José Luis Sierra llevaba varias semanas meditando su continuidad en Colo Colo. Motivos para dejar la banca tenía de sobra. Por ejemplo, la fría y lejana relación con el plantel, el pobre juego del equipo, las dudas de Blanco y Negro en torno a su labor, las duras críticas que emitió Julio Barroso a su gestión, la reunión de Aníbal Mosa y Pablo Guede en Buenos Aires, más la tardanza en la llegada de los refuerzos eran razones suficientes como para dar un paso al costado.

Este escenario lo tenía muy molesto, desmotivado, agotado, sobre todo emocional y anímicamente. De hecho, tal como adelantó La Tercera, a fines de mayo el presidente de Blanco y Negro tuvo que convencerlo de no renunciar. Por lo mismo, su ligazón al club pendía de un hilo, más allá de que le quedara un año de contrato.

Hasta que ese hilo se cortó. Ayer, en la mañana, el Coto llegó al estadio Monumental y renunció de forma indeclinable ante el gerente general Alejandro Paul. Luego se despidió de los jugadores, a los que sólo alcanzó a dirigir una temporada. A la mayoría del plantel le afectó la noticia, mientras que a otro sector, el más crítico con el DT, no tanto. Tras eso, el ex volante dejó el recinto de Macul a eso de las 10.30, por lo que la última práctica de su etapa fue dirigida por su ayudante Pedro Reyes y el preparador físico Marcelo Canessa.

Lo que sobrepasó la tolerancia del técnico fue la situación de Martín Tonso. El argentino estaba en los planes del DT, pero en la idea de liberar un cupo de extranjero la directiva decidió declararlo como transferible, total ese puesto ya estaba cubierto por Michael Ríos, jugador al que no pidió, pero del que sí aprobó su contratación la semana pasada.

Fue la gota que rebalsó el vaso. Según cercanos al cuerpo técnico, Sierra no aguantó que la concesionaria, en este caso Paul (Mosa se encuentra de viaje en Siria), le sugiriera dar razones técnicas al jugador argentina para justificar su marginación del primer equipo, cuando en realidad las razones eran administrativas.

En esta misma línea, al Coto le habían asegurado que Ramón Fernández, uno de los cuatro refuerzos que serían presentados ayer, no iba a ocupar plaza de extranjero, porque supuestamente su nacionalización era inminente. La situación tampoco era tal y eso fue otro factor de molestia.

Para colmo, como el presidente de la sociedad anónima se encuentra de viaje en Siria, Sierra no tenía cerca a su interlocutor de más confianza en Pedreros. "De haber sabido que esto iba a pasar no me muevo de Chile. A lo mejor esto no pasaba. Lo habría convencido para que se quedara", se lamentaba un sorprendido Mosa en radio Bío Bío.

Sierra se cansó del Cacique. Fue demasiado tortuoso el día a día en Macul comparado con los años de tranquilidad que vivió en Unión Española. Apenas terminó el Torneo de Clausura, en el que desperdició una buena ventaja tras dosificar jugadores ante San Marcos de Arica, le pidió al presidente albo que le dejase limpiar el camarín del sector más duro. El Almirante fue el más ácido con él, tras la derrota ante Palestino, deslizando que en el cuerpo técnico no se planificaba bien.

Fue un mazazo para el Coto, quien no gozaba de popularidad en el camarín de Colo Colo tras el polémico despido de Humberto Suazo, en octubre de 2015. Muchos jugadores consideraron que el manejo de Sierra no fue el mejor en dicha crisis. Tampoco les cayó bien que declarara en contra de Chupete en el tribunal. Así, su figura se fue alejando más y más del camarín.

Las salidas en Colo Colo pueden continuar. Julio Rodríguez, preparador de arqueros del Cacique, puso su cargo a disposición ayer en el Monumental. Si bien el formador de Claudio Bravo no forma parte del cuerpo técnico de Sierra, sino que es funcionario del club, llegó junto con el adiestrador el año pasado. Colo Colo despachó la renuncia de su técnico con un escueto y protocolario comunicado. Pero la crisis alba recién comienza.