Complejas perspectivas para la economía mundial

La guerra en Ucrania está generando importantes restricciones en la cadena de suministro de insumos esenciales, lo que previsiblemente tendrá efectos globales sobre la inflación y tasas de interés.



La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha seguido extendiéndose en el tiempo y con ello acumulando más efectos negativos en la economía internacional. Antes del conflicto el mundo ya experimentaba problemas profundos como consecuencia de la crisis sanitaria que dejó el Covid-19.

En enero de este año, el informe del “Perspectivas de la economía mundial” reconocía que 2022 arrancaba en condiciones más débiles de lo esperado y que “a raíz del encarecimiento de la energía y de los trastornos en el suministro, la inflación es más alta y más generalizada de lo previsto”. La guerra en Europa del Este no ha hecho más que amplificar estos problemas, que hoy amenazan con tener impactos más profundos en los niveles de los precios y en el ritmo de crecimiento de este año y el próximo.

Rusia y Ucrania comparten un lugar destacado en la exportación de granos e hidrocarburos a nivel internacional, por lo que la guerra y la interrupción del suministro por parte de los países involucrados ha tenido un fuerte impacto en las cotizaciones de los commodities en los mercados internacionales. El precio del petróleo Brent -que ya había registrado un alza importante previo a la guerra- acumula un aumento desde el 24 de febrero por sobre el 20% y la cotización del trigo en los mercados globales se ha apreciado en torno al 25% en el último mes. Similares comportamientos han tenido otros commodities relevantes como el gas, el carbón y el mismo cobre.

Dado que muchos de los productos que se han visto afectados son componentes gravitantes de las canastas de consumo básicas a nivel internacional, en la medida que se vayan conociendo las lecturas actualizadas de los indicadores de inflación podremos constatar el fuerte aumento en los productos esenciales. Esta escalada inflacionaria ya ha estado moviendo a los principales bancos centrales a retirar los estímulos monetarios -la Reserva Federal de Estados Unidos elevó recientemente su tasa de política monetaria por primera vez desde 2018-, por lo que de persistir el conflicto bélico podríamos ver mayores presiones inflacionarias y respuestas más agresivas en materia de tasas de interés.

Pero hay dos elementos adicionales que deben ser motivo de preocupación. Tanto el aumento de las tasas de interés como el incremento en el precio de los combustibles son factores contractivos para la actividad mundial y podrían recortar en un punto o más el crecimiento de este año, sobre todo si el conflicto se agudiza. Varios bancos centrales en el mundo están corrigiendo a la baja sus perspectivas de crecimiento para este año debido a estos efectos. Pero además las cadenas logísticas, que venían completamente alteradas con motivo de la pandemia, pueden sufrir convulsiones adicionales con los obstáculos que plantea la guerra al comercio marítimo y aéreo.

Aun cuando el precio de algunos productos de exportación claves para Chile estén en niveles históricamente altos -con un cobre fluctuando entre US$ 4,5 y US$ 4,8 la libra-, el panorama externo aparece menos auspicioso que hasta hace un mes para la economía local.

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