Columna de Javier Vega: Señales públicas

Foto: Andres Perez

" Si las variables objetivas que definen un proyecto de inversión y las subjetivas -que responden a las señales públicas que reciben los inversionistas- empeoran, la inversión se resiente en forma abrupta. Basta ver las expectativas del sector empresarial para anticipar cómo se viene el ciclo de inversión, porque la confianza de los empresarios se hunde mes a mes en terreno negativo."



A estas alturas resulta majadero tener que destacar el rol que juega el sector privado en el desarrollo de los países. Los países que fomentan el emprendimiento, que crean regulaciones que promueven la competencia y que logran ser atractivos para la inversión foránea, son precisamente los que más rápido progresan.

Es obvio que las decisiones de inversión en un lugar tienen un fuerte componente racional. En cualquier proyecto se analizarán con precisión los costos que se enfrentarán, los potenciales riesgos y el marco regulatorio en el que se desenvolverá el proyecto en operación, en donde juegan -entre otros-, resguardo de la propiedad privada, aspectos laborales, medioambientales, de libre competencia y, como no, tributarios.

Cuando todos o la mayoría de ellos se encuentra en revisión, es inevitable que las decisiones de inversión se posterguen hasta tener mayor claridad sobre las variables claves que determinan un proyecto. Por ejemplo, en el año 2014 en que se discutieron dos reformas importantes en materias tributaria (que buscaba recaudar 3% del PIB) y laboral, los efectos se sintieron durante toda esa administración, con una caída acumulada en la inversión de 9,3% hasta 2017.

En estos momentos la discusión no solo abarca el ámbito tributario -con un objetivo de recaudación de 4,2% del PIB o el equivalente al 20% de los ingresos tributarios netos-, sino además esta discusión quedó sincronizada con el proceso constituyente, en el que se están revisando aspectos de fondo como el derecho de propiedad, el marco de relaciones laborales, la protección a los consumidores, la institucionalidad ambiental, los derechos de agua, entre múltiples otros.

Pero además de las variables objetivas existen, lo que la literatura denomina desde los tiempos de Keynes, los “animal spirits” para referirse a aquellas decisiones que no responden a motivaciones puramente racionales, sino que se derivan como resultado de las observaciones subjetivas.

No es de extrañar que si las variables objetivas que definen un proyecto de inversión y las subjetivas -que responden a las señales públicas que reciben los inversionistas- empeoran, la inversión se resiente en forma abrupta. Basta ver las expectativas del sector empresarial para anticipar cómo se viene el ciclo de inversión, porque la confianza de los empresarios se hunde mes a mes en terreno negativo.

Lo preocupante ya no es que la inversión vaya a caer este año (casi 5%) o el próximo (2% adicional), lo verdaderamente urgente es tratar de revertir hacia adelante este panorama que parece casi jugado. Un camino necesario es reformular aquellas medidas que causan mayor inquietud, donde la reforma tributaria es una buena candidata, y crear puentes que permitan mayor confianza con el mundo privado.

* El autor es economista.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.