Opinión

Chile ante un nuevo ciclo: menos consignas, más resultados

Jeannette Jara - José Antonio Kast (Fotos: Aton Chile)

Chile está entrando en una etapa clave. Tendremos un Congreso renovado y un nuevo gobierno en marcha. Y con eso aparece la pregunta que importa: ¿vamos a seguir diagnosticando o por fin vamos a ejecutar? Porque diagnósticos sobran. Y consensos también. El país sabe lo que funciona, lo que falta es hacerlo, y hacerlo bien.

La economía viene mostrando señales confusas. Según las Cuentas Nacionales del Banco Central, en el tercer trimestre crecimos 1,6% anual, pero caímos levemente trimestre contra trimestre, confirmando una desaceleración más marcada. La demanda interna avanzó con fuerza, pero la minería volvió a restar. Es crecimiento, sí, pero insuficiente para mover la aguja en productividad o bienestar.

En los últimos años, Chile avanzó más lento de lo que necesita. La permisología sigue trabando proyectos estratégicos, los plazos regulatorios se volvieron impredecibles y el Estado ha tenido dificultades incluso para ejecutar su propio presupuesto. A esto se suman señales inquietantes: deuda pública al alza y un deterioro creciente en seguridad que afecta la vida diaria y la actividad económica. No estamos en crisis institucional, pero sí frente a un desgaste profundo donde la ineficiencia y la descoordinación se han vuelto parte del problema.

Aun así, las prioridades están claras hace tiempo. Existe consenso transversal en seguridad ciudadana, agilizar permisos, modernizar el Estado, fortalecer a las policías e impulsar infraestructura. Y la ciudadanía también lo sabe: la seguridad es, por lejos, la principal preocupación de los chilenos según todas las encuestas.

Por eso, la responsabilidad del nuevo Congreso y del próximo gobierno es instalar una mirada país. Eso implica dejar atrás diferencias ideológicas -legítimas, pero muchas veces estériles- y concentrarse en lo que la gente espera ver: delitos que bajan, proyectos que se aprueban a tiempo, empleo formal que crece y listas de espera que efectivamente disminuyen. Menos épica en el discurso, más épica en la ejecución.

Los diagnósticos están. Las coincidencias también. La oportunidad vuelve a estar sobre la mesa. Y lo que defina este ciclo no será la retórica, sino la capacidad de gobierno, Congreso y sector privado de trabajar juntos en cuatro prioridades que llevan años instaladas: seguridad, inversión, productividad y servicios sociales de calidad.

Si avanzamos en esa dirección, este ciclo puede ser recordado como el momento en que Chile decidió tomarse en serio su futuro. Si no, será un capítulo más en la larga lista de oportunidades perdidas.

*El autor de la columna es vicepresidente de SOFOFA

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