Columna de Gabriel Zaliasnik: 4 de septiembre

¿Llegaremos a ser 20 millones? Población chilena está a punto de disminuir por primera vez en su historia
4 de septiembre.


Del mismo modo que el 5 de octubre se conmemora el resultado del plebiscito que pavimentó el retorno de Chile a la vida democrática, debe conmemorarse el 4 de septiembre, fecha en que se evitó la caída al precipicio del totalitarismo bolivariano, que hoy se expresa en la dictadura de Maduro en Venezuela, de Ortega en Nicaragua y de los sucesores de la dinastía de Fidel Castro en Cuba.

El 4 de septiembre de 2022 Chile estuvo a un paso de seguir ese camino, pero la voluntad de una inmensa mayoría de chilenos (62%) lo impidió. Sin embargo, el fracaso de las fuerzas que impulsaban el avance totalitario disfrazadas de progresismo, pero que en la práctica encubrían odios tribales e identitarios propios de una izquierda radical que no teme abrazar en su propósito el islamofascismo iraní o el terrorismo chiita de Hezbolá o sunita de Hamas, no ha terminado. Hoy tácticamente se retraen a la espera de nuevas oportunidades para impulsar su agenda violenta y perversa, y su cultura de resentimiento e ignorancia portadora de una autoproclamada superioridad moral. Un narcisismo político que como todo narciso ahoga a quienes lo cuestionan racionalmente, y desangra por desgaste a quienes lo desafían.

Este 4 de septiembre es una ocasión para celebrar, pero también para recordar y reflexionar. Recordar lo cerca que estuvimos del abismo, y reflexionar como las fuerzas democráticas debieran reordenarse para que nunca más Chile se acerque al extremismo de entonces. El cerco sanitario al PC y la extrema izquierda debe ser total. Es tiempo de aislar a quienes son incapaces de ver una dictadura en Venezuela. Es hora de separar aguas de quienes creen que es posible declararse feminista y a su vez apoyar la teocracia iraní. Es momento de entender que Chile se juega su futuro en función de una comunidad de valores judeocristianos frente al oscurantismo de la barbarie medieval que el terrorismo islámico trata de imponer, primero en Oriente Medio, pero luego sobre los cimientos de Occidente. Más que nunca resuenan las palabras de Oriana Fallaci en La rabia y el orgullo, cuando afirmaba que vivimos una “cruzada reversa” bajo la miope e ingenua mirada de lo políticamente correcto.

Digámoslo de una vez por todas: la traición progresista es evidente. Quienes se visten hoy de tales, en realidad admiran regímenes tiránicos y totalitarios. Ya no se trata de polarización sino de identificar y defender el valor de la democracia y la libertad.

Neruda en su poema “Cómo nacen las banderas” escribió: “Están así hasta hoy nuestras banderas. El pueblo las bordó con su ternura, cosió los trapos con su sufrimiento. Clavó la estrella con su mano ardiente. Y cortó, de camisa o firmamento, azul para la estrella de la patria. El rojo, gota a gota, iba naciendo”. Es hora de recordar el 4 de septiembre, retomar nuestra bandera, y no arriesgarla nunca más.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho Universidad de Chile