Los secretos de los 10 Guerreros Terracota que llegan a Chile

Las figuras se exhibirán en dependencias subterráneas del Centro Cultural La Moneda a partir del 3 de diciembre.




Los Guerreros de Terracota fueron el inamovible testamento del rey Qin Shi Huang, quien fundó y bautizó China como nación en el año 221 AC. Un total de siete mil asombrosos soldados de arcilla han sido descubiertos hasta el momento, todos silenciosamente montando guardia a su emperador, junto a burócratas (identificados por sus cuchillos que usaban para corregir errores escritos sobre tiras de bambú), músicos, acróbatas, bailarines, conductores de carro, caballos, cisnes y pájaros (estas aves son los hallazgos más recientes de la tumba).

Desde el próximo jueves, en el Centro Cultural Palacio La Moneda, 10 de estas figuras se exhibirán tras abandonar las profundidades donde fueron enterradas hace dos mil años, junto a las concubinas del rey y a sus esclavos, todos encerrados vivos para que no divulgaran los secretos del lugar.

Algunos de los soldados que forman parte de la exhibición en Santiago están arrodillados. Son arqueros que, con el ceño fruncido, miran fijamente a su derecha en un agudo y permanente estado de alerta. Sus manos están vacías, suspendidas de una manera extraña en el aire, ya que en algún momento portaron ballestas, armas de madera que hace mucho tiempo se descompusieron. Sus cabezas están formadas por cabelleras donde es visible un complejo modelo de trenzas y moños.  Al momento de ser desenterrados, debieron haber poseído una misteriosa aura de realismo para el grupo de campesinos chinos que los encontró. En rigor, su mirada hasta hoy resulta magnética para cualquier espectador.
 
Algunos restos de colores pueden ser descubiertos en sus cuerpos. Esos vestigios demuestran que las siete mil figuras estuvieron alguna vez pintadas de colores brillantes, apariencia que mejoraba su encanto realista.

La presencia apacible y serena de estos guerreros ha intimidado e impresionado a los espectadores de los distintos países por los que ha pasado la muestra. Tanto los soldados de infantería como los oficiales de mayor rango, que son identificables por sombreros especiales, de los que parecen brotar dobles colas de pájaro. Los bigotes, barbas y otros finos detalles fueron ejecutados y añadidos a mano, suministrándoles identidades individuales. Los terracota no son una masa anónima, cada uno es diferente al otro. Aún así, lo que más llama la atención y maravilla de los milenarios guerreros es que hayan sobrevivido y permanezcan hasta hoy milagrosamente intactos.

Como al caprichoso emperador, empecinado en la vida eterna, le gustaba visitar montañas (para demostrar que realmente dominaba el universo), también ordenó construir en su espaciosa tumba réplicas de ellas con piedras preciosas. Su obsesión por la inmortalidad se instaló, sobre todo, después de tres tentativas de asesinato.

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