Talento y precocidad. Estas son las principales características que debe aunar un joven futbolista llamado a convertirse en estrella planetaria del balompié. El noruego Martin Odegaard, el flamante último fichaje de Real Madrid, de sólo 16 años, cumple ambos requisitos. Sin embargo, la combinación de estos dos explosivos ingredientes no garantiza siempre el éxito de la receta. Algo que saben bien en la secretaría técnica del conjunto blanco. Y es que el prometedor centrocampista no es, ni mucho menos, el único refuerzo de estas características celebrado en Chamartín a lo largo de los últimos años. Probablemente sí uno de los más sonados, pero nunca el primero, y con total seguridad, tampoco el último.

A comienzos de la década de los noventa, el delantero argentino Juan Eduardo Esnáider, abandonaba Ferro Carril Oeste para probar suerte en las filas del equipo merengue. Tenía 17 años y un fantástico porvenir por delante. El ariete acabaría marcando todo una época como goleador en la Liga española, pero nunca como jugador de Real Madrid. Real Zaragoza y sus vecinos de Atlético de Madrid, entre otros conjuntos, sí que pudieron disfrutar de los goles del futbolista de Mar del Plata.

Una situación similar a la vivida con Esteban Cambiasso, contratado por la entidad madrileña en 1996, a la edad de 16 años, pero convertido en jugador de primer nivel en San Siro, defendiendo los colores de Inter de Milán. Tan solo dos temporadas en el primer plantel de Real Madrid llegó a disputar el "Cucho", que no será recordado en el Santiago Bernabéu como un ídolo.

Pero probablemente la peor gestión realizada por Real Madrid en materia de contrataciones de futbolistas con proyección, aconteció con Samuel Eto'o. El camerunés llegó al filial blanco con sólo 15 años, los mismos que necesitó para hacer el debut oficial con la selección de su país. Sin embargo, fue el Mallorca el equipo que confió verdaderamente en el potencial de un futbolista que terminó convirtiéndose en verdugo del propio Real Madrid como jugador del eterno rival, Barcelona, conjunto con el que llegó a levantar incluso la Liga de Campeones.

Más reciente resulta para el madridismo la contratación de Sergio Canales. 4,5 millones de euros tuvo que pagar la entidad merengue a Racing de Santander para hacerse con los servicios del prometedor centrocampista. La operación, parecida a la de Odegaard en términos de marketing publicitario, acaparó las portadas de los principales diarios del país en 2010. El jugador, sin embargo, participó tan solo en 15 compromisos oficiales de su equipo antes de probar fortuna lejos de Chamartín.

Durante el largo proceso de negociación que supuso el fichaje del volante nórdico, Real Madrid hizo oficiales dos contrataciones más, a finales del pasado año. La del holandés Mink Peeters, de 16 años, procedente de PSV; y la del español Marco Asensio, de 18, la última perla de la cantera de Mallorca.

Mención aparte merecen las últimas adquisiciones realizadas por el club  para sus categorías inferiores, pensando tal vez en eludir la competencia con otras grandes potencias europeas en años venideros. El argentino Leonel Coira, el japonés Takuhiro Nakai o el estadounidense Joshua Pynadath, de 10, 11 y 13 años, respectivamente, son sólo algunas de las últimas muestras de la labor que se viene desarrollando en los despachos del Bernabéu a lo largo de los últimos años.

La secretaría técnica de Real Madrid, responsable también de la llegada del joven defensor chileno, Benjamín Kuscevic, en calidad de cedido al conjunto blanco, continúa peinando el mercado en busca de nuevos niños prodigio como Martin Odegaard, como Leo Messi, convencidos de que la precocidad, en términos de mercado, pasa por llegar el primero a un objetivo concreto; y de que el talento y el futuro también pueden comprarse.