos desde países productores de Sudamérica a Europa. Y a pesar de tener menos miembros de la facción radicados en su territorio o en prisiones, Italia es considerada una de las mayores preocupaciones de las autoridades brasileñas en la lucha contra el narcotráfico.
Los tentáculos se expanden a países impensados. Serbia es uno de ellos. Señalada como ruta para el tráfico de armas, según el fiscal Lincoln Gakiya, la presencia del PCC en la región posiblemente se deba a algún tipo de acuerdo para facilitar la logística de compraventa de armas, algo que no siempre realizan los italianos. Según él, también hay mucha logística a cargo de serbios y albaneses.
Líbano, por su parte, no se considera proveedor ni destino final de drogas, señala G1. Por lo tanto, la presencia del PCC se percibe como una posible conexión con el lavado de dinero, lo que los analistas denominan “convergencias delictivas de grupos criminales”.
Del otro lado del mapa, Japón tiene un historial de presencia permanente del PCC, según el medio brasileño. Es el destino final de las ventas de cocaína, pero la presencia de traficantes en el continente asiático se considera una posibilidad para favorecer el tráfico en la región de Hong Kong y también en Oceanía, como Australia, debido al precio promedio por kilo de la droga, que puede superar los 150 mil dólares.
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