Brian Eno, sentido de urgencia
Una cosa es la vigencia; otra, la urgencia. La decisión de Eno de organizar y llevar adelante el pasado miércoles el concierto colectivo “Together for Palestine” es la de un artista con un excepcional sentido de responsabilidad hacia su tiempo. Los músicos pop se jactan de ser un gremio atrevido y opinante, pero ante el gobierno de Netanyahu se han vuelto súbitamente prudentes.

“Ojo con tus preguntas: es alérgico al pasado", le advierten a un periodista a punto de entrevistar a Brian Eno. Ya saben: que Bowie, que Roxy Music, que el ambient, que U2. Habiendo tantos temas de futuro en el radar de intereses del británico, volver sobre cruces y creaciones de hace décadas es, más que tedioso, un desperdicio. Incluso el documental biográfico que estrenó el año pasado (Eno, dirigido por Gary Hustwit) es en sí mismo un artefacto de avanzada: cada vez que se exhibe, parte de su contenido cambia, a la manera de un relato generativo (por eso, la única exhibición en Chile, en el Festival IN-EDIT, no pudo tener subtítulos).
Tan brillante y extendido ha sido su recorrido en la música y el debate cultural, que a veces olvidamos definir a Brian Eno desde su presente. Pero solo en 2025 el hombre de Music for Airports ha publicado no uno sino que cuatro álbumes (dos de ellos, con la artista Beatie Wolfe, con quien presentará otro más antes de diciembre), editado un nuevo libro (un ensayo ilustrado sobre las posibilidades de la creación artística), inaugurado en Londres una exposición de sus grabados y dibujos, y participado como charlista de cumbres relevantes (como, este mes, el World Design Congress, en el Barbican Centre).
Una cosa es la vigencia; otra, la urgencia. La decisión de Eno de organizar y llevar adelante el pasado miércoles el concierto colectivo “Together for Palestine” es la de un artista con un excepcional sentido de responsabilidad hacia su tiempo. Los músicos pop se jactan de ser un gremio atrevido y opinante, pero ante el gobierno de Bibi Netanyahu se han vuelto, en general, súbitamente prudentes. No fueron tantas las estrellas de primera línea en este gran concierto por Gaza —escasas en comparación con algo tipo “Live Aid”, contra el hambre en África en los 80—, pero Eno no ha querido revelar quién declinó participar. Tiene demasiado trabajo como para eso. En “Together for Palestine” figura como organizador, coproductor ejecutivo, vocero principal, performer y supervisor financiero (todo el dinero recaudado irá a organizaciones de ayuda a palestinos desplazados o en urgencia médica).
En sus posteos en redes, en convocatorias callejeras, e incluso en decisiones profesionales concretas (como ceder a causas proPalestina todas sus ganancias por su antigua alianza con Microsoft, a la luz de la complicidad de esa compañía con el gobierno israelí), Brian Eno encarna hoy al artista con conciencia de lo urgente. Sus palabras: “La línea moral es clara: no podemos permanecer callados. A estas alturas, pienso que ya todos nos hemos dado cuenta de que lo que sucede en Gaza es completamente obsceno, inmoral y repulsivo. Al menos en ese punto podemos estar de acuerdo”. Desde inicios de los años 70, lo suyo siempre fue la invitación a la escucha atenta. Hoy es lo mismo, pero con otra alerta.
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