Histórico

Las huellas que dejaron las alumnas del Cumbres en su gira de estudios

A una semana del accidente que cobró la vida de nueve jóvenes del segundo medio "D", surgen los recuerdos, anécdotas y travesuras de la gira de estudios que se inició en Antofagasta y que debía concluir en Arica.<br />

En el libro de visitas de la oficina salitrera de Humberstone quedó una de las huellas de la visita del segundo medio "D" del colegio Cumbres al norte. La firma de Eloísa Garreud, una de las nueve víctimas del accidente, aparece junto a cuatro de sus compañeras del segundo "A".

Era el miércoles 27 de agosto y el viaje de estudios llegaba a su fase final. Amigas desde la enseñanza básica, las alumnas del "A" y el "D" se encontraron en varios momentos de la gira, aunque viajaban en buses separados.

Las 27 alumnas del segundo "D" habían llegado a Antofagasta por avión, cerca de las 9 de la mañana del sábado 23. Un par de horas después llegaría el "A". En la Portada de Antofagasta recuerdan bien a los dos cursos de quinceañeras, vestidas con los típicos polerones grises que se mandan a hacer para el viaje. Niñas alegres y algo traviesas, que hasta se saltaron normas de seguridad para fotografiarse cerca del símbolo de Antofagasta, cuyo acceso había sido reinaugurado esa misma semana. El regaño de los guardaparques de Conaf no les empañó el alegre recorrido. Estuvieron sólo 10 minutos, porque se iban a Calama.

Desde su llegada al aeropuerto antofagastino, las jóvenes del "D" fueron transportadas por el bus blanco y azul conducido por Leonel Contreras Peralta (39).

La primera noche en el norte la pasaron en la Hostería San Pedro, de San Pedro de Atacama, donde cenaron todas juntas. Cada curso se acostó por separado y muy temprano, porque tenían que levantarse a las 3 de la mañana para ir a los Géisers del Tatio, a 89 kilómetros. En la fría madrugada posaron alegres, con gorros y parkas, cerca de las fumarolas de vapor y agua, que alcanzan su apogeo entre las 6 y las 7 a.m.

El programa de la gira, organizada por la agencia Andina del Sud, fue muy intenso: del Tatio pasaron al Salar de Atacama y luego al Valle de la Luna, donde vieron el atardecer. Como era domingo se hicieron el tiempo para ir a misa en San Pedro. Todas eran muy católicas.

En la tarde del lunes 25 ya estaban en Iquique, tras una visita a Chuquicamata, donde se fotografiaron con cascos de minero. Los dos cursos alojaron en el Hotel Terrado, nuevamente sin mezclar las piezas. Pero en la ciudad anduvieron juntas, comprando artesanías y recorriendo museos y la Zofri.

En el Club Militar de Iquique se las encontró, risueñas y bulliciosas, el comandante Jorge Villavicencio, a quien días más tarde le correspondería transportar los cuerpos de las fallecidas en el avión presidencial. 

Siempre hacia el norte, las niñas estuvieron en Humberstone, en La Tirana, en Pica y en el Morro de Arica.

En su última noche juntas hicieron una fogata en la playa vecina al Hotel Arica y jugaron a la mímica de películas.

Y el viernes 29 se levantaron temprano y compartieron un té de hojas de coca para no apunarse en la subida al lago Chungará. Al regreso, truncado por el accidente, veían en el bus la película Notting Hill.

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