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Crítica de cable: Nuevos reality, Lo peor de dos mundos

Algunos programas logran convertirse en un engendro entre ficción y "realidad" que resulta intragable.

Basta ver reality shows como The hills (MTV), The city (MTV) y, especialmente, The real housewives of Atlanta (Sony), para explicarse en cosa de minutos por qué la televisión no ha logrado eliminar eso de ser "la caja idiota".

Estos programas juntan lo peor de dos mundos. Logran convertirse en un engendro entre ficción y "realidad" que resulta intragable.

La premisa de los reality siempre ha sido engañosa y casi imposible: entregar realidad en un ambiente lleno de cámaras y con un rebuscado marco de acción para sus protagonistas. MTV fue pionero en tirar por la ventana la ilusión y reconocer que en programas como The hills hay de todo, menos espontaneidad y verdad. Pero un acto de honestidad que podría haber resultado liberador, finalmente los termina desenmascarando por lo que realmente son: teleseries de quinta categoría.

Porque sin actores profesionales nada resulta convincente. Los conflictos nunca logran ir más allá del cliché y lo más básico de la ficción. Los líos amorosos nunca pasan de la pelea más superficial y trivial, las amigas se convierten en enemigas a la más mínima provocación, generalmente con griteríos en plena calle en el caso de The real housewives of Atlanta.

Y lo que más se recompensa en sus protagonistas es la histeria y la estridencia, que los lleva a sus 15  minutos de fama en tabloides y páginas web sensacionalistas. Por lo demás, el subproducto más bajo del género reality.

No se trata de ser demasiado grave o de echar al tacho de la basura el género completo. Cuando está bien hecho, los reality pueden ser atractivos, interesantes, entretenidos y un aporte a la diversidad en pantalla. La televisión no tiene por qué educar, pero sí tiene mínimamente que hacer pensar.

Y lo que este formato de reality hace es más bien embrutecer o llamar a preguntarse cuándo llegamos a tal grado de tontera. Ver a una millonaria y ociosa ama de casa preocuparse sólo de cuánta plata le va a sacar a su flamante ex marido o a otra, cercana a la cuarentena, sufrir porque su madre no acepta a su nuevo novio no sólo es mezquino y vacuo, sino que además es aburrido. Y aquí no hay excusa. No se puede alegar y defender que así es la vida, que se está mostrando realidad. Porque la cortina ya se corrió irremediablemente, y todo lo que queda es gente con sed de fama a cualquier costo y malos guionistas.

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